Leticia Núñez (ALN).- Para el presidente de Venezuela hay imperios malos e imperios buenos. En la primera categoría está EEUU. En la segunda, Rusia, China, Turquía e Irán, a los que califica como “países amigos” y con los que quiere retomar la cooperación militar. Lo que Maduro parece obviar es que los cuatro, igual que Washington, tienen vocación imperial.
A Nicolás Maduro se le llenó este martes la boca con el antiimperialismo. En un discurso que apenas superó los 10 minutos, pronunció en 15 ocasiones las palabras imperio, antiimperialista y anticolonialista. Es decir, una vez cada 40 segundos. Basta el siguiente ejemplo: “La Armada nació con una marca: somos antiimperialistas y anticolonialistas de raíz. Los soldados deben sentirse orgullosos de pertenecer a una Armada profundamente republicana, socialista, bolivariana y chavista”, dijo el mandatario en un acto por los 235 años del natalicio de Simón Bolívar y del día de la Armada Bolivariana.
Maduro ataca al imperio. No importa el día. Tampoco la celebración del momento. Carga una y otra vez contra Estados Unidos, el país que lidera las sanciones al régimen chavista. De hecho, todo el poder chavista está sancionado por la comunidad internacional. Washington, junto con Canadá y la Unión Europea, han castigado a un total de 84 jerarcas del gobierno de Nicolás Maduro (Ver más: Quiénes son los 13 jerarcas chavistas más sancionados por EEUU, Canadá y la UE).
Pero él a lo suyo. “Las amenazas nos hacen más fuertes, hacen más fuerte nuestra determinación de no someternos al yugo de ningún imperio por poderoso que sea”, espetó en el acto.
Maduro fue el único presidente de América que asistió a la investidura de Erdogan
Ahora bien, el Maduro que ataca al imperio se mostró este martes partidario de retomar la cooperación militar con Rusia, China, Turquía e Irán, a los que calificó como “países amigos”. Dicho de otra manera: el antiimperialista Maduro aspira a rodearse de naciones con vocación imperial para completar la defensa de los mares venezolanos.
Según dijo, la Armada Bolivariana está trabajando en un “sistema” para que “nuestros mares jamás sean violados por fuerza extranjera alguna y para que jamás se le ocurra a ningún imperio intentar venir a doblegarnos, a bloquearnos o a dañar laVenezuela azul”. Para conseguirlo, manifestó que se ha de “retomar con mucha fuerza la cooperación militar con las potencias militares del mundo”. Con las ya citadas Rusia, China, Turquía e Irán. Potencias militares, según la terminología de Maduro, y también países cuya vocación imperial es un hecho.
Rusia
El presidente ruso ha seducido a sus votantes con la recuperación de la gloria perdida, de aquel enorme imperio llamado Unión Soviética.
A lo largo de los 18 años que, hasta ahora, ha durado su mandato, Vladimir Putin ha atornillado todos los instrumentos de su poder. Ha dado forma al fantasma de la amenaza externa: Estados Unidos (como Maduro). Piensa que “la desintegración de laURSS fue una catástrofe”. Por ello, no ha hecho otra cosa que tratar de recuperar la influencia perdida por Moscú tras el derrumbe del régimen comunista. Le obsesiona esta idea. Lucha por imponerla a nivel mundial.
Sobre la cooperación militar que Maduro aspira a retomar con Rusia cabe destacar un antecedente. En diciembre de 2016, el presidente de Venezuela anunció en una transmisión televisiva desde una unidad militar del estado Carabobo: “He aprobado los recursos para dotar con las armas más modernas de Rusia y China a las Fuerzas Especiales de la nación”. Las compras, sin embargo, jamás se produjeron, tal como reveló el Stockholm International Peace Research Institute (Sipri).
Con el fin de las importaciones venezolanas en 2017, la industria armamentística rusa ha perdido a uno de sus principales clientes a nivel mundial, que le pagó 2.791 millones de dólares en la última década. A pesar de que el régimen chavista no ha hecho compras a Moscú en los últimos tres años, en los dos últimos quinquenios fue el quinto país del mundo que más gastó en material bélico procedente de Rusia (Ver más: Nicolás Maduro no tiene dinero ni para comprar armas).
China
Los deseos imperiales tampoco son ajenos a China, un país que ha desarrollado estrategias de influencia desde hace más de 5.000 años. Xi Jinping es su emperador. Es el hombre más poderoso de China. Un líder sin límites temporales a su mandato que promete hacer época. De momento, está plantando cara a Estados Unidos en la guerra comercial que ambos países mantienen por la supremacía mundial.
