Zenaida Amador (ALN).- Mientras Nicolás Maduro se resiste a salir del poder cada vez es más obvio que sobre el régimen se impone un recrudecimiento de las sanciones internacionales, lo que afecta sus manejos económicos y financieros, restringiéndole cualquier margen de maniobra. Él lo sabe y por eso enfoca la mirada en la extracción minera, en donde concentra todos los esfuerzos para sacar el mayor provecho en el menor plazo posible.
“Venezuela tiene una de las reservas de diamantes más grandes del mundo. Dios proveerá diamantes, oro, petróleo y riquezas para el pueblo de Venezuela y la felicidad social de todos y de todas. Dios proveerá. Amén, digamos amén”, imploró Nicolás Maduro en un acto celebrado a comienzos de marzo en el estado Bolívar, al sur de país.
Aunque hablaba desde la misma entidad donde tan sólo dos semanas antes hubo una violenta arremetida de sus efectivos militares contra quienes defendían el ingreso de ayuda humanitaria desde Brasil con saldo de siete muertos, Maduro no hizo ningún comentario al respecto. Sus prioridades son otras y no las oculta, así como ninguno de sus funcionarios. La prioridad es sostenerse en el poder y la urgencia es echar mano de todos los recursos con los que pueda evadir el cerco internacional que se ha tejido a su alrededor desde que cesó su mandato constitucional el pasado 10 de enero.
“Venezuela tiene una de las reservas de diamantes más grandes del mundo. Dios proveerá diamantes, oro, petróleo y riquezas para el pueblo de Venezuela y la felicidad social de todos y de todas. Dios proveerá. Amén, digamos amén”, imploró Nicolás Maduro en un acto celebrado a comienzos de marzo en el estado Bolívar, al sur de país
“Guayana es la alternativa en tiempos de bloqueo económico”, afirmó. Guayana, en Bolívar, es una de las zonas de mayor riqueza minera de Venezuela.
Ese miércoles 6 de marzo no era la primera ocasión que afirmaba algo así ni la primera vez que suscribía acuerdos mineros que comprometen activos de la nación. La opacidad marca la pauta sobre estos múltiples pactos que firma saltándose los requisitos de ley con tal de acelerar la explotación en la zona. De allí que resulta complejo seguirles los pasos a los contratos, conocer los volúmenes involucrados, las cifras en juego y las implicaciones de tales operaciones.
Sólo la semana pasada se conoció desde Uganda que la policía de ese país está investigando el ingreso reciente de 7,4 toneladas de oro, aparentemente desde Venezuela. Lo curioso es que las dos cargas -con las que se alcanzó ese total- no entraron por los puntos oficiales de control aduanero de Uganda. En la refinería de oro donde sería procesado el mineral finalmente, tras un allanamiento, sólo fueron encontradas 3,6 toneladas.
Según el diputado de la Asamblea Nacional de Venezuela, Ángel Alvarado, de las bóvedas del Banco Central de Venezuela (BCV) fueron sustraídas 8 toneladas de oro a mediados de enero y ahora aparecen incompletas en Uganda. “Le recordamos a Uganda que ese oro fue sacado ilegalmente de Venezuela y que el BCV está siendo usurpado”, refiriéndose a las autoridades ilegítimas que Maduro mantiene al frente de diversas instituciones.
Minerales en maletas
Lo cierto es que el país desconoce los verdaderos flujos de extracción de los minerales preciosos que el régimen de Maduro sigue explotando y comercializando. No se sabe cuál es su destino final fuera de Venezuela, ni qué manejo se les da a los recursos que esta actividad genera.
Maduro apela a la minería porque con esta actividad no sólo levanta recursos de forma rápida y se inventa vías para evadir el cerco internacional, sino que a la par alimenta a las bandas irregulares que le dan soporte, que imponen su propia ley al sur de Venezuela y que también tejen redes para contrabandear internacionalmente los minerales
Aunque no hay información oficial al respecto, personal del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía maneja versiones según las cuales el tránsito de minerales en vuelos comerciales se ha convertido en una práctica cotidiana con pleno respaldo de las autoridades.
