Roy Ellis (ALN).- Los bonos del país con las reservas petroleras más grandes del mundo, estimadas en más de 300.000 millones de barriles -lo que abastecería el consumo diario de crudo de España por 237 años-, se quedan estancados en 72%.
En 2006, cuando el precio del petróleo tocaba por primera vez la barrera de los 75 dólares por barril, el riesgo país de Venezuela se ubicaba 192. Hoy, cuando el precio del crudo en los mercados internacionales fluctúa alrededor de 45 dólares por barril, la prima del riesgo país se sitúa en 3.700.
Venezuela posee las reservas energéticas más significativas del mundo, pero con una capacidad de producción severamente limitada, que se estima en 1,9 millones de barriles diarios, un 32% menor que la producción promedio de 2015, que alcanzó 2,78 millones de barriles diarios. Este es un serio reto que coloca la economía del país suramericano entre la espada y la pared.
La caída en la productividad de la estatal Petróleos de Venezuela S.A., PDVSA, viene dada por la falta de recursos financieros y la pronunciada ineficiencia en las labores de perforación y mantenimiento de pozos. Se estima que en la actualidad el completamiento de pozos petroleros, que solía tomar en promedio 15 días, ha aumentado a más de 60 días. Adicionalmente, la falta de diluyentes necesarios para mezclar y transportar los crudos pesados que dominan la producción de la industria petrolera venezolana genera restricciones a la logística de la actividad de producción.
Una parte significativa de la producción actual de crudo de PDVSA se encuentra comprometida en operaciones de financiamiento contra entrega futura de petróleo pactadas con China y Rusia, y operaciones de apoyo financiero a regímenes de países geopolíticamente cercanos al Gobierno de Venezuela como Cuba.
De acuerdo con estimaciones independientes, PDVSA cuenta en la actualidad con una producción neta disponible, luego de estas obligaciones, de aproximadamente 550.000 barriles diarios. Con ellos debe cubrir gastos operativos, necesidades de inversión de capital para equilibrar el declive natural de sus yacimientos, cumplir con sus obligaciones financieras, y realizar transferencias y aportes a su único accionista: el Gobierno central.
El conjunto de variables antes mencionadas condiciona la capacidad financiera de PDVSA, lo cual se refleja en el mercado secundario de los bonos de la deuda externa de la compañía. Mientras el precio marcador del crudo en el mercado internacional (WTI) pasó de 43 a 47 dólares por barril en las últimas dos semanas, el precio del bono PDVSA 2020 se quedó estancado (sin gasolina) a niveles de 72%.
En condiciones normales el precio de la deuda venezolana sigue muy de cerca el movimiento del precio internacional del crudo, ya que afecta de manera directa la disponibilidad de divisas de la petrolera.
La asociación entre ambas variables indica la falta de convicción entre los operadores financieros en cuanto al compromiso de servicio de deuda de la compañía, dada la magnitud del abismo financiero ante el cual se encuentra y el devastador efecto de la crisis política que sacude al país y sus imprevisibles consecuencias.