Ernesto J. Tovar (ALN).- Perú termina 2018 con la consolidación del presidente Martín Vizcarra en el poder, tras el respaldo de los votantes a sus propuestas de reforma política y con un alza en la popularidad que llega a 61%, mientras los partidos políticos opositores y otros adversarios son absorbidos por escándalos de corrupción o el desgaste de una clase política rechazada por los peruanos. Hoy en Perú parece abrirse una ventana para nuevas figuras, opina el analista político Luis Benavente, en conversación con ALnavío.
El siempre conflictivo escenario político peruano termina 2018 con una estabilidad insospechada hace 12 meses, cuando el entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski (PPK) apenas superaba un intento de destitución desde el Congreso, gracias a una maniobra con un fujimorismo disidente que le salvó la cabeza en el momento, pero que luego se hundió con él al descubrirse la jugarreta de PPK y que le costó al mandatario el sillón presidencial, renunciando en favor del vicepresidente Martín Vizcarra.
Ahora, un año después, Vizcarra luce consolidado en la jefatura del Estado, y aunque parece no tener maquinaria partidista que lo respalde, sí tiene capital político logrado con aliados que han ido surgiendo en el camino y con los que ha aglutinado fuerzas.
Partidos como el APRA o Fuerza Popular “tienen líderes eternos, sin alternancia, y ahora todos están cuestionados, defendiéndose en la Fiscalía, judicializados”, dice Luis Benavente
El año concluye con un referendo impulsado por Vizcarra, que actúa con mano de hierro ante el Congreso de color fujimorista. Esa votación decidió que se conformará un nuevo órgano de dirección del sistema de justicia (la Junta Nacional de Justicia), que se regule el financiamiento de los partidos políticos, y que se prohíba la reelección de los congresistas. El regreso a un Parlamento bicameral fue rechazado en la consulta.
Pero tanto la revisión del financiamiento como la no reelección de legisladores constituyen duros golpes para las organizaciones políticas más relevantes, como el fujimorista partido Fuerza Popular, que domina el Congreso con su mayoría simple pero que se ha debilitado y ha sido marcado desde 2017 por las investigaciones a su lideresa, Keiko Fujimori, por la presunta corrupción en el financiamiento por parte de Odebrecht.
El desgaste de las autoridades ante demandas no resueltas de los peruanos, como la creación de empleo o la atención a la inseguridad ciudadana, aunado a los escándalos por corrupción, ha hecho mella en los liderazgos tradicionales.
Y en la actual coyuntura, la renovación de cargos en el Congreso para las próximas elecciones dejará sin curul a varias figuras que han marcado la discusión política en los últimos lustros.
Hoy en Perú parece abrirse una ventana para nuevas figuras, opina el analista político Luis Benavente, de la consultora Vox Populi, en conversación con ALnavío.
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“Podríamos hablar de que existe una demanda de nuevos liderazgos, lo cual podríamos considerar como positivo, pero también es riesgoso. Hay una demanda de liderazgos responsables, no de radicalismos, pero en esa rabia, ira u odio popular contra la clase política viene el demonio disfrazado de ángel que cautiva y gana votos. Y tenemos el precedente del chavismo y lo que ha significado para la destrucción de la economía en Venezuela” explica Benavente.
Alan García y la vieja política
La “vieja política”, esa donde figuras como el expresidente Alan García pesaban en las decisiones de los centros de poder como el Congreso, ha perdido fuelle. El propio Alan García es hoy un sospechoso de haber recibido dinero de la corrupción en su mandato, más cuando el exmandatario intentó asilarse en Uruguay, alegando una supuesta persecución política que Montevideo desestimó, dejando a García con las cartas descubiertas y en obligación de abandonar la sede diplomática uruguaya.
Benavente manifiesta que en este contexto “o los partidos renuevan sus cargos -si sobreviven a los procesos judiciales que se les siguen- o surgirán nuevos partidos”
Para Benavente el ocaso de García, o las investigaciones a otras figuras como Ollanta Humala o Alejandro Toledo, significa que hay nuevas oportunidades para otros líderes. Partidos como el APRA o Fuerza Popular “tienen líderes eternos, sin alternancia y ahora todos están cuestionados, defendiéndose en la Fiscalía, judicializados”.
A su juicio estas cúpulas “no tienen ninguna capacidad de ejercer liderazgo, están autoexcluidos”.
El descrédito de los políticos peruanos ha provocado que instituciones como el Congreso, el Poder Judicial o la Fiscalía tengan muy baja aceptación, lo que se convierte en un caldo de cultivo para expresiones populistas e incendiarias como “que se vayan todos”.
Luis Benavente manifiesta que en este contexto “o los partidos renuevan sus cargos -si sobreviven a los procesos judiciales que se les siguen- o surgirán nuevos partidos”.
Apunta que la misma presencia de Vizcarra en el liderazgo nacional es una muestra de cambio, o el triunfo de Jorge Muñoz en la Alcaldía de Lima. “Son políticos con mucha fuerza que están mostrando una nueva cara de la política peruana. Las condiciones están dadas para una alternancia”.
Leyes del Ejecutivo
El presidente Martín Vizcarra, tras la victoria en el referendo, anunció un paquete de leyes para instrumentar las decisiones de los votantes. Pero con un estilo que ha sorprendido por audaz ante el fujimorismo, el jefe de Estado en los papeles asumió funciones legislativas al anunciar siete proyectos de ley para reformas criticas institucionales y contra la corrupción. “Prácticamente ha prescindido del Congreso, y es un nuevo desafío para un Parlamento débil que no ha hecho los cambios que el país exigía desde hace muchos años”, dice Benavente.
Vizcarra vive su hora estelar en la Presidencia de Perú, tras un inicio de mandato en marzo de este año que lo llevó en un par de meses a una aprobación inferior a 40%, y con un rechazo de casi 44% entre la población.
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El otrora vicepresidente ha sabido surfear la ola de los escándalos, y ha podido, indica Benavente, “consolidar la ruta política que ha tomado el Gobierno en una situación de crisis extrema para el país por la corrupción, por una crisis institucional más profunda que abarca mucho a los partidos políticos, al Congreso y al Poder Judicial. Es una crisis institucional mucho más profunda de debilitamiento de las instituciones y de desprestigio de la política especialmente por el caso Lava Jato”.
Y allí, con la mencionada necesidad de liderazgos, ha surgido Vizcarra con dos temas: la lucha contra la corrupción y la reforma política. “Ha ido consiguiendo aliados que le dan fuerza política, como los medios de comunicación, y la izquierda por su posición ante el fujimorismo”, explica Benavente.