Zenaida Amador (ALN).- Siguiendo los lineamientos más radicales del chavismo, Nicolás Maduro intenta blindarse con la informalización (grupos paralelos) del poder de fuego, lo que no sólo lo hace más peligroso en Venezuela y para los países vecinos sino también a escala global. Con los más recientes nombramientos apuesta a la desinstitucionalización de los cuerpos de seguridad.
Aunque disminuido por el rechazo popular y las consecuencias políticas, diplomáticas y económicas de haber decidido abandonar el camino democrático, Nicolás Maduro no deja de buscar las vías para seguir en el poder. Desde hace meses decidió atrincherarse para resistir su salida a cualquier costo, pero lejos de lo que muchos habían anticipado no lo está haciendo bajo el resguardo de los militares.
En lugar de la Fuerza Armada Nacional (FAN) Maduro ha preferido movilizar a algunos grupos policiales y de inteligencia, así como a organizaciones paramilitares, para hacerle frente a la situación crítica, lo que si bien responde a su creciente desconfianza de los militares también está en sintonía con una estrategia de resguardo articulada desde los tiempos de Hugo Chávez con la que se busca darle sostenibilidad a “la revolución” por encima de toda institucionalidad.
Chávez le rindió culto a la época de las montoneras en Venezuela e impulsó la organización de guerrillas como estrategia de defensa revolucionaria, dando paso a la formación de grupos de choque conformados por civiles. También creó la Milicia Bolivariana con ese objetivo: disponer de civiles armados, adoctrinados y fieles a la revolución. De hecho, aseguró que la Milicia Bolivariana “no es otra cosa que el pueblo en armas presto a defender la Revolución socialista y Bolivariana”.
Fueron removidos los jefes de la Policía Nacional Bolivariana (PNB), del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) y de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) para reemplazarlos por piezas fieles a los líderes radicales del chavismo, que son quienes motorizan la organización de comandos de civiles armados.
Para cumplir estas labores no se necesitan instituciones sólidas ni funcionarios de carrera apegados a la Constitución y a las leyes, y menos cuando Maduro ha dejado de lado la ruta democrática. Ahora busca usar la precarización como sistema de supervivencia con el poder de fuego bajo el control político, donde el enemigo es todo aquel que se considere un traidor a la revolución.
Así que Maduro trabaja para agigantar a la Milicia que, según afirma, ya cuenta con casi dos millones de miembros a los que les prometió un fusil para cada uno más una dotación de misiles rusos, y viene impulsando afanosamente la desinstitucionalización de los cuerpos de seguridad que lo resguardan.
Jugadas recientes
En el seno de la Fuerza Armada, desde hace meses, incluso antes de que Juan Guaidó asumiera funciones ejecutivas como presidente encargado de Venezuela, se han presentado episodios de militares que manifestaron abiertamente estar en contra de la gestión de Nicolás Maduro y que lo consideran un presidente ilegítimo. Todos, salvo los que huyeron del país, fueron perseguidos, apresados o aniquilados.
A raíz de los hechos del pasado 30 de abril, cuando efectivos militares cerraron filas junto a Juan Guaidó para exigirle a Maduro el cese de la usurpación de la Presidencia, comenzó una férrea cacería de los desleales al régimen dentro de la FAN. Pero en los cuerpos que han estado más ligados al accionar de Maduro, es decir, los encargados de la represión de la protesta ciudadana, de las detenciones, persecuciones y tortura de los opositores a la gestión del Gobierno, se aplicó de inmediato un proceso de purga que va en línea con la informalización de estos organismos.
En tal sentido fueron removidos los jefes de la Policía Nacional Bolivariana (PNB), del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) y de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) para reemplazarlos por piezas fieles a los líderes radicales del chavismo, que son quienes motorizan la organización de comandos de civiles armados. Esta dirigencia en la coyuntura actual no tiene margen de negociación por su vinculación con crímenes de lesa humanidad, corrupción, narcotráfico y otros delitos perseguidos por la justicia internacional.
Por eso no hay que perder de vista que mientras el general Elio Estrada Paredes, ahora comandante de la PNB, estuvo al frente de la Zona 11 de la Guardia Nacional Bolivariana en el estado Zulia, los llamados colectivos o grupos paramilitares de choque amedrentaban en las protestas opositoras vestidos con uniformes militares, lo que no sólo encendió las alarmas en la opinión pública, sino que despertó inquietud dentro de la institución castrense. Además, el pasado 21 de enero fue el encargado de contener el alzamiento militar ocurrido en Caracas en reacción a la ilegítima toma de posesión de Maduro para un nuevo mandato.
Al frente del Sebin fue puesto el general Gustavo González López, quien salió de ese ente a fines de 2018 tras una gestión conocida por la sistemática violación de los derechos humanos. Es una ficha de Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) y líder del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Además, en 2011 fue comandante de la Milicia Bolivariana, donde impulsó la idea de crear batallones parroquiales para garantizar la formación del pueblo en armas en cada localidad.
Y para dirigir las FAES fue designado José Miguel Domínguez, un conocido miembro de colectivos caraqueños. Domínguez, alias “Miguelito”, protagonizó en 2017 violentas acciones represivas contra manifestaciones opositoras donde hubo civiles fallecidos por heridas de armas de fuego. Es una ficha de Freddy Bernal, quien además de ejercer una comandancia paralela de las FAES es uno de los principales líderes de los colectivos en el país, y quien desde enero pasado comanda la articulación de los nuevos esquemas de defensa y represión de Maduro.
Mil y una Vietnam
En lo que va de 2019 la posibilidad de una intervención extranjera en Venezuela ha estado siempre “sobre la mesa”, tal como lo han afirmado distintos voceros, comenzando por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Colectivos urbanos: La Piedrita. Alexis Vive. Tupamaros. Carapaica. Tres raíces. Coordinadora Simón Bolívar. Frente 5 de Marzo. Montaraz. José Leonardo Chirinos.
Activos en el interior y en zonas fronterizas: Fuerza Bolivariana de Liberación. Fuerza Patriótica de Liberación Nacional.
Frente a esta amenaza Maduro también ha apelado a la Milicia como defensa, indicando que se trata del pueblo en armas, “una experiencia única a nivel militar en América Latina y el Caribe”, gracias a la cual “si Estados Unidos pretende intervenirnos, tendrán un Vietnam peor del que se han podido imaginar”.
El PSUV se ha referido al particular en sus publicaciones internas: “La organización de las fuerzas armadas populares de Vietnam se llevó a cabo durante la guerra de todo el pueblo. En Venezuela tenemos una gran ventaja en el hecho que ya se han venido organizando las milicias en lo territorial y sectorial”.
Para Cabello es probable que fuerzas militares de Estados Unidos entren al país, pero “el problema de ellos será salir de Venezuela porque nos convertiremos en uno y mil Vietnam para defender nuestra patria (…) Se les convertirá nuestra tierra sagrada en un espacio inhóspito donde morderán el polvo de la derrota una y un millón de veces”.