Daniel Gómez (ALN).- Alejandro Bulgheroni es el hombre más rico de Argentina gracias a tres décadas de trabajo. Ese mismo tiempo tardó Juan Carlos Escotet en consolidarse como la primera fortuna de Venezuela. El patrimonio de estos dos magnates ronda los 4.000 millones de dólares. A Chris Larsen, cofundador de Ripple, le bastaron cinco años para conseguir el doble de dinero. La fórmula no fue otra que apostar por las criptomonedas.
Las criptomonedas están acabando con las historias. Con la del muchacho que comenzó vendiendo limonada en la escuela. Que luego estudió en Harvard. Que fue agente de Bolsa primero, banquero después, multimillonario al final. Con estos detalles están acabando, con esa cadena de sucesos. Pero al mismo tiempo, estas divisas digitales han creado una manera de gestar fortunas nunca antes vista.
La semana pasada la revista Forbes publicó un listado insólito. Al frente no estaban ni Bill Gates, ni Amancio Ortega, ni Carlos Slim. Eran “los criptorricos”. La lideraban Chris Larsen, Joseph Lubin, Changpeng Zhao y los gemelos Cameron y Tyler Winklevoss. Estos, hasta ahora desconocidos, son las primeras fortunas a golpe de criptodivisas.
Bitcoin, la moneda digital por excelencia, comenzó a circular el 3 de enero de 2009. En 2011 se empezó a hablar de ella gracias a Wikileaks. Ahí comenzó a invertir algún pionero, pero nada significativo.
En 2013 se vivió otro repunte y fue la primera vez que el precio del bitcoin superó los 1.000 dólares. En ese año también comenzaron las carteras digitales para criptomonedas, así como un creciente interés por el bitcoin, no tanto como moneda o como sistema financiero, sino como oportunidad de inversión.
En menos de cuatro años, el germen se expandió y llegó 2017. El ecosistema ya estaba maduro y comenzó el ascenso. El bitcoin ascendió como un proyectil. De apenas 1.000 dólares se situó en 20.000 en diciembre del año pasado. Pero se desinfló y al tiempo que se escribe la noticia ronda los 8.800 dólares.
Esta volatilidad, que con perspectiva se empina al alza, hace que las fortunas de los nuevos ‘billonarios’ (multimillonarios en español) no sean exactas, pero sí inmediatas. Chris Larsen, cofundador de Ripple, posee un patrimonio de entre 6.000 y 7.500 millones de dólares, según Forbes.
El argentino más rico, Alejandro Bulgheroni, es dueño de Bridas Corporation, la petrolera privada más grande de Argentina. Esta empresa la fundó su padre. Cuando este murió, en 1985, su hijo heredó el negocio familiar. Bulgheroni tomó las riendas del grupo y con ventas, fusiones y estrategias hizo crecer el valor de la empresa hasta amasar una fortuna de 3.300 millones de dólares.
Bulgheroni tardó 30 años para lograrlo. A Larsen le bastaron seis para sumar el doble. En 2012, este californiano de 58 años, destacado emprendedor de Silicon Valley, fundó Ripple, empresa que facilita los pagos internacionales con blockchain a bancos como Santander, Bank of America y Mitsubishi Financial.
Asimismo, Ripple posee la criptomoneda XRP. De ella controla el 61% del suministro y se presenta ante los inversores como la divisa digital más estable. Su precio, de hecho, apenas alcanza el dólar.
Cómo superar la fortuna de Escotet, Gilinski y Piñera en menos de cuatro años
El segundo “criptorrico” de Forbes es un canadiense. Se llama Joseph Lubin y es uno de los fundadores de Ethereum, la divisa digital más famosa después del bitcoin, y la que mejores perspectivas de inversión presenta con un precio de 870 dólares.
La fortuna de Lubin, de momento tasada en 5.000 millones de dólares, podría ser mucho mayor. Hay quienes especulan con que es el principal propietario de los éteres (así se conocen las criptomonedas de Ethereum). Él lo niega. Asegura que ha ido vendiendo para financiar Consensys, un proyecto personal relacionado con Ethereum con el que persigue “un mundo descentralizado”.
