Zenaida Amador (ALN).- Han trascurrido las primeras tres semanas desde que Estados Unidos aplicó sanciones petroleras al régimen de Nicolás Maduro tras el reconocimiento de Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela. Desde entonces se han intensificado las acciones para proteger los activos externos de la nación y se cierran los flujos de recursos a disposición de Maduro, quien, casi sin oxígeno financiero, sigue forzando su permanencia en el poder. Los elevados costos de esta situación repercuten en la economía y en los venezolanos.
Aunque en medio de las sanciones Nicolás Maduro ha buscado canalizar despachos petroleros a Asia, principalmente a la India, no quedan claras las vías a través de las cuales se moverán los fondos obtenidos por tales operaciones, ya que a nivel internacional el desconocimiento de su Gobierno se traduce en un cerco a las operaciones financieras que puedan darle oxígeno para seguir resistiendo a salir del poder.
El jefe de seguridad de la Casa Blanca, John Bolton, lanzó una clara advertencia a los países y las empresas que continúan negociando con Maduro: “Las naciones y las firmas que apoyan el robo de recursos venezolanos de Maduro no serán olvidadas”. Esto no ha entrabado las compras petroleras a Venezuela por parte de empresas indias, pero sí deja dudas sobre la forma como se está concretando el flujo de los recursos.
El jefe de seguridad de la Casa Blanca, John Bolton, lanzó una clara advertencia a los países y las empresas que continúan negociando con Maduro: “Las naciones y las firmas que apoyan el robo de recursos venezolanos de Maduro no serán olvidadas”
Se estima que Maduro logró exportar 1,12 millones de barriles diarios en la primera quincena de febrero. Ninguno de los barriles despachados tuvo como destino EEUU.
Por otra parte, Maduro asegura que está llegando verdadera ayuda humanitaria de sus aliados, como Rusia, China y Cuba, que “pagamos con nuestro dinero porque no somos mendigos de nadie”, mientras niega el acceso de la ayuda internacional ofrecida bajo la mediación de Juan Guaidó.
Además, en varias ocasiones ha asegurado que dispone de “un fondo” de donde puede girar recursos para atender necesidades del país, como el embellecimiento de las ciudades y esquemas de seguridad ciudadana, pero la realidad es otra.
PDVSA también ha intentado desmentir “informaciones mal intencionadas que pretenden confundir al pueblo venezolano” como la noticia de que Gazprombank le congeló las cuentas y suspendió las transacciones con la estatal venezolana para reducir el riesgo de que la entidad financiera caiga bajo las sanciones estadounidenses. Sin embargo, la agencia Reuters da por hecho que las cuentas de PDVSA en el banco ruso están actualmente congeladas y Carlos Paparoni, diputado de la Asamblea Nacional (AN), ya confirmó que en esta condición se encuentran 11 cuentas de PDVSA en Gazprombank.
Como parte del esfuerzo para evitar que Maduro y sus funcionarios sigan disponiendo de los activos y fondos de la República, Juan Guaidó y la AN ya han logrado identificar 72 cuentas internacionales de la nación. Por esta vía, según Paparoni, han logrado proteger 3.200 millones de dólares en activos líquidos.
“Nuestra prioridad es evitar que roben más dinero, que sigan sustrayendo más dinero en efectivo y que sea extraído a través de métodos no convencionales sin que los venezolanos sepan qué se está haciendo con ese dinero”, aseguró.
La estrechez de ingresos golpea con fuerza al régimen de Maduro, que ya en 2018 incumplió con el cronograma de pagos de deuda externa y que para este año enfrenta varios compromisos que no podrá atender, incluso con aliados estratégicos como Rusia.
Si bien el régimen había buscado una vía de levantar dinero con el envío de oro a Turquía por canales no convencionales, esta opción también ha sido bloqueada por las sanciones internacionales en su contra y por el desconocimiento masivo a su legitimidad como gobernante. Sin embargo, las gestiones de sus funcionarios siguen enfocadas en Asia, que se perfila como el último recurso para proveerse de fondos y de suministros para evitar el inminente colapso del aparato productivo nacional privado que, dado el modelo económico desplegado, es dependiente de las importaciones y está intervenido por el Estado.
Menos dólares, pero más bolívares
La merma en los ingresos ha tratado de ser compensada a nivel interno por la vía de la emisión monetaria para poder sostener el gasto en bolívares, lo que seguirá potenciando el proceso hiperinflacionario. Sólo en el último mes la liquidez creció 108% incluso con medidas como el aumento del encaje legal a la banca, entre otras, con las que se ha intentado secar el mercado, pero la propia voracidad del régimen sigue lanzando dinero a la calle sin relación alguna con la realidad de contracción de la actividad económica nacional.
Incluso con esto, Maduro se ha atrasado en el pago de los salarios a los empleados públicos, acrecentando el malestar en este sector. Según el Frente de Trabajadores Petroleros, el argumento que les dan los funcionarios para justificar el atraso es que sufren el bloqueo financiero tras las sanciones que impuso Estados Unidos.
Tampoco a Maduro le ha sido posible sostener el suministro regular de alimentos a través de los Comité Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), sistema que ya mostraba serias fallas en el último tramo de 2018 y que en diciembre alcanzó su punto culminante cuando el gobierno de Maduro no pudo cumplir su promesa de entregar pernil subsidiado a todos los hogares del país.
Aun así, el ministro de Información, Jorge Rodríguez, prometió el reparto de 20.000 cajas CLAP con alimentos en Cúcuta, Colombia, donde -afirmó- 10% de la población vive en pobreza extrema. Esto resulta un contrasentido dada la realidad local que golpea con fuerza a todos los venezolanos.
Maduro resiste en la Presidencia y juega con fuego, no sólo por su postura desafiante ante las grandes potencias internacionales que lo desconocen y le piden su salida, sino ante la población que padece el agravamiento diario de la crisis.