Zenaida Amador (ALN).- “A Venezuela no la detiene ni el petróleo a 10 ni a menos 10”, afirma Nicolás Maduro tratando de emular aquel grito de guerra que Hugo Chávez lanzó en 2009: “Pónganme el petróleo a cero y aún con eso Venezuela no entra en crisis”. El crudo marcador de Venezuela se cotizaba este martes entre 1 y 2 dólares. ¿Qué pasará?
Esta es la respuesta de los líderes socialistas venezolanos ante el desplome de los precios del crudo con la idea de desestimar que en sus dos décadas en el poder dilapidaron cerca de 1 billón de dólares en ingresos petroleros, de los cuales unos 400 mil millones se perdieron en sus redes de corrupción, e intentando también distraer la atención de la crisis y la destrucción a la que condujeron al país.
Pero la realidad salta a la vista. Mientras en el mercado mundial los precios del WTI se desploman a niveles históricos y los del Brent van cediendo terreno, el crudo Merey, emblemático producto de la cesta de exportación venezolana, se cotizaba este martes entre 1 y 2 dólares el barril, según reportes de la agencia Reuters, cuando sus costos de producción superan en promedio los 12 dólares.
La devastación financiera de Venezuela ya estaba expuesta, pero el país profundiza su depauperación en este contexto. Tal vez por esto Nicolás Maduro asegura que “estamos preparados, nos hemos entrenado”, y es que, en efecto, desde 1999, cuando Hugo Chávez llegó al poder, y hasta 2020, se ha escrito una larga historia de destrucción de la principal fuente de ingresos de divisas de la nación y, en simultáneo, de la economía en general.
El negocio petrolero hasta 2013 aportaba en promedio unos 56.000 millones de dólares por año, pero para este 2020 se esperaba, antes del actual hundimiento de los precios, que solo rindiera unos 4.000 millones de dólares. Esta pérdida se debe a factores como la menor producción, ya que el país apenas bombea menos de 700.000 barriles por día, aun cuando los planes de la industria, que fueron dejados de lado por razones políticas, proyectaban para esta fecha una extracción de unos 5 millones de barriles por día.
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Esto, sumado al sobreendeudamiento, terminó haciendo que una porción clave de los pocos volúmenes disponibles terminara destinándose al pago de compromisos y a la atención de aliados políticos, como Cuba, por la vía de convenios. De esta forma se contrajo la oferta exportable que efectivamente genera caja a Petróleos de Venezuela y, en consecuencia, a la nación.
Maduro al desnudo
Con altos precios petroleros era posible encubrir esta situación, pero a partir de 2013, cuando los precios marcaron una tendencia a la baja, se hizo evidente que la nación se quedaba sin ingresos, lo que dio paso a una abrumadora escasez de productos básicos y al colapso progresivo de la infraestructura y de los servicios públicos, así como de sectores clave como salud y educación.
Luego, con las sanciones internacionales aplicadas al régimen de Maduro por su tendencia autocrática, se comenzaron a reducir el mercado que compraba la poca oferta exportable disponible y las opciones en el sistema financiero internacional para manejar los recursos generados por esta vía. Maduro recurrió a múltiples mecanismos para negociar los hidrocarburos, haciendo triangulaciones y pactando grandes descuentos. Pero más recientemente las operaciones se limitaban al intercambio de crudo por productos, como gasolina y alimentos.
A fines de marzo ya se hablaba de que Maduro estaba intentando adelantar negociaciones con China para lograr su apoyo en medio de la crisis, lo que implicaba una urgente renegociación de la deuda que la nación paga con crudo, que se impacta severamente con la caída de los precios.
Es decir, que prácticamente las exportaciones petroleras ya no estaban generando ingreso alguno a la nación, más allá de un menguado flujo de combustibles para mantener un suministro restringido en el mercado interno y algunos productos y materias primas para atender ciertas necesidades locales. Ahora, con un nivel de precios por debajo de los 10 dólares, el margen para hacer estos intercambios prácticamente desaparece.
A fines de marzo ya se hablaba de que Maduro estaba intentando adelantar negociaciones con China para lograr su apoyo en medio de la crisis, lo que implicaba una urgente renegociación de la deuda que la nación paga con crudo, que se impacta severamente con la caída de los precios. El régimen venezolano necesita pactar un período de gracia para resistir.
El mal momento
Si bien los analistas apuntan a que la coyuntura crítica registrada esta semana en los mercados globales puede pasar pronto, la realidad es que las proyecciones no son optimistas para los precios petroleros. Se espera que el acuerdo de reducción de producción de la OPEP y otros 10 países comience a impactar favorablemente en las cotizaciones a partir de mayo, pero eso no será suficiente para que haya una recuperación significativa.
Factores como la pandemia del COVID-19 y la sobreoferta de crudo atentan contra una sustancial recuperación de los precios petroleros, algo crítico para Venezuela que tampoco tiene acceso a los mercados financieros internacionales para compensar.
Venezuela necesita un nivel de precios sobre 28 dólares por barril para evitar el colapso, Si bien la media anual de la cesta petrolera venezolana rondaba la semana pasada los 30 dólares, una prolongación de la tendencia bajista hundirá ese promedio y con él la precaria estabilidad con la que Maduro venía timoneando la nación casi sin reservas internacionales, en default, con recesión económica y con hiperinflación.
Maduro ya vaticina lo que viene. “Venezuela va a seguir con resistencia, con aguante”.