Juan Carlos Zapata (ALN).- Ya Maduro tiene su épica. Como Hugo Chávez en 2002. Ya Maduro montó su relato. El de todo 2019. Un año que, palabras suyas, fue “tormentoso” y al mismo tiempo “poderoso” porque venció todas las agresiones. Las internas y externas. Las venidas desde Colombia como las orquestadas por el imperio y Donald Trump. Maduro vende una historia en la que coloca como protagonistas a la Fuerza Armada y al pueblo. Y la Fuerza Armada lo aplaude y le sigue jurando lealtad.
Por la forma como lo dice, Nicolás Maduro quiere hacer de este 2019 el 2002 que sufrió Hugo Chávez al filo de la navaja. Chávez fue objeto de una rebelión popular el 11 de abril, de un golpe de Estado el 12 de abril de 2002, del cual volvió el 14; y fue objeto de un paro petrolero y empresarial que se extendió de diciembre de 2002 a enero de 2003, y al cual derrotó. La dirigencia chavista dice que ese año fue decisivo para Hugo Chávez. ¿Y este 2019 será decisivo para Maduro? Porque Maduro dice que ha resistido todas las agresiones. De allí la épica que narró ante la Fuerza Armada con un discurso estructurado con el fin de cohesionar a los militares en torno suyo.
Nicolás Maduro le adjudica el protagonismo a la Fuerza Armada y al pueblo. No quiere que haya generales Raúl Baduel erigiéndose cual héroes por el retorno de Chávez al poder, que después se vuelven incómodos y quieren ser protagonistas de otra historia. Maduro prefiere señalar al todo colectivo. Porque en 2019 he tenido “absoluta confianza en el apoyo y lealtad” de la Fuerza Armada y el pueblo. “He confiado desde mi corazón”, señala. Y todo esto lo dice, y es la esencia del discurso de salutación a la Fuerza Armada de fin de año. Y confía porque declara compartir con la Fuerza Armada los mismos objetivos: Hacer de Venezuela una Patria grande. Defender a Venezuela por encima de cualquier circunstancia. Defender la Constitución. Y en eso “estamos fuertemente unidos”.
Maduro dice que la agresión fue múltiple. Multiforme. De guerra sicológica. Persecución política. Agresión petrolera. De conjuras. De sobornos. De ataques terroristas. De agresión. De intentos de invasión militar. De guerra diplomática. Y todo eso fue resistido. Todo eso fue vencido. Batalla tras batalla que se convirtieron en victoria tras victoria. Maduro señala que los agresores hicieron todo el esfuerzo para que “la Fuerza Armada dudara de su papel”. Pero esta resistió, salvo excepciones de algunos efectivos que se pasaron a las filas del enemigo, por ejemplo, el 23 de febrero en la frontera con Colombia.
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Maduro presenta un cronograma de la épica. “El 23 de febrero se amenazó de una invasión a Venezuela”. Una operación disfrazada de una supuesta ayuda humanitaria. Señala que el ataque principal se produjo por la frontera con Colombia. Pero fracasó. Toda la operación en conjunto fracasó. En el Sur, en la frontera con Brasil, en los puertos, y en Colombia. Dice que en Colombia están los enemigos principales. Iván Duque. Y la oligarquía “nauseabunda” de Colombia. Querían tomar pueblos. “Y a pesar de que compraron a un puñado de desertores y traidores, la inmensa mayoría y absoluta de la Fuerza Armada se mantuvo rodilla en tierra”. “Buena derrota les dimos aquel 23 de febrero”, dice Maduro. “Y luego se olvidaron de la fulana ayuda humanitaria. Abandonaron ese discurso. No se atrevieron a más. Pero trataron de crear el falso positivo para justificar el enfrentamiento”. Y recuerda que “se gastaron la plata en prostíbulos y drogas”. Y a los militares que se fueron, los abandonaron.
Después llegó el 30 de abril. Aquella conjura. Lo ubica como un día nefasto que se pretendió llenar de sangre y muerte al país. “Ese día ante la traición de un grupo de militares que se unieron a lo peor de la calaña de la derecha, surgió otra vez la conciencia. Se demostró que el pueblo y la Fuerza Armada lo que quieren es paz”. Y así se obtuvo otra victoria cívico militar. Y detrás de la conjura, de nuevo ubica a la oligarquía colombiana y ahora la mano de los Estados Unidos. En su relato, Maduro apunta que ese día no durmieron en la Casa Blanca. Que Donald Trump se desveló. Que al presidente Trump le habían vendido la versión de que un grupo de autoridades se iba a rebelar. Pero que Trump, y ese “viejito perverso”, John Bolton, se llevaron una sorpresa porque a las 4 y 30 de la mañana funcionarios como el presidente del Tribunal Supremo de Justicia, Maikel Moreno, y los altos mandos militares, comenzaron a declararle lealtad al proceso. Entonces, otra vez quedó demostrada “la fortaleza de la unión y la lealtad de los funcionarios y la Fuerza Armada”. Señala Maduro: “Ese 30 de abril ante el intento de golpe terrorista, le dimos un contragolpe moral”, que dejó “en la lona a Donald Trump. Nocaut bolivariano”.
