(EFE).- Desde que empezó la guerra, miles de voluntarios ucranianos trabajan sin cesar para aliviar el sufrimiento de la población que se vio atrapada en las áreas ocupadas. Tras la liberación de la provincia de Kiev, ahora cooperan con los servicios de emergencia para barrer los vestigios de los bombardeos rusos y limpiar los pocos edificios que todavía quedan en pie para que, algún día, vuelvan a ser habitados.
Borodianka es la localidad que quedó peor parada de la región. La calle de la Libertad, antaño llamada Lenin, es la definición gráfica de muerte y destrucción. Los edificios que flanquean esta avenida están al borde del derrumbe y los servicios de emergencia todavía no han podido evacuar todos los cadáveres sepultados bajo los escombros o calcinados en los pisos.
“Para los rusos, la idea de la guerra era traer la paz. Pues bien, estamos limpiando la mierda de paz que nos dejaron”, dice a Efe Igor, un miembro de los servicios de emergencia que hoy ha coordinado el acceso de un grupo de 40 voluntarios para barrer las calles de Borodianka.
Limpiar antes de reconstruir
Las decenas de voluntarios se reparten por el centro de la ciudad con guantes, cascos, palas y escobas. Apartan toneladas de escombros para que los equipos de emergencia puedan pasar con sus camiones y grúas.
“Jamás he visto tanta destrucción en toda mi carrera”, dice a Efe el director del departamento de emergencias de la región de Kiev, Vladislau Horban. Su equipo tiene la tarea de revisar un bloque de nueve pisos que tiene un boquete enorme en el centro. Una bomba impactó justo en el medio del edificio.
Otros miembros del equipo de emergencias ascienden piso por piso a través de un cable que cuelga de una grúa y arrojan los escombros que están a punto de caer. El bloque no puede ser reconstruido, habrá que edificar uno nuevo.
Vladislau dice que solo en la calle de la Libertad murieron 12 personas aplastadas por los escombros, mientras que su unidad ha hallado “decenas” de cuerpos carbonizados dentro de algunas viviendas.
Serguei, es un voluntario de 44 años que tenía un túnel de autolavado antes de la guerra. Hoy es su primer día en Borodianka, y está barriendo la calle, en la que “hay mucho por hacer”.
“No puedo quedarme en casa sin hacer nada. Necesito ayudar porque es mi responsabilidad como civil y queremos restaurar el lugar”, asegura.
Un deber
Helen y un grupo de mujeres han estado toda la mañana limpiando el centro cultural de Borodianka, que sufrió graves daños por la onda expansiva de los bombardeos.
“Estoy aquí porque mi país me necesita”, afirma a Efe Helen, que se alistó al cuerpo de voluntarios nada más estallar la guerra, primero cocinando para los soldados y transportando comida a pueblos remotos y, ahora, en tareas de reconstrucción.
Han limpiado sala por sala del edificio y tiene la esperanza de que pueda ser reconstruido para acoger otra vez actos culturales y obras de teatro para los niños.
En medio de esta mezcla de destrucción y esperanza, Ludmela sale por lo que queda de la puerta de uno de los edificios más devastados de Borodianka. Ahí se encuentra su casa, a la que ha ido a recoger pertenencias para llevarlas a otro alojamiento temporal.
Se quedó encerrada en casa durante la ocupación rusa y, de milagro, las bombas no impactaron de lleno en su bloque: “No hay forma de vivir, no sabemos si es posible, pero esperamos que puedan reconstruir el edificio”, asegura, mientras observa cómo los voluntarios se empeñan en hacer de Borodianka un lugar más reconocible.
“Estamos muy agradecidos porque sin ellos (los voluntarios) sería muy difícil aguantar en esta situación”, afirma.
¿Posibilidades de reconstrucción?
Según datos oficiales, más del 70 % de Borodianka fue devastada por las tropas rusas y la reconstrucción de la localidad “todavía no se puede evaluar”, dice a Efe la diputada del consejo regional de Kiev, Halina Yerko.
“La prioridad es ahora limpiar las calles y las casas y aún no tenemos un presupuesto para la reconstrucción”, asegura, y añade que el ayuntamiento ya está en contacto con arquitectos para ver cómo hacer resurgir Borodianka de sus cenizas.
Pero, ¿es posible que esta pequeña ciudad de 15.000 personas vuelva a la vida?
“Los ucranianos hacemos las cosas rápido y de la mejor manera posible. Somos superhéroes: tenemos el poder del amor, del corazón y de nuestra tierra. No nos pueden parar”, sentencia la diputada.