Zenaida Amador (ALN).- Muchos se preguntan por qué Nicolás Maduro prefiere desembolsar 425 millones de dólares en un arreglo con Crystallex International con el fin de preservar Citgo, a riesgo de perder esos recursos en un trato que resulta cuesta arriba para un gobierno deslegitimado y sin músculo financiero. La respuesta es simple: ganar tiempo.
Son muchas las acciones que ejecuta Nicolás Maduro para sostenerse en el poder, que van desde la agresiva aplicación de su modelo socialista en Venezuela hasta los pactos y acuerdos desesperados que propicia a nivel internacional, comprometiendo recursos de la nación en condiciones desconocidas para la ciudadanía, con los cuales se granjea pequeños tramos de continuidad en el intrincado sendero de su gestión. Preservar Citgo, al menos “por ahora”, es parte de esa estrategia.
Para Maduro -y quienes ejercen el poder a su lado- es preciso garantizar las bocanadas de oxígeno mínimas para sobrevivir en medio de la peor crisis económica de la historia contemporánea de Venezuela, y Citgo es fuente de ingresos, garantía de suministros al mercado interno de combustibles y uno de los pocos activos de valor que le quedan a la nación.
Citgo posee tres refinerías en Estados Unidos: Lake Charles, en Louisiana, que puede procesar 418.000 barriles por día; Corpus Christi, en Texas, 157.000 barriles diarios, y Lemont, en Illinois, 179.265 barriles.
De cara a 2019 el panorama es mucho peor, tomando en cuenta el desplome que experimenta la producción petrolera. Con suerte los barriles generadores de caja se ubicarían alrededor de 226.000 al día, 69,2% menos que en 2018
Esas refinerías son un destino importante para las exportaciones venezolanas de crudo, de las que pende toda la economía nacional.
No hay que olvidar que la menguada renta petrolera se sostiene del hilo de las exportaciones a Estados Unidos, que son las únicas que le reportan pagos en efectivo a la nación, pues el resto se entrega en pago de compromisos y en convenios.
La firma Ecoanalítica es clara en sus estimaciones: Los barriles exportados que efectivamente generan caja a Venezuela promedian unos 569.000 por día para el tercer trimestre de 2018 (49,8% del agregado de las exportaciones efectivas) y podrían llegar tan sólo a 358.000 en el cuarto trimestre (37,7%). De cara a 2019 el panorama es mucho peor, tomando en cuenta el desplome que experimenta la producción petrolera. Con suerte los barriles generadores de caja se ubicarían alrededor de 226.000 al día, 69,2% menos que lo alcanzado en 2018.
La precariedad de la industria petrolera venezolana es tal que la firma Platts sostiene que “PDVSA depende de las tres refinerías de Citgo para productos refinados y diluyentes”.
Recientemente la Federación Única Nacional de Trabajadores Petroleros de Venezuela señaló que se importan alrededor de 60.000 de los 190.000 barriles de combustibles que necesita diariamente el mercado venezolano. El sistema refinador nacional está desmantelado y prácticamente inoperativo, por lo que de Estados Unidos proviene buena parte de la gasolina y el diésel que reciben los venezolanos.
La consultora Turner, Mason & Company señala que esas plantas refinadoras de Citgo son excelentes, de gran atractivo y que tienen un peso de interés en el sistema de refinación de Estados Unidos.
Como parte de la disputa con Crystallex se llegó a estimar el valor de Citgo en 8.000 millones de dólares.
Y otra vez el 10 de enero
La fecha del 10 de enero se ha convertido en foco de atención en Venezuela. Nicolás Maduro espera ese día tomar posesión de su segundo mandato presidencial, aun cuando está en tela de juicio la legitimidad de su reelección, que es desconocida por una veintena de naciones. Es decir, que a partir de esa fecha el país entraría en una nueva etapa de inestabilidad institucional, muy lejos de la senda democrática, lo que complicaría aún más su gestión, ya que se esperan mayores sanciones y el aislamiento internacional.
Sobrepasar este tramo crítico, incluyendo la fecha del 10 de enero, le abre a Maduro un espacio mínimo de supervivencia bajo el paraguas de Citgo, aunque la crisis persistirá, así como el riesgo de perder este activo más adelante
Hasta ese día tiene chance la nación de entregarle a Crystallex las garantías o colaterales para los pagos restantes del acuerdo, por unos 1.200 millones de dólares, a efectuar desde inicios de 2021, y que complementan los 425 millones de dólares ya entregados. Gracias a esto se suspende una orden judicial que le permitía a la minera canadiense tomar el control de Citgo para cobrar la indemnización de un fallo de arbitraje a su favor.
Si no lo hace, o sea, si para esa fecha Venezuela no presenta una garantía que asegure el pago restante, “Crystallex continuará con sus acciones”, aseguró Bob Fung, director ejecutivo de la minera. Esto indica que Crystallex ejecutará las acciones de PDVSA en Citgo. “Si ese proceso avanza, las acciones se venderán en una subasta”, señaló.
Esta puerta la abrió en agosto pasado el juez Leonard Stark, de la Corte del Distrito de Wilmington en Estados Unidos, quien determinó que PDVSA y la República Bolivariana de Venezuela constituyen una misma entidad. A partir de allí se han dado varias idas y vueltas legales y de negociación, con fuerte presión adicional de otros acreedores que ven en Citgo una vía para cobrar las deudas que Venezuela ha dejado de pagar, y que desembocaron en el anunciado acuerdo de pago a Crystallex.
Sobrepasar este tramo crítico, incluyendo la fecha del 10 de enero, le abre a Maduro un espacio mínimo de supervivencia bajo el paraguas de Citgo, aunque la crisis persistirá, así como el riesgo de perder este activo más adelante.