Por esta falta de concreción Forbes fue salomónico con el patrimonio de Lubin, estimado en 10.000 millones de dólares. El caso de este canadiense también llama la atención por su velocidad. En menos de cuatro años recaudó semejante fortuna. Mientras, a Juan Carlos Escotet, el hombre más rico de Venezuela con 4.400 millones de dólares de patrimonio, le ha llevado más de 30 años lograr una hazaña similar.
La historia de Escotet es de las que gustan a Forbes. Tanto que tiene una categoría para esta clase de magnates. Motivo de su fortuna: “Hombre hecho a sí mismo”. La revista lo matiza porque este empresario arrancó como corredor de Bolsa y con 26 años ya tenía una casa de valores a su nombre. Desde España ahora dirige Abanca, que en apenas cinco años ha dejado de ser un banco local para tener aspiraciones globales.
Son 32 años de peripecias en consolidar una gran fortuna. Lubin, cuyo patrimonio es similar –siempre que haya vendido esos éteres-, apenas necesitó cuatro años y un par de oportunas inversiones para ser magnate.
Lo que ocurre con Bulgheroni y Escotet también sucede con otros grandes magnates latinoamericanos de la lista Forbes. El presidente electo de Chile, Sebastián Piñera, fue uno de los empresarios más destacados en los 80. Dos décadas de trabajo que le valieron para asentar una fortuna de 2.200 millones de dólares.
Pero igual que con Piñera, también pasó con Jaime Gilinski. Este inversor es el hombre más acaudalado con una fortuna de 3.400 millones de dólares fruto de operaciones arriesgadas, compra-ventas y fusiones, además de alianzas con magnates de la talla de George Soros.
Estas fortunas de Forbes tienen el aval de la vejez. Se han construido desde la base y por eso han perdurado en el tiempo. Lo de las criptomonedas, en cambio, no se puede pronosticar. Tal vez sean la base de un futuro sistema financiero y empresarial, o tal vez sea una burbuja más.
Como la de las puntocom, que a principios de los 2000 hizo perder a las Bolsas de todo el mundo dos billones de dólares en dos años. Y en este caso son billones españoles, es decir, dos millones de millones de dólares.
Un nuevo guión para Scorsese
Otra historia curiosa de “criptorricos” es la de los gemelos Winklevoss. Cameron y Tyler, de 36 años, son rubios, altos y apuestos. Hasta compitieron en los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008 con el equipo de remo estadounidense. Parecen sacados del guión de una película de Disney. Cameron y Tyler también figuran en Forbes: son empresarios con una fortuna de 1.000 millones de dólares, y su historia merece el manejo de un director como Martin Scorsese.
Scorsese, quien dirigió El Lobo de Wall Street, podría hacer una segunda versión basada en ellos y titularla algo así como Los gemelos del Bitcoin. En esta película no habría fiestas, prostitutas y cocaína, pero sí una curiosa historia de emprendimiento.
Dos deportistas olímpicos se hicieron multimillonarios gracias al bitcoin
Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, robó la idea de la red social a Cameron y Tyler Winklevoss. Estos demandaron al magnate Zuckerberg logrando una compensación de 65 millones de dólares entre acciones de Facebook y efectivo.
Los gemelos se olvidaron de la red social, que por aquel 2012 no paraba de crecer, e invirtieron su indemnización en una desconocida moneda. La maniobra despertó críticas. Un físico privilegiado, pero una cabeza no tan brillante, decían. Pero se equivocaron. Esa desconocida moneda era el bitcoin.
Así se hicieron multimillonarios. En un lustro lograron un patrimonio similar al de Carlos Pellas Chamorro, un empresario nicaragüense, que, en sus 30 años en el oficio, tuvo que sobrevivir a uno de los accidentes de avión más terribles de la historia y, también, a la dictadura de Daniel Ortega. Todo ello para gestar una fortuna de poco más de 1.000 millones de dólares.
En un monto cercano (1.400 millones de dólares) quedó Gustavo Cisneros, de 72 años. Este magnate venezolano construyó un imperio alrededor de los medios de comunicación y en 2013 logró ser el hombre más rico de Venezuela con una fortuna de 4.400 millones de dólares.
Posiblemente no haya ejemplo más gráfico que este. Cisneros tardó casi cinco décadas en conseguir aquello. A los ricos de las criptomonedas apenas les llevó cinco años igualarlo y superarlo.