Redacción (ALN).- Llamado “autoritario” y “dictador” por sus críticos, “estadista” y “protector del pueblo» por sus seguidores, Nicolás Maduro lleva 11 años gobernando Venezuela, y este 2024 buscará otro mandato de seis años.
“Acepto la candidatura presidencial para los comicios del 28 de julio, la acepto, la asumo y con el apoyo del pueblo iremos a una nueva victoria”, dijo Maduro tras confirmar su candidatura para las elecciones presidenciales que se celebrarán el próximo 28 de julio.
Ungido por su antecesor Hugo Chávez (1999-2013) tres meses antes de morir por cáncer, Maduro, un exconductor de autobús, llegó en 2013 a la presidencia subestimado por muchos.
De lograr la reelección, Maduro superaría a su antecesor y padre político y se convertiría en el mandatario con el periodo presidencial más largo en la historia reciente de Venezuela.
Convertido en un superhéroe con mano de hierro y capa roja, Maduro salva a Venezuela de enemigos externos y adversidades, según muestra el dibujo animado Super Bigote que transmite la televisión estatal de Venezuela VTV, como propaganda.
Pero fuera de la pantalla, otro es el asunto.
Durante su gobierno se gestó la peor crisis económica en la historia del país, con siete años de recesión y cuatro de hiperinflación que desataron escasez de alimentos y medicinas y aniquilaron el poder de compra de los venezolanos. Como consecuencia, millones de venezolanos emigraron en busca de oportunidades.
Pero Maduro, con una legitimidad cuestionada por una buena parte de la comunidad internacional, ha sobrevivido a protestas masivas contra su gobierno, presuntos atentados, sanciones internacionales, una presidencia paralela y a un fallido intento de golpe de Estado.
Su gobierno, marcado por la polarización y la crisis, se encuentra bajo investigación en la Corte Penal Internacional (CPI) por supuestos crímenes de lesa humanidad, tras la represión de multitudinarias protestas antigubernamentales en 2017 que dejaron un centenar de muertos.
En 2020 Estados Unidos acusó a Maduro de «narcoterrorismo» y ofreció 15 millones de dólares por información que permita su arresto.
El hombre leal de Chávez
En su última transmisión de radio y televisión, el 8 de diciembre de 2012, Chávez, enfermo, dijo:
“Mi opinión firme, plena como la luna llena, irrevocable, absoluta, total, es que en ese escenario que obligaría a convocar a elecciones presidenciales ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente”.
Y así fue. Maduro ganó las elecciones de 2013 con el 50,61% de los votos, apenas 1,5 puntos por arriba del opositor Henrique Capriles, quien impugnó sin éxito el escrutinio.
“[Chavez] eligió bien”, dijo a la VOA Larry Moreno, un venezolano de 69 años fiel defensor del chavismo. “A otro quizás ya lo hubiesen tumbado», siguió sobre Maduro.
“Lo que hay que buscar ahora son los métodos para realzar la economía”, agregó.
Maduro heredó de Chávez los números, luego venidos abajo, pero no el carisma. Maduro nació en Caracas en 1962. Culminó sus estudios de bachiller, pero nunca asistió a la universidad. Comenzó su vida política en la década de 1970, cuando militó en la Liga Socialista, una organización de izquierda revolucionaria de Venezuela. Se formó ideológicamente en Cuba entre los años 1986 y 87.
En 1992 se plegó a Chávez, cuando el entonces teniente coronel pagaba condena tras un fallido golpe de Estado.
De guardaespaldas, chófer de autobús, y sindicalista, Maduro pasó a ocupar importantes cargos en el gobierno de Chávez, como parlamentario, canciller y vicepresidente.
Está casado con Cilia Flores, parlamentaria y quien fue procuradora de Venezuela. Tiene un solo hijo de una relación pasada, Nicolás Maduro Guerra.
Según la biografía oficial, Maduro «fue destacado activista por la libertad del comandante Chávez cuando este se encontraba en prisión (…). En aquellos días, solía reunirse en la clandestinidad con los colectivos sociales que apoyaban el proceso revolucionario».
Una vez Chávez en libertad, Maduro lo ayudó a formar el partido de izquierda Movimiento Quinta República (MVR).