En lo que respecta a Venezuela, como publicó el historiador Pedro Benítez en ALnavío, el auxilio financiero de China no salvará al régimen de Maduro. Desde hace más de 10 años, Pekín le ha prestado a Caracas más de 60.000 millones de dólares a cambio de asegurarse un suministro petrolero que ha llegado a 500.000 barriles al día. Asimismo, los dos gobiernos firmaron numerosos convenios de cooperación. Pero los préstamos chinos no han podido evitar la crisis de las finanzas públicas venezolanas, ni la caída de la producción petrolera venezolana (Ver más: El auxilio financiero de China no salvará al régimen de Nicolás Maduro).
En América Latina, China ya es el primer socio comercial de Chile, Perú y México
Pese a la declarada amistad entre los dos regímenes, las dificultades a la hora de ejecutar los proyectos han sido continuas. Hasta el punto de que la mayoría no se han concretado. A todo ello se suma que el gobierno chino ya se ha asegurado el suministro de petróleo y gas por parte de Rusia.
En América Latina, China ya es el primer socio comercial de Chile, Perú y México, y socio principal de Brasil, Argentina, Uruguay y Venezuela. Además, está en plena conquista comercial de los países de la región bañados por el océano Pacífico. Mantiene tratados de libre comercio con Chile, Perú y Costa Rica. Ha iniciado las negociaciones con Panamá, donde ya es el segundo mayor cliente del Canal. Pekín también estudia la posibilidad de formalizar otro acuerdo con Colombia (Leer más:China conquista el oeste latinoamericano a golpe de tratados de libre comercio).
Turquía
Hace tiempo que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, proclamó su intención de hacer de Turquía una gran nación, una gran potencia. En 2001 dijo que “500 millones de islámicos están a la espera de que Turquía se levante”. Hay quienes consideran que la ambición del mandatario es convertir al país en la primera gran potencia islámica. “Por tamaño, por ubicación, por economía, por aspiraciones, Turquía podría ser eso y más”, dice el analista José Carreño en un artículo publicado en el periódicoExcelsior. Y añade: “Erdogan, otro líder carismático, otro hombre fuerte, busca su lugar en la historia turca”.
De hecho, el pasado febrero Erdogan reivindicó la República de Turquía como “continuación” del Imperio Otomano en un homenaje por el centenario de la muerte del sultán Abdulhamid II. “La República de Turquía, como los Estados previos, son la continuación uno de otro y también de los otomanos”, dijo, para agregar: “Por supuesto, las fronteras han cambiado, las formas de gobierno han cambiado. Pero la esencia es la misma, el alma es la misma e incluso algunas instituciones son las mismas”.
El pasado 9 de julio, Maduro fue el único presidente de América que asistió a la investidura de Erdogan, quien cuenta con poderes ejecutivos casi ilimitados, hasta el punto de poder destituir y nombrar jueces a dedo y gobernar por decreto. Ambos presentan coincidencias a la hora de ejercer el poder de forma autoritaria. Y también mantienen estrechos lazos con otros mandatarios de dudosas credenciales democráticas como el sirio Bashar Al-Assad, el iraní Hasán Rohani y el ruso Vladimir Putin.
El presidente turco y los ayatolás iraníes, de hecho, han jugado un papel fundamental para que Maduro encuentre en el mundo musulmán una vía de escape a su creciente aislamiento internacional. Apartado de los principales encuentros multilaterales americanos e iberoamericanos, el mandatario venezolano comenzó a acudir el año pasado a las cumbres de la Organización de Cooperación Islámica.
Irán
Finalmente, Irán es heredero del Imperio Persa, con más de tres milenios de historia. Es una potencia emergente en Oriente Medio. Se trata de una pieza clave para la estabilidad en su entorno regional y, por tanto, un país central para la estabilidad internacional. “Juega un papel cada vez más relevante en la cuenca mediterránea, así como en el Golfo Pérsico y en Asia Central y Meridional. Por todo ello, su capacidad de estabilización o desestabilización hace de este país uno de los principales actores del sistema internacional”, tal como explica Narcís Serra, director del think tank Cidob.
Teherán y Caracas son socios desde los inicios de la OPEP en la década de los 60
Teherán y Caracas son socios desde los inicios de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en la década de los 60. Al igual que con Rusia, Libia y otros países del eje de confrontación anti-EEUU, las relaciones entre ambos se intensificaron bajo el gobierno de Hugo Chávez. Desde entonces Irán y Venezuela han desarrollado fuertes lazos, principalmente en el área de producción energética y de cooperación económica. Chávez prometió que Venezuela estaría “junto a Irán en cualquier momento y bajo cualquier condición” y Mahmud Ahmadinejad dijo sobre el venezolano: “Siento que he encontrado un hermano y un compañero de trinchera”.
En América Latina, Irán también mantiene acuerdos de cooperación con Bolivia, que abarcan ámbitos tan dispares como la defensa y la exploración espacial.