Reportes recientes de la agencia Reuters indican que el régimen de Maduro ha utilizado los vuelos directos que realiza la empresa Turkish Airlines de Caracas a Estambul para hacer envíos de oro a Turquía. No hay que olvidar que el mandatario turco, Recep Tayyip Erdoğan, es un aliado estratégico de Maduro y el negocio del oro está entre las prioridades a desarrollar aun con las sanciones internacionales y el cerco impuesto por Estados Unidos.
Se estima que en 2018 se enviaron a Turquía alrededor de 23 toneladas de oro, que equivalen a 900 millones de dólares. Tareck El Aissami, vicepresidente del Área Económica del régimen de Maduro, ha hecho frecuentes viajes a Turquía (el más reciente hace un mes) para gestionar estos tratos.
Pero Turquía no es el único destino. En enero pasado se conoció que Maduro intentó sacar alrededor de 20 toneladas de oro a través de un avión ruso que tocó suelo venezolano, lo que generó la reacción del asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Bolton: “Maduro no sólo requiere el apoyo de los paramilitares extranjeros para mantener los hilos restantes de una dictadura fallida, sino que los informes muestran que está sacando los activos venezolanos en un avión lleno. ¿Está robando recursos de la gente para pagar la intervención rusa?”.
A inicios de año se supo que el régimen de Maduro intentaba vender oro del BCV a Emiratos Árabes Unidos a cambio de euros en efectivo. Por acción del equipo técnico que trabaja con Juan Guaidó, presidente encargado de Venezuela, se paralizó una venta de oro a la firma Noor Capital de Emiratos Árabes por 29 toneladas de oro de las reservas venezolanas, de las que Maduro sólo pudo transar 3 toneladas.
Juan Guaidó ha movilizado a buena parte de la comunidad internacional para impedir que el régimen de Maduro continúe disponiendo de los recursos y de los activos de la nación, lo que constituye una piedra en el zapato para Maduro.
Diamantes en la mira
El pasado 6 de marzo, un día antes del megapagón nacional que duró más de 100 horas, Maduro anunció la firma de 154 alianzas para la extracción de diamantes con “organizaciones de la minería artesanal” y un acuerdo con la Corporación Ecominera de Diamante de Palestina. El plan, según explicó el ministro de Desarrollo Minero Ecológico, Víctor Cano, es producir unos 120 millones de quilates de diamantes en los próximos 20 años.
No hay que olvidar que recientemente el presidente del Estado de Palestina, Mahmoud Abbas, manifestó su total respaldo a Maduro. También hay que tener presente que en 2018 fueron creadas dos empresas mixtas que permitirán fortalecer -en cooperación con Palestina- el desarrollo de minerales como oro, diamante y coltán.
Los recientes acuerdos diamantíferos se circunscriben al área de Guaniamo, del estado Bolívar, cuyo potencial se estima en 275 millones de quilates. Ya en 2017 se firmó un memorando de entendimiento con la Empresa Nacional de Diamantes de Angola (Endiama) para la explotación conjunta de diamantes en Guaniamo, proceso que, sin avanzar, quedó en revisión a mediados de 2018 por decisión de Endiama.
El turbio negocio minero que crece a la sombra del gobierno de Maduro
El BCV lleva al menos un par de años trabajando en la zona para la exploración y extracción de diamante en bruto, tratando de cumplir con las normas del Sistema de Certificación del Proceso Kimberley (SCPK). Se estima que al BCV ingresaron más de 2.000 quilates de diamantes entre 2017 y 2018, aunque no hay cifras claras al respecto.
Los nuevos “tratos” suscritos este mes van de la mano de la urgencia de Maduro por recursos, que se acrecienta en la medida en que arrecian las sanciones internacionales en su contra. Por ello apela a la minería. Con esta actividad no sólo levanta recursos de forma rápida y se inventa vías para evadir el cerco internacional, sino que a la par alimenta a las bandas irregulares que le dan soporte, que imponen su propia ley al sur de Venezuela y que también tejen redes para contrabandear internacionalmente los minerales que extraen del territorio venezolano.