«Presidente obrero»
Su poca preparación académica y su trabajo como conductor de bus le costaron burlas, que luego aprovechó para personificar al “presidente obrero” de los pobres.
“La gente decía que era bruto, que era burro, que no iba a quedar tanto tiempo en el poder”, recuerda Ana Milagros Parra, politóloga y consultora.
Descalificaciones que, incluso, las alentó, con “deslices” o “estupideces calculadas” en televisión, afirma Evans.
En 2013, Maduro dijo que Chávez se le apareció en forma de “pajarito chiquito”. Rápidamente fue caricaturizado por sus críticos.
En todo caso, Maduro es hoy “sagaz y habilidoso” considera Evans, que lo define como “hombre desclasado que representa a una nueva burguesía en Venezuela”.
De su discurso prácticamente desapareció aquel socialismo del siglo XXI que tanto propugnó Chávez.
Pragmático
Maduro sobrevivió a una profunda crisis económica, con un PIB que se redujo en 80%, entre 2012 y 2021, e hiperinflación por cuatro años consecutivos, entre 2018 y 2022.
Además, enfrentó a una metralla de sanciones internacionales impuestas tras su reelección en 2018, comicios tachados de fraudulentos y boicoteados por la oposición.
Desde 2019, el dólar se impuso como moneda de facto y Maduro no opuso resistencia al uso del dólar pese a que por años satanizó su uso.
“Supo ser pragmático, sobre todo por las sanciones (…) para mantenerse en el poder y dejar fluir dólares en el país con tal de sobrevivir”, agregó Parra.
Su gobierno también ha estado inmerso en escándalos millonarios de corrupción.
Aliados externos
Maduro que recibió una ola de rechazó internacional en 2019 tras reelegirse en unas elecciones cuestionadas, nuca estuvo solo del todo. Contó con el apoyo incondicional de gigantes como Rusia, China, Irán, Turquía, y aliados tradicionales como Cuba y Nicaragua.
En Estados Unidos ve su principal enemigo y causante de todas sus desgracias.
En 219, fue acribillado por una batería de sanciones económicas que buscaron sin éxito su caída, incluido un embargo petrolero impuesto por Washington en 2019.
Pero Maduro consiguió luego el levantamiento parcial de sanciones y que Estados Unidos excarcelara a dos sobrinos de su esposa Cilia Flores, condenados por supuesto narcotráfico. También logró la libertad del empresario Alex Saab, acusado de ser su testaferro y enjuiciado en Florida por lavado de dinero.
“Estrategias autoritarias”
El año 2015 marcó un antes y un después en la estrategia de Maduro para preservar el poder en Venezuela “a toda costa”, consideran expertos.
Sus adversarios lo acusan de gobernar de manera autoritaria, de impulsar detenciones arbitrarias, persecuciones a políticos, y usurpar funciones.
En 2015, el chavismo sufrió la mayor derrota electoral de su historia, cuando la oposición ganó la mayoría calificada en el Parlamento. Pero apenas la oposición tomó el control, el Legislativo fue declarado en desacato por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), acusado de servir al chavismo.
Siguieron entonces años turbulentos para Venezuela con Maduro al frente, con choques de poderes, violentas protestas, represión y diálogos fallidos.
En 2017, Luisa Ortega Díaz, fiscal general (2007 y 2017), denunció “la ruptura del orden constitucional”. Hoy está exiliada.
Una Asamblea Constituyente, totalmente chavista, fue elegida en 2017 y asumió las atribuciones del Parlamento. La oposición reclamó fraude.
Este órgano convocó entonces a los comicios presidenciales de 2018 y el grueso de la oposición los boicoteó por considerar que las condiciones de las elecciones no eran legales ni democráticas.
Con una baja participación, Maduro fue reelecto para el periodo presidencial 2019-2024, en medio del cuestionamiento internacional a su legitimidad.
Su reelección agudizó los problemas económicos y políticos que ya enfrentaba.
Al menos 60 gobiernos desconocieron a Maduro y se inició la formación de un gobierno interino opositor, encabezado por Juan Guaidó, que duró cuatro años sin mayor éxito y marcado por la crítica.