Reinaldo Iturbe (ALN).- Ocurre en cámara lenta. Pero ocurre. Para entender las últimas medidas económicas dictadas por el gobierno de Nicolás Maduro hay que remontarse al pasado reciente. En 2019, la admimistración de Maduro ordenó hundir la cartera crediticia de la banca mediante un encaje legal sobre saldos marginales de 100 puntos. Esto representaba, en términos prácticos, que de cada bolívar adicional que captara la banca, el 100% debía ser encajado en el Banco Central de Venezuela.
El argumento que presentó el Ejecutivo tenía como objeto abatir la hiperinflación y detener la escalada de la cotización del dólar informal. Nadie apostó un céntimo por esa política monetaria restrictiva. Ningún analista dio en el blanco. Pero a medida que la banca se veía obligada a encajar todas sus captaciones, disminuía progresivamente el multiplicador monetario bancario. Buena parte de los créditos «baratos» eran usados para comprar dólares. De allí que el tipo de cambio siguiera su ritmo de aceleración progresiva.
Es decir, el gobierno buscaba abatir la hiperinflación y al mismo tiempo contener el dólar. Tres años despúes, Venezuela salió del ciclo hiperinflacionario y el dólar ha mantenido una cotización estable contra todo pronóstico. Todas las firmas y economistas se equivocaron pronosticando un cierre en 2021 de 13 bolívares por dólar. La realidad fue otra: cerró estable en una banda de 4,5 bolívares a 5 bolívares por dólar.
Presupuesto ejecutado en dólares
Los economistas en Caracas no contaban con que el Gobierno tendría más recursos en divisas; que esas divisas serían quemadas en el mercado interbancario para aliviar las presiones de la demanda del dólar; que el déficit fiscal se reduciría; que el Banco Central se abstendría en consecuencia de monetizar el déficit, y tampoco contaban con otro elemento clave: que el Gobierno ejecutaría buena parte de su presupuesto en dólares y no en bolívares, evitando de este modo alimentar el círculo vicioso de bolívares circulantes sin respaldo.
Ahora, Venezuela llevó su inflación a un dígito mensual desde octubre. Salió del ciclo hiperinflacionario. Y Maduro pone la mira en el sector bancario. El encaje legal, que hasta hace poco era de 85 puntos, fue relajado hasta 73 puntos.
Maduro pide a la banca que utilice sus captaciones en divisas al cambio en bolívares para expandir la cartera crediticia. Quiere Maduro «dinamizar» la economía aprovechando la estabilidad del dólar y de la variación de precios.
Gestión y carrera electoral
Lo que sigue en agenda 2022-2024 para el Gobierno se reduce a una sola palabra: gestión.
Y la gestión arranca en 2022 con un encaje legal más bajo y una reforma a la Ley de Impuestos a Grandes Transacciones Financieras en dólares y criptomonedas que busca aumentar la recaudación de 13% a 18,5%.
Así, en cámara lenta pero sostenida, Maduro combina apertura crediticia bancaria, recaudación tributaria en dólares y licencias al mercado de valores para que las empresas puedan financiarse a través de la emisión de papeles comerciales.
Se aproximan las elecciones presidenciales y el oficialismo quiere tener todas las piezas del tablero en orden: no se darán el lujo de permitir algún tipo de desorden macroeconómico en plena carrera electoral.