Valentina Álvarez (ALN).- En un viraje dramático, la accidentada brújula política de Brasil acaba de dejar al mundo con la boca abierta: un año después del impeachment de Dilma Rousseff, Michel Temer está por seguir los pasos de su antecesora. Tras la publicación de la grabación que lo incrimina, Temer jura que no renuncia.
Poco después del mediodía de este jueves el Supremo Tribunal Federal confirmó que Michel Temer será investigado por obstrucción a la justicia, entre otros crímenes.
El impopular Temer, quien ha declarado que no renunciará tras la publicación de la grabación que lo incrimina en el caso Lava Jato, ya saboreaba las mieles de una tímida recuperación económica cuando sucumbió a sus viejos vicios. En marzo, el mandatario aceptó un insistente pedido de reunión nocturna con el empresario Joesley Batista, dueño del frigorífico JBS -con filiales en cuatro continentes-, quien pedía verlo sin demoras.
Temer se sinceró ante Batista (quien como medio Brasil es investigado por el Lava Jato): le pidió sobornos millonarios para comprar el silencio de un poderoso aliado preso por corrupción; le confió que el Banco Central reduciría la tasa de referencia de la economía la semana próxima y le prometió nombrar un director afín a sus intereses en una empresa pública, a cambio de su colaboración financiera. Como sucede en las películas de gangsters, Batista estaba grabando la conversación y la Policía Federal filmaría la entrega del dinero combinada entre el empresario y el mandatario.
La trama fue revelada por O Globo y la grabación ya se hizo pública.
Temer ha declarado que no renunciará tras la publicación de la grabación que lo incrimina en el caso Lava Jato
Con pistola humeante en la mano, su coalición rogándole que tire la toalla, sus ministros admitiendo a periodistas que están limpiando sus escritorios, Temer resiste. En el segundo piso del Palacio de Planalto aseguró que las pruebas en su contra son fraudulentas, que no tuvo acceso a las grabaciones que le incriminan y que su gobierno venía superando la crisis económica con éxito.
Los aliados abandonan el barco
Los partidos de la coalición que le apoyan están de salida, porque temen hundirse junto al mandatario. La realidad cambia minuto a minuto, el real se deprecia, las acciones de las empresas brasileñas caen, pero al menos se sabe que de faltar el presidente asumiría el cargo por 30 días el presidente de la Cámara de Diputados, el centrista de 46 años Rodrigo Maia.
Pero, ¿qué esperar después? La crisis logró unir a varias corrientes políticas e ideológicas en el pedido de nuevas elecciones generales. La Constitución brasileña establece que no puede haber elecciones directas, sino que en caso de ausencia presidencial el Congreso debe elegir a quien completará el período actual, que termina en diciembre de 2018.
En la tarde del jueves los caciques del PMDB -el partido de Temer- estaban reunidos barajando posibles nombres para sustituir al declinante mandatario que se aferra a la presidencia. En el PSDB también buscaban un nombre de consenso para una elección indirecta o directa. La oposición -con el PT a la cabeza- pide impeachment y nuevas elecciones, según con quien se hable.
Una elección directa antes de tiempo requeriría una enmienda constitucional que ahora, con el Congreso entre el desorden y el pánico, luce inviable. Otra opción sería que el Supremo Tribunal Electoral dictamine que la fórmula Dilma-Temer a las presidenciales de 2014 sea anulada por haber recibido aportes financieros ilegales, una investigación que ya está en curso.
Lula, el inefable
Incombustible, quien luce como posible candidato favorito a una eventual elección directa es Lula da Silva. El expresidente sufre por estas horas los embates de las investigaciones del Lava Jato, pero también ha sido objeto de ensañamiento por parte del juez Sergio Moro y sus fiscales, deslices que han victimizado a Lula ante gran parte del electorado.
A pesar de niveles de rechazo de hasta 50%, Lula convoca la aprobación de entre 25% y 30% de los votantes, según las últimas encuestas publicadas. Sin oponentes fuertes a la vista, en una elección rápida, se trata de un nivel de popularidad más que competitivo. Además podría pesar a su favor el factor sorpresa: la clase política estaba preparada para combatir a Lula en 2018 y muchos pensaban que en esa fecha ya estaría preso. En la lista también figuraría la ambientalista Marina Silva, quien solo aparece en público cuando se acercan las elecciones y mide bien.
La Ley Complementaria 64 determina que solo pueden competir por la Presidencia en una elección quienes no hayan ocupado cargos públicos en los últimos seis meses. Lula cumple con el requisito, que no sirve al ascendente alcalde de Sao Paulo, Joao Doria, del PSDB, partido herido de muerte por el Titanic de Temer.
La crisis logró unir a varias corrientes políticas e ideológicas en el pedido de nuevas elecciones generales
La víctima más notoria del PSDB fue el exsenador Aécio Neves, quien en menos de 24 horas fue despojado de la presidencia del partido, de su mandato parlamentario, y tiene a una hermana presa por las grabaciones de Batista. Según el empresario, Neves le pidió cerca de 700.000 dólares en efectivo para costear su defensa ante el Lava Jato. El dueño de JBS -y frecuente interlocutor del venezolano Diosdado Cabello cuando hacían buenos negocios- grabó la conversa y mandó los billetes marcados en una maleta con chip. El primo de Aécio fue a buscar el encargo y cayó redondo en la trampa.
El primo Neves ya está preso. El empresario Batista, en cambio, negoció con la Justicia brasileña la salida del país de toda su familia y sigue el caso desde su apartamento de la Quinta Avenida, en Nueva York. Socio del estatal BNDES, el frigorífico JBS se expandió en el mundo y ya tiene 80% de sus negocios fuera de Brasil.