Daniel Gómez (ALN).- Como en 2019, este 2020 en el discurso de salutación a la Fuerza Armada, Nicolás Maduro les ofreció a los militares una épica de batallas y victorias para que le sigan siendo fieles. Y estos le respondieron poniéndose de pie y ovacionando una amenaza contra Juan Guaidó y la Asamblea Nacional. “En un país donde hay ley y justicia, habrá paz. No me temblará el pulso para actuar férreamente de acuerdo a la justicia y la ley”, dijo Maduro mientras el Alto Mando le aplaudía.
Juan Guaidó sigue apelando a la fuerza de los militares para salir de Nicolás Maduro, pero la Fuerza Armada, o al menos el Alto Mando, parece no darse por aludida.
En el discurso de salutación de fin de año a la Fuerza Armada, Maduro volvió a demostrar que tiene a los militares de su lado. Estos aplaudían cada frase, cada arenga y cada advertencia que Maduro lanzaba contra Washington, contra Bogotá y contra la oposición.
El momento álgido del discurso, de más de una hora, fue cuando señaló a Juan Guaidó y a la Asamblea Nacional, ahora que declararon la continuidad administrativa del organismo. Y aunque Maduro no mencionó por su nombre a Guaidó, tampoco dejó lugar a la imaginación.
“No me temblará el pulso”
“Por ahí se inventaron la estupidez de creer que una autoridad pública puede autoextenderse en el mando cuando fenece de acuerdo a la Constitución llámese como se llame”, apuntó.
“Se ha pretendido nuevamente autoproclamar y usurpar una autoridad que sólo entrega el pueblo de manera temporal. Todo el poder es temporal”, agregó recordando que por ley el mandato de la Asamblea Nacional termina el 5 de enero de 2021.
Entonces llegó la amenaza: “Sólo digo una palabra: frente a estas ínfulas de autoproclamación y extensión ilegal e inconstitucional de supuestos mandatos, que se cumpla la ley, que se haga justicia. En un país donde hay ley y justicia, habrá paz. No me temblará el pulso para actuar férreamente de acuerdo a la justicia y la ley”.
Y tras la advertencia fue el turno de la apoteosis. Maduro miró a los militares, quienes le aplaudían, y envalentonado, crecido y furioso, alzó la voz y sentenció: “No me temblará el pulso. Se acabó la guachafita”.
La respuesta de los militares fueron más aplausos y el Alto Mando, a espaldas de Maduro, poniéndose de pie para ovacionarle, entre ellos, el general y ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López.
Otro discurso de épica, batallas y victorias
Ese fue el broche de otro discurso de salutación cargado de épica, batallas y victorias. Si en 2019 Maduro declaró como triunfos el bloqueo a la ayuda humanitaria el 23 de febrero, y la frustración del intento de alzamiento el 30 de abril, este 2020 tuvo en la respuesta a la Operación Gedeón su gran gesta.
La Operación Gedeón es como se conoce a la incursión que un grupo de militares venezolanos, con el apoyo de mercenarios estadunidenses, trataron de hacer el pasado 3 de mayo en Venezuela para desestabilizar al gobierno de Maduro. La expedición, que llegó por la playa de Macuto, fue rápidamente frustrada por la Fuerza Armada.
En el discurso, Maduro dijo que la Operación Gedeón fue frustrada por la Operación Negro Primero Aplastamiento del Enemigo. Que un comando de militares venezolanos contrarrestó una ofensiva que pretendía “matar al presidente de la República y al Alto Mando militar”. Eso dijo Maduro.
“No contaban con la preparación, la disposición y la capacidad de combate de nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana. ¡Victoria! ¡Victoria! ¡Victoria!”, clamó el mandatario.
Maduro también vendió como una batalla (y como un triunfo) la lucha contra la pandemia y la organización de las elecciones parlamentarias de este 6 de diciembre. Llamativo porque en Venezuela los indicadores fiables sobre el coronavirus destacan por su ausencia, y los comicios fueron declarados por Estados Unidos, Europa y el Grupo de Lima como ilegítimos. Pese a todo, los militares también aplaudieron las arengas de Maduro, y tomaron nota de las amenazas. Porque según Maduro, Washington y Bogotá siguen teniendo planes para desestabilizar Venezuela.