Antonio José Chinchetru (ALN).- Un conflicto con Colombia supondría el fin del chavismo sin que los altos mandos militares pudieran negociar las condiciones de la transición. La cúpula castrense, que controla gran parte de la economía de Venezuela, es por este motivo la primera interesada en que no estalle la guerra.
Nicolás Maduro ha incrementado la presencia de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana en la frontera de Venezuela con Colombia. Además, desde el régimen chavista se han producido declaraciones belicistas contra el país vecino. Esto siempre conlleva el peligro de una escalada que conduzca a una confrontación militar. Sin embargo, el riesgo es muy bajo. Los militares venezolanos son los primeros interesados en no entrar en una guerra que no podrían ganar y que supondría el fin del sistema chavista.
Los gobiernos de 10 países latinoamericanos del Grupo de Lima (Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay y Perú) emitieron este martes una declaración conjunta sobre la violación de los derechos humanos y la ruptura del orden democrático en Venezuela.
En el punto cinco, expresaron “la profunda preocupación por informaciones recientes sobre movilización de armamento y aviones de combate por parte de Venezuela a la frontera con Colombia, acciones que se contradicen con el espíritu de la Proclama sobre América Latina como Zona de Paz aprobada en 2014 por la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños)”.
Retórica belicista del chavismo
Maduro: “El imperialismo norteamericano está preparando provocaciones en la frontera y más allá, para llevar a Colombia y a Venezuela a un estado de confrontación armada”
Responde a la movilización de tropas venezolanas, que ha ido acompañada de afirmaciones belicistas por parte del chavismo. El pasado jueves, en declaraciones pronunciadas desde el Complejo Militar de Fuerte Tiuna (Caracas), Maduro señaló que “el imperialismo norteamericano está preparando provocaciones en la frontera y más allá, para llevar a Colombia y a Venezuela a un estado de confrontación armada, lo he dicho en varias oportunidades y lo reitero”.
Hablando de un teórico ataque de EEUU, el exmilitar y miembro de la ilegal Asamblea Nacional Constituyente Pedro Carreño amenazó con lanzar una ofensiva contra Colombia. Sorprendentemente llegó a detallar en una entrevista a Televen cuál sería el primer paso del ataque: “Nuestros Sukois tendrán la responsabilidad. Un río que divide a Colombia de sur a norte, que es el río Magdalena y tiene siete puentes fundamentales, la primera acción de nuestra fuerza aérea es derribar estos puentes para dividir a Colombia en dos”.
Días después, en la emisora Radio Blu, Carreño insistió en la teoría de que EEUU atacaría desde Colombia y que Venezuela llevaría la guerra al país vecino. Dijo: “Los radares enganchan los aviones a 400 kilómetros y los destruyen a 200. Eso es en territorio colombiano. El teatro de la guerra va a ser allá”.
Por parte de Colombia, el discurso es radicalmente contrario. En declaraciones a ALnavío, el presidente electo, Iván Duque, rechazó el 6 de julio una invasión de Venezuela (Ver más: Iván Duque sobre Venezuela: “No patrocino intervenciones militares”). El sábado pasado insistió en esta línea en unas declaraciones realizadas en Miami (EEUU). Duque sostuvo que “como país no estamos buscando ningún tipo de confrontación bélica con nadie. Seguiremos buscando que en el diálogo diplomático regional rechacemos con firmeza la dictadura y el tránsito hacia las elecciones libres en ese país (Venezuela)”.
Una maniobra de distracción de Maduro
Rogelio Núñez, investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Alcalá (Madrid), minimiza el riesgo de que la situación conduzca a una guerra entre los dos países. Consideró en declaraciones a ALnavío que “son maniobras de distracción por parte del régimen de Nicolás Maduro, que pasa por una mala situación interna”.
Recordó que “ni siquiera cuando en 2008 se produjo la tensión entre Venezuela y Colombia, con Venezuela en una situación mucho mejor que la actual y con un régimen muy cohesionado, se llegó al enfrentamiento bélico más allá de las frases de Hugo Chávez”.
Núñez se refiere a la movilización de tropas ordenada por el entonces presidente venezolano en respuesta al ataque por parte de Colombia contra un campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en territorio de Ecuador. En la operación murió, entre otros, el dirigente de las FARC Raúl Reyes y las tropas colombianas se hicieron con tres ordenadores que contenían valiosa información sobre el grupo terrorista y sus vínculos internacionales. Ya en aquel momento, el discurso belicista de Chávez respondió más a una escenificación teatral que a un preparativo real de ir a la guerra.
Rogelio Núñez: “Para el régimen de Venezuela sería una locura, una huida hacia delante hacia la catástrofe definitiva”
No obstante, Núñez no descarta la posibilidad de que se produzca un incidente menor que pudiera derivar en una escalada. En situación de militarización de fronteras puede ocurrir que un grupo de soldados entren en territorio del país vecino por error y se produzca una escaramuza que termine derivando en algo de mayor gravedad. “Ese peligro siempre existe”, señaló el experto. El resultado sería “un enfrentamiento absolutamente desproporcionado”. El académico recordó que el Ejército colombiano “está muy bien preparado y tiene como aliado a EEUU”. Asimismo, añadió: “Para el régimen de Venezuela sería una locura, una huida hacia delante hacia la catástrofe definitiva”.
