Ernesto Tovar (ALN).- El mercado peruano de vinos se expande, impulsado por el boom gastronómico. Hace 20 años España tenía una cuota de 20%, y tras retroceder a la mitad en 2009, ahora tiene aproximadamente 15% del total. Ya ocupa el tercer lugar entre los vinos importados, tras Chile y Argentina.
Perú, un país que se moderniza a partir del crecimiento económico que ha vivido en los últimos tres lustros, también empieza a sofisticar sus gustos en bebidas alcohólicas. Y allí, en un pequeño pero sólido nicho, están los vinos españoles, los terceros en presencia en el mercado local entre los importados.
Lima, epicentro de la vida peruana y con un tercio de la población del país -casi 10 millones de personas-, cuenta con tres de los 50 mejores restaurantes del mundo según la publicación británica Restaurant: Central de Virgilio Martínez, Maidó del chef Mitsuharu Tsumura, o Astrid & Gastón del célebre Gastón Acurio.
Y este auge culinario peruano conlleva mejores oportunidades para el consumo de vinos, sobre todo chilenos y argentinos, y un poco más atrás españoles, entre los vinos foráneos.
“Los vinos que llegaban al Perú eran de bodegas muy grandes, industriales y de supermercado”, dice Héctor Reinoso
La demanda de vino en Perú es pequeña en comparación a sus vecinos o los países europeos. Se calcula que el consumo ronda apenas 1,8 litros por persona al año. Mientras que, en 2016, en Chile el promedio estuvo en unos 14 litros por persona, y en Argentina supera los 20 litros per cápita al año.
Y si se consideran los países europeos, las diferencias son muy amplias, con promedios alrededor de los 35 y 40 litros por persona al año.
Pero esto no obstaculiza las perspectivas para que el vino español recupere espacios en un mercado en el que hace dos décadas tenía una cuota de 20%, y tras retroceder a la mitad de ese volumen en 2009, ahora es aproximadamente 15% del total importado en Perú.
Con denominación de origen
Tradicionalmente el consumo de vino en Perú ha estado marcado por los productos de categoría baja (65% del mercado) y de sabor muy dulce, a tono con la cultura gastronómica del país, de gustos dulces y fuertes.
Los vinos de calidad media y alta representan aproximadamente 25% y 10% del mercado.
Y aunque el consumo sigue estando dominado por la producción local, que cubre 80% de la demanda, crecen las preferencias por vinos de más calidad y valor.
Para ProChile, la agencia gubernamental para promoción de exportaciones del país austral, “el consumidor peruano no está consumiendo más vino, sino que apunta a mayor calidad”. Y esta es una brecha que pueden aprovechar los importados.
Carola Torres, gerente de operaciones de Notas de Cata -un importador peruano especializado en vinos españoles- explica al diario ALnavío que “hay mercados para todos” pese a la fuerte presencia de vinos chilenos y argentinos, que concentran más de dos tercios de la oferta.
Muestra de esto es el III Festival de Vino Español, organizado en Lima a finales de mayo por Notas de Cata, con más de 400 personas en el público y 20 bodegas españolas con denominación de origen participando, incluyendo a Enrique Mendoza, Casar de Burbia, Enate, Gramona, Alta Pavina, Bagordí, Abadía Retuerta y Tábula, procedentes de Alicante, Ribera del Duero, y Castilla y León.
Torres afirma que el interés por el vino español ha crecido, con consumidores más interesados en mejores y diferentes productos.
Notas de Cata, un emprendimiento nacido de la mano de Héctor Reinoso, precisamente trata de cubrir el área de bodegas familiares y de autor españolas, pues “los vinos que llegaban al Perú eran de bodegas muy grandes, industriales y de supermercado”, según explica el propio Reinoso, formado con un Advanced Certificate del Wine & Spirit Educaction Trust de Londres.
“El consumidor peruano no está consumiendo más vino, sino que apunta a mayor calidad y mejor precio”, según ProChile.
Y en ese sentido tratan de ofrecer a sus clientes -particulares o restaurantes, pues importan directamente desde España- opciones acordes con las particularidades y gustos específicos.
Esto no debe despreciarse pues en Perú, pese al domino del consumo de cerveza, en 2016 el vino y los espumantes representaron casi la mitad del valor de las importaciones de licores -por delante del whisky- y con un volumen de casi nueve millones de litros.
“Hay una gran oportunidad de romper esquemas”, con vinos de mucha calidad y garantizados por los consejos reguladores ibéricos, asegura Torres. “No tenemos listas de vinos, sino que consultamos específicamente lo que buscan”. Y al traer vinos directamente desde las bodegas españolas surge la opción de sorprender a los comensales ofertando productos diferentes y a precios competitivos.