Daniel Gómez (ALN).- Hace un año, Nicolás Maduro buscó una foto con Donald Trump al igual que la buscó Hugo Chávez con Barack Obama en 2009. La diferencia es que Chávez sí logró su cometido, mientras que Maduro no.
Nicolás Maduro, que en esta ocasión no irá a Nueva York a la Asamblea General de Naciones Unidas, apareció el año pasado por sorpresa en la cita. El objetivo estaba claro. El encuentro con el presidente de Estados Unidos. La foto con Donald Trump. Esta nunca se dio. Y no es porque Trump y otros expresidentes de EEUU eviten fotografiarse con dictadores.
Hace un año Trump posó varias veces con el dictador de Corea del Norte, Kim Jong-un. En ambos encuentros se esforzaron en resaltar que había buena sintonía entre los dos. Todo esto quedó materializado en la postal que dejaron a finales de junio de 2010. Con Trump de visita en Corea del Sur cruzando la frontera hacia Corea del Norte en la zona desmilitarizada junto a Kim Jong-un.
Trump no es el único presidente de EEUU que se ha retratado con tiranos. Jimmy Carter y Bill Clinton fueron recientemente portada en los periódicos tras la muerte de Robert Mugabe, presidente de Zimbabue por casi 40 años y conocido por ser uno de los tiranos más sanguinarios de África. Tanto Carter como Clinton se reunieron y se fotografiaron con Mugabe.
Hugo Chávez también sirve como ejemplo, aunque su imagen en ningún caso estaba tan deteriorada como la de Maduro. Quizá una de sus fotos más icónicas sea con Barack Obama en la Cumbre de las Américas celebrada en 2009 en Trinidad y Tobago.
Chávez no había pactado ninguna reunión con Obama. Pero sabía que el mandatario estaría en el evento. Y quería la foto. Entonces se lanzó a buscarla. La excusa era un regalo. Un libro. Las venas abiertas de América Latina, un icono del antimperialismo latinoamericano que ya en la madurez su autor, Eduardo Galeano, admitió que nunca “volvería a leer”.
Pese a todo, Chávez logró su objetivo. Le entregó el libro a Obama. Y consiguió la foto. Y de paso, disparó la facturación de los libreros de Amazon. Las venas abiertas de América Latina, que estaba en el puesto 60.280 en el ranking de ventas en Amazon, se situó en el primer lugar 24 horas después de la foto.
A Obama le reprocharon ese gesto. Pero le dio igual. Sabía que el plan de Chávez en Venezuela caería por su propio peso, como finalmente ocurrió. “Me dio igual, porque el tiempo confirmó lo que ya sospechaba: que a Chávez le encantaba ser percibido como un enemigo furibundo de EEUU. Y que si lo tratabas como quien era, el mandatario autoritario de un país que no funcionaba económica o políticamente, un hombre que no podía apelar a mucho más que la retórica y que no suponía una verdadera amenaza para Estados Unidos, terminaría por encogerse. En el fondo sirvió para desarmar a Chávez de una forma que facilitó mucho nuestra relación con los cubanos, con los mexicanos, los brasileños, los chilenos y con otros que tratan de cabalgar por encima de la tradicional separación latinoamericana entre izquierda y derecha”, declaró Obama en una entrevista para XL Semanal.
Con quien nunca posó Chávez fue con su archienemigo George W. Bush, pero sí con su padre George H. W. Bush cuando este era ya expresidente. El encuentro tuvo lugar en 2001 en el Palacio de Miraflores. “No he venido con ninguna misión relacionada con asuntos políticos”, dijo Bush, quien también se negó a comentar la tensa relación que mantenían Chávez y su hijo. “Yo sólo soy un padre orgulloso de su hijo y vengo aquí a un viaje de pesca”. Esta aventura fue organizada por el magnate venezolano Gustavo Cisneros.
Una dirigente venezolana sí estuvo en la Casa Blanca en tiempos de George Bush hijo. Fue la entonces diputada María Corina Machado, lideresa del movimiento Vente Venezuela.
Machado estuvo casi una hora en el Despacho Oval conversando con Bush, quien estaba “muy interesado en conocer la perspectiva de la sociedad civil en cuanto a los valores democráticos y la difusión de la democracia, especialmente en Venezuela”, según la versión de Machado. El gobierno de Chávez no pasó por alto la reunión, a la cual definieron como “provocación” y a Machado como “marioneta de la CIA”.
Chávez también estuvo en la Casa Blanca. Fue en 1999, durante el gobierno de Bill Clinton. Entonces el venezolano aún no había llegado a la Presidencia y tampoco había mostrado al mundo de lo que era capaz. De aquel encuentro hay una foto en la que se ve a Chávez de perfil, sonriente, escuchando atento a Clinton.
Se sabe que este expresidente tenía en consideración al político venezolano. “Clinton era uno de los pocos que podía coincidir con Chávez palabra por palabra y por eso le había llamado la atención como me la había llamado a mí. Creíamos hallarnos ante un líder joven y apasionado que además quería solucionar los problemas… que deseaba ganarse el respeto del mundo”, reveló en Fascismo una advertencia la exsecretaria de Estado de Clinton, Madeleine Albright.
Maduro, en cambio, tiene que asumir que no lo quieren en EEUU. Coincidió por tres años con Obama, pero nunca logró un encuentro con él. Ni siquiera una foto. Con Trump lo intentó justo hace un año, pero tampoco hubo suerte. Quizá por ello la semana pasada anunció que no asistirá a la Asamblea Nacional de la ONU. “Este año no voy a ir. Este año me quedo con ustedes trabajando aquí en Venezuela, bien seguro y bien tranquilo”.
Tranquilo porque como ya se dijo en el diario ALnavío, a Maduro el mundo se le puso chiquito. Vive paranoico. Piensa que todos atentan contra su vida. Por eso lleva más de un año sin tomar un avión.
Maduro todavía tiene la oportunidad de subirse a un avión y asistir a la Asamblea General de la ONU. Eso hizo el año pasado. Puede que esté esperando a ver si Trump se aclara. Ahora que no está John Bolton en la Casa Blanca caben dos opciones. Que establezca algún acercamiento con Maduro, o que endurezca más su posición. Todo apunta a ello. Trump afirma que su postura hacia Maduro es todavía más dura que la de Bolton y en la Casa Blanca preparan acciones para sacarlo del poder de forma “inminente”.
Con esta situación, una cosa está clara: el estatus de Maduro como mandatario es el mismo que comparten en este momento presidentes como Bashar al Asad de Siria y Hasán Rohaní de Irán. Estos, como Maduro, se tienen que conformar con fotos al lado del presidente ruso Vladímir Putin y el chino Xi Jinping, aunque Al Asad no ha tenido contacto con este último.