Antonio José Chinchetru (ALN).- La creciente presencia de movimientos evangélicos en América Latina supone mucho más que un reto para la Iglesia Católica. En opinión de dos expertos que participaron en una mesa redonda sobre este asunto en Casa de América de Madrid, el “fundamentalismo” de muchos de estos grupos supone un riesgo para la democracia en la región.
El crecimiento de los movimientos evangélicos en América Latina supone un auténtico reto para una Iglesia Católica que pierde cada vez más fieles en una de las regiones con mayor religiosidad del mundo. Pero no sólo el catolicismo tiene que enfrentar ese desafío. Muchos de los grupos religiosos cristianos que están floreciendo en la zona responden a una visión fundamentalista de la fe y ponen en riesgo el avance de los valores democráticos y los Derechos Humanos. Estos asuntos fueron tratados la semana pasada en la Casa de América de Madrid durante la mesa redonda titulada “Religión y Política: el crecimiento de las iglesias evangélicas en América Latina”.
Uno de cada cinco habitantes de Latinoamérica es miembro de alguna iglesia protestante
Los participantes en el coloquio fueron Hélerson da Silva, profesor del Centro de Ciencias Humanas y Sociales Aplicadas de la Universidad Pontificia Católica de Campinas (Brasil), y el secretario general de la Red Iberoamericana del Estudio de Sectas (RIES), Luis Santamaría. Moderó el encuentro el director del Máster en Asesoramiento de Imagen y Consultoría Política de la Universidad Camilo José Cela, Jorge Santiago Barnés. Según explicó Santamaría: “Los evangélicos, considerando que la Iglesia Católica no está viviendo según los principios cristianos, quieren ‘devolver América a Dios’, que es una expresión que se usó en algunas campañas especiales con motivo del quinto centenario del descubrimiento en 1992”. En la actualidad, según los datos que ofreció, uno de cada cinco habitantes de Latinoamérica es miembro de alguna iglesia protestante.
Da Silva dijo que las iglesias evangélicas que comenzaron a eclosionar en América Latina desde los años 70 “eran portadoras de una visión mesiánica, milenarista” y “no de una visión de derechos políticos”. El grado de penetración es diferente en cada país, Chile y Argentina siguen siendo los más católicos de la región, mientras que en Uruguay “la mayoría de la población ya no es católica sino evangélica”, según detalló. En Honduras ocurre lo mismo, y en el resto de Centroamérica también son muy potentes los movimientos protestantes.
Transformación de las relaciones de poder
La penetración de los grupos evangélicos radicales “ha transformado las relaciones de poder”, explicó Silva. Acto seguido añadió: “En los años 70, cuando América Latina comienza a hacer la transición hacia la democracia, esas iglesias comienzan a tener un crecimiento exponencial. Ahora son capaces de presentar a las elecciones a sus propios candidatos. La Iglesia Asamblea de Dios, en Brasil, que tiene doce millones de miembros, ha conseguido directamente sus representantes”.
El experto de la Universidad Pontificia Católica de Campinas dijo: “Hay un protestantismo en toda América Latina bastante fundamentalista, conservador, que procura conquistar y convertir a los católicos y están transformando de un corporativismo de Estado a un corporativismo religioso. En el Parlamento brasileño hay 77 diputados evangélicos, elegidos principalmente por las iglesias Asamblea de Dios y la Universal del Reino de Dios, y otros parlamentarios evangélicos que están en 23 partidos diferentes”.
Detalló su estrategia: “Han llevado su fe religiosa del espacio privado al espacio público, intentando conquistarlo”. También contó que “Están tratando de entrar en la esfera política no para ampliar la democracia o la visión de los derechos humanos, sino para conseguir los mismos privilegios que tiene la Iglesia Católica otorgados por el Estado”.
Son especialmente fuertes en zonas y países como los de América Central, con altos niveles de violencia. Esto, según Silva, “favorece la emergencia de ese pentecostalismo, porque son mesiánicos. Ayuda a un mesianismo político, donde no hay un Estado de derecho los evangélicos presentan un proyecto de aparición de un ‘salvador’, que puede ser por ejemplo un general. Ellos apoyan al Gobierno principalmente si se enfrenta al catolicismo a nivel social”. Esta confrontación con el catolicismo, apuntó Santamaría, explica el “fenómeno curioso” del “apoyo de ciertos sectores evangélicos a la Revolución Cubana, porque creían que debilitaba a la Iglesia Católica, y también al PRI en México”.
Se decía a los fieles: “Si le das a Dios el diezmo y las ofrendas vas a tener más prosperidad económica”
La situación de pobreza de amplias capas de la población en Latinoamérica favoreció a los movimientos pentecostalistas, porque “predicaban la prosperidad”, según dijo Silva. Se trata de grupos “profundamente fundamentalistas” que están “contra el aborto, los derechos de los homosexuales y de las mujeres y la ampliación de los derechos humanos”. Por eso, denunció, “son un gran peligro para la democracia en América Latina”.
Teología de la Prosperidad frente a la Teología de la Liberación
Santamaría achacó gran parte del éxito de los evangélicos desde los años 70 a los fallos de la Iglesia Católica. Por una parte, a esta se la consideraba institucionalizada y alejada de los problemas de los fieles. Por otra, la Teología de la Liberación era una doctrina donde se quería acercar a los pobres, pero no les prometía salir de esa situación. Por el contrario, estos grupos radicales evangélicos les presentaban la “Teología de la Prosperidad”. Se decía a los fieles: “Si le das a Dios el diezmo y las ofrendas vas a tener más prosperidad económica”. Se les contaba que pagando a sus líderes religiosos automáticamente recibirían un premio terrenal en forma de mayor riqueza, contó el especialista en sectas. A esto se sumaba que los fieles consideraban que la Teología de la Liberación había abandonado la espiritualidad para tomar posturas políticas terrenales alejadas de la fe.
Da Silva habló también de la relación a tres bandas entre estos grupos, la política y determinadas grandes empresas. Dijo que en Brasil los candidatos vinculados a las iglesias evangélicas tienen el apoyo económico de determinados lobbies empresariales a cambio de que, una vez elegidos, defiendan sus intereses en el Parlamento. A esto se une, además, que muchos de los líderes religiosos ya son empresarios en sí mismos, hasta el punto de que han convertido sus iglesias en auténticos emporios en ocasiones multinacionales.