(EFE).- Los principales ríos de la Amazonía brasileña están en sus mínimos históricos como consecuencia de la severa e histórica sequía que afecta a gran parte de Brasil, asegura un estudio divulgado este jueves por Greenpeace.
De acuerdo con la organización ecologista, la medición de los diez principales ríos de la cuenca amazónica en 23 diferentes estaciones el pasado miércoles mostró que en 15 el nivel del agua cayó a su mínimo histórico y en las otras ocho este se encuentra muy por debajo del promedio en este periodo.
El nivel del propio río Amazonas alcanzó sus menores niveles históricos en las mediciones hechas en las localidades de Itacoatiara y Parintins, así como el de sus mayores afluentes (Solimoes y Negro).
Como consecuencia de la reducción del flujo en sus principales afluentes (Japurá, Ica, Jurá y Purus), la cota del río Solimoes registró los menores niveles históricos en las mediciones hechas el miércoles en Tabatinga (frontera de Brasil con Colombia), Fonte Boa, Coari y Manacapuru.
La cota del río Negro a la altura de Manaos cayó a 12,68 metros el 3 de octubre, con lo que superó el récord negativo de 2023 (12,70 metros) y desde entonces sigue bajando gradualmente a cada día. El miércoles era de apenas 12,11 metros.
El nivel del agua del Madeira, otro importante río amazónico que baña Brasil y Bolivia, también registró sus mínimos históricos en las mediciones hechas en Porto Velho y Humaitá.
Igualmente cayeron a sus menores niveles los ríos Tapajós y Xingu.
«La sequía llegó más temprano a varias regiones de la Amazonía en 2024 y está más severa y extensa que el año pasado, cuando ya había sido la peor en mucho tiempo», afirmó el portavoz de Greenpeace en Brasil, Rómulo Batista.
El activista explicó que muchos ríos de la región no se habían recuperado de la sequía del año pasado cuando fueron castigadas por una más severa en 2024.
«De manera general, casi todas las cuencas de la Amazonía registran récord negativo en su nivel de agua en algún trecho», agregó.
La fuerte reducción del nivel de los ríos amazónicos, atribuida por las autoridades a los cambios climáticos, ha dejado aisladas a numerosas poblaciones que dependen del transporte fluvial y amenazado el abastecimiento de diferentes municipios en la región que atesora la mayor cuenca de agua dulce del mundo.
Brasil sufre en 2024, por segundo año consecutivo, la peor sequía desde que comenzaron los registros en 1950, según el Centro Nacional de Alertas de Desastres Naturales, que calcula que la situación se extiende por el 58 % del territorio brasileño y que un 20 % sufre con sequía extrema.