Leticia Núñez (ALN).- La presidenta de Chile está a tres meses de terminar su segundo mandato. Se va con la izquierda fracturada y todo apunta a que saldrá del Palacio de La Moneda entregando la banda presidencial al expresidente Sebastián Piñera. El líder del centro-derecha es el favorito en las elecciones de este domingo. En el balance de este gobierno, los expertos coinciden en que Bachelet se atrevió a impulsar reformas estructurales, pero que acabaron “mal ejecutadas”.
Si se cumple el guion, Sebastián Piñera ganará este domingo la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Chile con holgura. No obstante, no parece probable que el líder del centro-derecha consiga la mayoría absoluta, por lo que tendría que esperar al próximo 17 de diciembre para sellar una victoria que le llevaría al Palacio de La Moneda por segunda vez. Ya gobernó de 2010 a 2014. Y entonces, como todo apunta que ocurrirá ahora, sucedió a Michelle Bachelet. La presidenta no atraviesa su mejor momento. Tras cerrar el primer gobierno, en 2010, con una aprobación de 84% y llegar de nuevo al poder en 2013 con el 62% de los votos, actualmente su popularidad no supera el 30% (llegó a desplomarse a 15%).
Parece condenada a entregar la banda presidencial a alguien ajeno a la izquierda, más dividida que nunca. Chile se sumaría así al giro hacia la derecha de América Latina, tras los triunfos de Mauricio Macri en Argentina y de Pedro Pablo Kuczynski en Perú.
Expertos consultados por el diario ALnavío coinciden en que un mal planteamiento de las reformas que impulsó terminó por hundir en Chile a la que Forbes considera como una de las mujeres más poderosas del planeta. “Veo buenas intenciones en llevar a puerto algunas banderas de la izquierda, pero enormes dificultades políticas para conseguirlo”, señala Valeria Palanza, profesora del Instituto de Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Una postura que comparte José Burmeister, abogado chileno y simpatizante del Partido Demócrata Cristiano: “La gran luz de Bachelet es que se atrevió a empujar un poquito más allá de la frontera de lo posible y logró concretar reformas estructurales para el país. Pero la gran sombra es que pese a que algunas reformas eran muy buenas en sus propósitos, se hicieron muy mal. Son buenos proyectos, aunque mal armados. Ahí está la responsabilidad no sólo de que uno plantee proyectos, sino de que esos proyectos estén bien redactados y elaborados”.
De hecho, Burmeister asegura que “el caballito de batalla de Piñera para ganar es haber instalado la idea de que el gobierno de Michelle Bachelet es el gobierno de la mediocridad, del trabajo mal hecho”.
¿Cuáles son esos proyectos “mal ejecutados” por el Ejecutivo de Bachelet? En primer lugar, los expertos hablan de la reforma constitucional. Burmeister destaca lo crucial de impulsar esta reforma tras años de limitaciones, pero critica que no se definiera un tiempo y un procedimiento para hacerlo. “Eso te da una incertidumbre horrible, no puedes hacer proyectos de inversión…”, explica, para después rematar: “Fue como operar a un paciente y no coserlo”.
“No hubo preocupación por la continuidad y entregar la banda presidencial a la derecha sería un desastre”
Mientras, Palanza es rotunda: “Implementarla de manera tan pobre en términos de estrategia política hace que uno llegue a pensar que no había verdadera intención política de avanzar en esa agenda”.
Por otra parte, la profesora ve los cambios en educación promovidos por Bachelet “como uno de sus hitos”. La reforma educativa aseguró el acceso gratuito universal a la educación superior y la gratuidad universitaria para el 60% de los estudiantes más pobres en un país en el que las matrículas en la universidad rondan los 12.000 dólares anuales. Se pretende alcanzar el 100% en años posteriores, pero esto es algo que queda sujeto al crecimiento de la economía nacional. Dice Palanza que “es bien importante”, pero advierte que habrá que esperar para ver cómo se implementa.
Por su parte, Burmeister vuelve a hablar de “buenas intenciones, pero mala gestión” por haberse cambiado “reiteradas veces el contenido del proyecto de ley”.
En tercer lugar, aparece la reforma tributaria. Aquí el abogado chileno ataca sin compasión: “Es de las peores que uno puede imaginar. Hubo una muy buena intención de recaudar más y lo único que ganaron fueron los ahogados tributaristas. No transmite claridad en sus propósitos y el texto está muy mal hecho”. A lo que añade: “Es de un nivel de complejidad y enredo que hace que sea impracticable”.
“Tal vez hemos sido muy ambiciosos”
La propia Bachelet tiene su versión de los hechos. En una entrevista que concedió a la BBC le pidieron que hiciera autocrítica de este segundo mandato. Y esto fue lo que respondió la mandataria: “Tal vez hemos sido muy ambiciosos para hacer reformas tan profundas y grandes en tan sólo cuatro años. Y, por tanto, no siempre hemos tenido la posibilidad de ir mostrando los éxitos y beneficios que estas reformas tienen”.
“Implementar la reforma constitucional de manera tan pobre hace pensar que no había verdadera intención política de avanzar”
Bachelet lamentó que “no siempre” fue bien comprendida, pero se mostró convencida de que “en la manera que se vayan mostrando frutos, la gente va a ir percibiendo lo bueno que es, por ejemplo, haber terminado con la segregación del sistema escolar. Lo bueno que va a ser cuando muchos más jóvenes puedan estudiar gratis en la educación superior, cuando se perciban los beneficios del fin al lucro en las escuelas privadas subvencionadas por el Estado”.
Preguntada por el mayor logro de su actual gobierno, dijo que prefiere esperar al último día para tener un balance más adecuado. No obstante, señaló que “hay cosas que me dejan muy contenta” como “la entrega de las casas de vivienda social y la entrega de cunas a jardines infantiles para gente vulnerable”. Y agregó: “O como cuando inauguro un hospital, que no tiene nada que envidiarle a una clínica privada. Me parece que todo eso va hacia asegurar derechos, pero sobre todo una mayor dignidad y respeto”.
Más allá de la interpretación de la mandataria, los expertos recuerdan otra luz y otra sombra. En el apartado de éxitos, sostienen que Bachelet cumplió con una reivindicación histórica al haber aprobado la ley de despenalización del aborto por tres causas (violación, cuando el feto es inviable o si la vida de la madre está en riesgo).
“Se esperaba mucho más”
En el lado opuesto, Burmeister lamenta que “Bachelet gobernó muy en la lógica de las confianzas personales en ella. El proyecto de gobierno es muy el proyecto de ella y los partidos de la coalición quedaron fuera”. Algo que le disgusta: “La política es muy mala cuando es personalizada y no es institucional ni se traduce en instituciones atemporales más allá de la persona de Michelle Bachelet. No hubo preocupación por la continuidad y entregar la banda presidencial a la derecha sería un desastre”.
Puestas en la balanza las fortalezas y debilidades de Bachelet, Valeria Palanza aporta la siguiente conclusión: “Para un gobierno que empezó con tanto apoyo y con la experiencia de un Ejecutivo previo se esperaba mucho más y no se consiguió. Hubo mucho no realizado y mucho realizado muy pobremente. Así que la sensación con la que se queda la población es que faltó voluntad y capacidad política”.