(EFE).- Dirigentes de países autocráticos como el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman, pero también de otros formalmente democráticos, como los presidentes de Brasil, Jair Bolsonaro, o de Hungría, Viktor Orbán, se han convertido en «depredadores de la prensa para Reporteros sin Fronteras (RSF). En la lista publicada este lunes, que actualiza la precedente de 2016, RSF incluye en total a 37 «tiranos» de todo el mundo a los que reprocha «una represión masiva de la libertad de prensa», entre los que por primera vez desde su creación hace una veintena de años figura el responsable de un país de la Unión Europea.
La razón es que considera que desde que Orbán volvió al poder en 2010 -primero como primer ministro y luego como presidente» no ha cejado en su empeño de atentar contra el «pluralismo y la independencia de los medios».
A partir de su idea de «democracia iliberal», ha transformado el servicio de radio y televisión pública en «órgano de propaganda» y a los medios privados o los ha convertido en siervos o los ha reducido al silencio.
Eso ha sido posible gracias a maniobras político-económicas y a la compra de medios por parte de algunos oligarcas vinculados a su partido, Fidesz.
CON BOLSONARO, MUCHAS DIFICULTADES PARA LA PRENSA
A Bolsonaro, al frente de la mayor democracia de Latinoamérica, la ONG le reprocha los insultos, humillaciones y «amenazas vulgares» que ha dirigido a la prensa desde que llegó a la presidencia en 2018.
Desde entonces, -subraya- «el trabajo de la prensa brasileña se ha vuelto extremadamente complejo» y los principales objetivos de sus ataques han sido las mujeres periodistas, los especialistas políticos y el grupo Globo.
Se queja en particular de la acción combinada de la familia y el entorno del presidente brasileño con personas que le apoyan desde las redes sociales y que, con ayuda de robots, se dedican a quitar credibilidad a la prensa a la que acusan de ser «enemiga del Estado».
Igualmente en Latinoamérica han entrado en la lista negra de Reporteros los presidentes de Cuba, Miguel Díaz-Canel, y de Nicaragua, Daniel Ortega, que se suman al de Venezuela, Nicolás Maduro, que ya estaba desde su llegada al poder en 2013.
La presencia de Díaz-Canel se justifica por la continuidad que ha dado al «totalitarismo de tipo soviético» que le dejó en sus manos cuando le cedió el poder Raúl Castro, que hasta entonces también figuraba entre los «depredadores» señalados por la organización.