(Todo esto lo dice Maduro palmoteando el podio. Dos veces palmoteó el podio. Un gesto con el que intenta demostrar seguridad y control de la situación. Tanto que puede hablar con fuerza ante el mundo militar).
El otro episodio de la épica de Maduro es el desmantelamiento el 22 de diciembre de un grupo terrorista en el que participaban militantes y diputados del partido Voluntad Popular, el partido de Juan Guaidó y Leopoldo López. La intención era atacar los cuarteles. Dice que “los detenidos han declarado de todo”. Inclusive quiénes los financiaban. Y luego, otro capítulo más, el ataque en el Sur. En el puesto de Luepa. Un puesto de Infantería de Selva. Un ataque de desertores que robó armas, más tarde recuperadas. Por la reacción de la Fuerza Armada. Que ese grupo fue entrenado en Cali, Colombia. Y recibieron dinero en Perú. Y los dejaron entrar a Brasil donde les dieron apoyo logístico. ¿Quién les permitió entrar? Aquí el relato de Maduro involucra a Colombia, Perú y Brasil. Dice que en Perú se encuentra el núcleo de la operación y señala al gobierno de Lima de cómplice. Pero vencieron. La Fuerza Armada venció otra vez. Porque a “cada golpe un contragolpe. Inmediato”.
Por supuesto, este relato tiene que incluir a Juan Guaidó. Y la temeridad de los Estados Unidos de imponerle a la Fuerza Armada un presidente. Apunta que ha sido trágico. Cómico. Imponerle a la Fuerza Armada ese Presidente. Pero la “Fuerza Armada reaccionó unida”. Y en este punto, voceó la consigna, la que dice es la frase que se impuso en este 2019: “Leales siempre, traidores nunca”. Eso dice Maduro que dijo la Fuerza Armada ante la operación Guaidó. “Fue contundente la lealtad demostrada por la Fuera Armada. A mí como presidente legítimo. Por eso les doy las gracias. Por su voluntad absoluta de Patria”. Dice que lo de Guaidó ha sido una “payasada” de la Casa Blanca y Bogotá.
Pero la guerra no termina allí. La guerra ha sido sicológica también. Los mensajes que se le envían a los oficiales por WhatsApp. Se les contacta. Se les ofrecen “villas y castillo, dinero”. Se sabe de cientos de oficiales contactados. “El 99% de las llamadas vienen de Colombia.
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Es una guerra nunca vista. Que tenemos que documentar como experiencia de nuestra Fuerza Armada. Debemos compartir esto como experiencia con el mundo”. Dice que los oficiales son contactados para que se vendan. Para que entreguen secretos militares. “Para que extraigan material militar”. Armas de la defensa antiaérea. Que son rusos, de primer nivel. Porque están detrás de “nuestros misiles”. Para robárselos. Para desmantelarlos. Que todo eso está montado desde Colombia. “Para que Venezuela no tenga capacidad antiaérea”. Y así “atacar y tomar territorio venezolano”. Revela que se han detectado más de 60 intentos de robo. Y alerta de que hay que elevar los niveles de vigilancia y aseguramiento.
Maduro quiere que esa épica se registre de verdad. Y por ello él mismo ofrece este balance. Que es al mismo tiempo el “balance estratégico operacional”. Que ha leído los documentos del balance. Y propone que “todos esos documentos deben llegar hasta el último soldado”. Porque ahí está “el balance del combate de las batallas y la victoria de 2019”. Y deben estar las instrucciones para el futuro. Maduro se muestra henchido de victoria pues ha derrotado ese ataque “multiforme”. Y dice: “Nos defendimos como se defiende un buen gladiador”. Con agilidad, contundencia, astucia, capacidad y valentía para contragolpear. Señala Maduro que toda la agresión, “se estrelló contra lo más fuerte que tiene la Fuerza Armada. Su conciencia de acero. Su moral indestructible. Que la llevó a pulverizar todas las formas de guerra sicológica, los complots y las conjuras”. Y apunta: “Hemos ganado varias batallas. Pero el combate continúa”.