Si las fuerzas armadas están muy bien entrenadas, y además tienen una larga experiencia en combate, no ocurre lo mismo con las venezolanas. Núñez puso en duda “la cohesión interna del ejército venezolano”. De hecho, el experto considera que los militares de Venezuela no querrían meterse en una dinámica bélica con sus vecinos. “Saben que perderían en una guerra, y la derrota significaría la caída del régimen sin capacidad de negociación. La plana mayor del ejército venezolano perdería la hegemonía que tiene en la economía formal e informal”, añadió.
Puso el ejemplo de Argentina y Chile. En el primero, el final de la dictadura se produjo tras la derrota en la Guerra de las Malvinas. La derrota con Reino Unido aceleró la caída del régimen militar, y además quitó a los altos mandos castrenses la capacidad de negociar las condiciones de la transición. En Chile, sin embargo, el dictador Augusto Pinochet y el resto de la cúpula militar sí pudieron negociar las condiciones del cambio a la democracia.
Desequilibro militar entre Colombia y Venezuela
Según los datos del Global Fire Power Index de 2018, Colombia ocupa el puesto 45 y Venezuela el 46 en poderío militar a nivel mundial. Las fuerzas armadas colombianas disponen de casi 370.000 hombres en activo y 142.500 reservistas. Frente a esto, las venezolanas cuentan con 115.000 en activo y apenas 8.000 en la reserva. En cuanto al poder aéreo, Colombia dispone de 21 aviones de combate y otros 59 de ataque a tierra, a lo que hay que sumar 64 de entrenamiento, 328 de transporte y 273 helicópteros. Venezuela dispone de 39 aviones de combate, 39 de ataque, 98 de entrenamiento, 138 de transporte y 114 helicópteros (incluyendo 10 de ataque a tierra).
El equipamiento bélico venezolano responde más a datos sobre el papel que a la realidad
En cuanto al material bélico para combate en tierra, el de Venezuela parece superior: casi 700 carros de combate, 700 vehículos blindados, 57 piezas de artillería autopropulsada, otras 104 piezas de artillería y 52 lanzacohetes. Frente a esto, Colombia dispone de 1.345 vehículos blindados y 155 piezas de artillería no autopropulsadas. En el mar, el desequilibrio es favorable a los colombianos. Tienen 234 barcos, incluyendo cuatro fragatas, una corbeta, 11 submarinos y 55 patrulleras. La Armada venezolana tiene tan sólo 50 naves, incluyendo tres fragatas, cuatro corbetas, dos submarinos y 10 patrulleras.
De todos modos, el equipamiento bélico venezolano responde más a datos sobre el papel que a la realidad. Gran parte de las aeronaves, vehículos militares (incluyendo carros de combate) y unidades navales no están operativas, debido a que la Fuerza Armada Bolivariana no tiene capacidad de realizar un correcto mantenimiento de todo este armamento. Además, el mal estado de las carreteras y déficit de material de transporte dificulta la movilización de los tanques.
El antecedente de la corbeta Caldas
Un problema añadido para Venezuela son las deficiencias en la cadena de mando. El abandono del uniforme por muchos oficiales, unido a las purgas políticas por parte del régimen, ha hecho que haya un exceso de generales y un déficit de mandos intermedios. Algunos de los problemas en la capacidad de movilizar el material ya quedaron en evidencia en agosto de 1987, cuando la corbeta colombiana Caldas entró en aguas territoriales de Venezuela.
En aquel momento, se movilizaron las unidades de selva en la frontera y cavaron trincheras, se puso en alerta a los aviones de combate y a la Armada y se trató de llevar 82 carros de combate la zona fronteriza. El problema con que se encontraron es que apenas contaban con 20 plataformas para transportar los tanques. La crisis se solucionó cuando la Caldas salió de las aguas territoriales de Venezuela.
Jaime Lusinchi, en un gesto donde no faltaron altas dosis de teatralidad, había dicho que iba a ordenar atacar desde el aire la corbeta ese mismo día si seguía dentro de la zona marítima de soberanía venezolana. A día de hoy, los problemas para trasladar los carros de combate son muy superiores, y se suman todos los existentes en la cadena de mando y desmoralización de la oficialidad.
A todo lo anterior se suma una situación económica y social desastrosa en Venezuela. La guerra cuesta dinero, y el régimen de Nicolás Maduro no dispone de él. A ello se añade el presumible rechazo por gran parte de la población, que puede oponerse al coste en vidas de un conflicto que no quiere ni comprende. Esto podría desatar grandes oleadas de protestas en el interior del país, cuya represión por parte de Maduro se complicaría al tener movilizados gran parte de los uniformados contra Colombia.