La Declaración de Independencia estadounidense es posiblemente el texto más liberal de este tipo que se haya escrito jamás. Recorta como ningún otro, incluso mucho más que la propia Constitución de Estados Unidos (aprobada en 1787), el poder que puede ejercer el Gobierno. De hecho, desde entonces, los sucesivos Ejecutivos de la actualmente mayor potencia mundial se han ido alejando progresivamente de los principios y valores contenidos tanto en uno como en otros documentos fundacionales del país. No solo eso, el discurso nacionalista de Donald Trump entra en diversos puntos en clara contradicción con lo firmado aquel 4 de julio.
Independentismo no nacionalista
Uno de los aspectos más llamativos de este documento es que se señala la existencia de un “pueblo” y una “patria”, pero nunca de una “nación”. Dicho término, que está presente prácticamente en la totalidad de las declaraciones de independencia firmadas desde el siglo XVIII, no aparece en ninguna ocasión en el texto aprobado por el Segundo Congreso Continental. Es más, tampoco lo hace en la Constitución de Estados Unidos de once años después. En esta Carta Magna tan solo figuran dos referencias a la “milicia nacional”.
La Declaración de Independencia estadounidense es posiblemente el texto más liberal de este tipo que se haya escrito jamás
Pero la Declaración estadounidense no es solo única por tratarse de un texto independentista no nacionalista. A diferencia de la mayor parte de textos similares aprobados en otros lugares, muchos de los reproches que se hacen al poder del que se quieren independizar no hacen referencia a la violación de supuestos derechos colectivos, sino a la conculcación de libertades individuales. Presenta una “crónica de repetidas injurias y usurpaciones”, por parte del Rey, “todas ellas dirigidas al establecimiento de una tiranía sobre estos estados”.
Esa lista de agravios no solo se refiere a las medidas contra los representantes de los Estados y sus leyes. También incide mucho en las acciones tomadas contra los individuos. Alguna de ellas se le podría reprochar a Donald Trump, aunque también a otros presidentes como a Barack Obama (que expulsó del país a tres millones de “sin papeles”), Bill Clinton o cualquiera de los Bush. En concreto, se recrimina al monarca británico que haya “obstaculizado las Leyes de Naturalización de Extranjero” y que se haya negado a “aprobar otras que alienten la inmigración”.
Una defensa del libre comercio internacional

En 2017 el presidente de Estados Unidos apuesta por el proteccionismo económico. En 1776, los “padres fundadores” reprochaban al monarca que obstaculizara “nuestro comercio con otras partes del mundo”. Además, en ese listado de agravios que hacían del Rey de Inglaterra un tirano, había uno que conectaba directamente con las ideas del español Juan de Mariana (1536-1624), al que muchos de ellos habían leído. Se referían en concreto a la subida de impuestos sin consentimiento de los representantes de los ciudadanos. No falta, además, el rechazo a la presencia de contingentes militares en tierras de Estados Unidos. De hecho, la idea con la que fundaron el país es que éste nunca tuviera un ejército permanente.
Otra novedad, para aquel momento, es que rompe con la idea de que un gobernante puede ser legítimo tan solo por causas hereditarias o el uso de la fuerza. En la primera parte del texto se sostiene que los poderes de los gobiernos han de derivar “del consentimiento de los gobernados”.
La Declaración Unánime de los trece Estados unidos de América es, en definitiva, un texto político y jurídico único en su tipo. Da más importancia que cualquier otro a la libertad individual y establece las bases de cuándo un gobierno ha de ser considerado tiránico. La cuestión es que la mayor parte de los Ejecutivos actuales, de Estados Unidos y de cualquier otro país, lo tendrían muy difícil para contar con el visto bueno de los 56 firmantes de lo aprobado en Filadelfia aquel 4 de julio de 1776.
@chinchetru