Caleb Zuleta (ALN).- Los países pobres se endeudan. Los países emergentes y en desarrollo también. El mundo sufre una oleada de endeudamiento, según el Fondo Monetario Internacional. Y ello tiene un impacto a tomar en cuenta. ¿Qué dice el FMI? “Un aspecto que ensombrece las perspectivas es el hecho de que en los últimos 50 años se ha registrado la oleada de acumulación de deuda más grande, más rápida y más generalizada entre las economías emergentes y en desarrollo”.
En el artículo “Perspectivas económicas mundiales, enero de 2020: crecimiento lento y desafíos normativos”, el FMI señala que “la deuda total” en las economías emergentes y en desarrollo escaló del “115% del producto interno bruto (PIB) en 2010 a alrededor del 170% del PIB en 2018”. Y señala que “los niveles de deuda también han aumentado en los países de ingreso bajo luego del marcado descenso registrado entre 2000 y 2010”.
Esta ola de endeudamiento, según el FMI, genera inquietud. Por la “transparencia y la colaterización” de la deuda. “La actual oleada de endeudamiento difiere de las anteriores en que se ha incrementado la proporción de tenencias de deuda pública de no residentes en los mercados emergentes y economías en desarrollo, de deuda privada denominada en moneda extranjera en dichos mercados y economías, y, en el caso de los países de ingreso bajo, de los préstamos de los mercados financieros y acreedores bilaterales que no son miembros del Club de París”. Ahí es donde caben los puntos de la transparencia y la colateralización.
El FMI hace la salvedad de que “el endeudamiento público puede ser beneficioso e impulsar el desarrollo económico cuando se utiliza para financiar inversiones que promueven en desarrollo”. Y ello tiene que ver con “infraestructura, atención de la salud y educación. La acumulación de deuda también puede servir para estabilizar la actividad económica durante las recesiones”.
Pero, ¿qué ha ocurrido?
El FMI señala que “las tres oleadas de acumulación de deuda anteriores acabaron mal”:
Primero, por “incumplimientos en el pago de deuda soberana a principios de los años 80”.
Segundo, “crisis financieras a fines de la década de 1990”.
Tercero, “la necesidad de importantes alivios de deuda en la década de 2000”.
Y cuarto, “la crisis financiera mundial en 2008-09”.
Aunque el FMI asegura que en la actualidad “algunos de los riesgos se ven mitigados por las bajas tasas de interés, el alto nivel de deuda conlleva riesgos significativos. Puede llevar a que los países se tornen demasiado vulnerables a las conmociones externas, limitar la capacidad de los gobiernos para contrarrestar las recesiones con estímulos fiscales y obstaculizar el crecimiento a largo plazo desalentando la inversión privada que mejora la productividad”.
Apunta que “esto significa que los gobiernos deben tomar medidas para minimizar los riesgos asociados a la acumulación de deuda. La sólida gestión de la deuda y la transparencia de la deuda pueden ayudar a mantener controlados los costos de endeudamiento, mejorar la sostenibilidad de la deuda y reducir los riesgos fiscales. Contar con sólidos regímenes de regulación y supervisión, una gestión institucional adecuada y normas internacionales comunes puede ayudar a contener los riesgos, garantizar que la deuda se utilice de manera productiva e identificar vulnerabilidades desde temprano”.