César Morillo Díaz (ALN).- Los recintos deportivos se han convertido en estandartes y símbolo de las ciudades en las que se encuentran, lugares visitados por miles de turistas y ciudadanos locales que desbordan pasión y fervor. Estructuras cada vez más impactantes por su tamaño, belleza arquitectónica y modernidad, tal como lo fueron en su época las antiguas catedrales.
Toda ciudad importante tiene un gran estadio del que presume y al que sus ciudadanos acuden religiosamente las tardes del fin de semana. Son los lugares de reunión de miles de personas que se identifican con el deporte que allí se practica y con el equipo que allí juega. En muchas ciudades son el mayor símbolo de prosperidad y de modernismo que las representa. Y el escenario de grandes acontecimientos históricos, no sólo en lo deportivo sino también en lo político y social.
En muchos casos las grandes estructuras deportivas son fruto de la inversión privada, en otros son estructuras públicas que son gestionadas y explotadas por clubes deportivos privados. En cualquier caso, son enormes inversiones que buscan obtener un beneficio económico sostenible a largo plazo, no sólo para las entidades deportivas sino para las ciudades en las que se erigen.
Toda ciudad importante tiene un gran estadio del que presume y al que sus ciudadanos acuden religiosamente las tardes del fin de semana
Hoy en día el negocio parece claro, no sólo se trata de construir equipos ganadores sino de construir estadios que generen ganancias. Quizá el ejemplo más evidente de este hecho es el modelo norteamericano y la rentabilidad que obtiene de sus grandes estructuras deportivas, donde prima la máxima de ‘generar ingresos como si hubiera partidos diariamente’.
El Staples Center en Los Angeles, California, cuyo propietario es el gigante Anschutz Entertainment Group o AEG, es la sede de dos equipos de la NBA (Los Angeles Lakers y Los Angeles Clippers), de Los Angeles Kings de la NHL (National Hockey League) y de Los Angeles Sparks de la WNBA (Women’s National Basketball Association). El año pasado acogió 250 eventos entre los que figura el de mayor relevancia económica en Estados Unidos: los premios Grammy.
En el ámbito europeo el objetivo no es demasiado diferente, los clubes deportivos del viejo continente intentan seguir la estela impuesta por el modelo norteamericano y crear mayores beneficios para sus entidades a través de la correcta explotación de sus estadios.
Según el último informe de la empresa consultora Deloitte (Football Money League 2017) el Manchester United ha conseguido ingresos por concepto de entradas de 137,5 millones de euros; por su parte, el F.C. Barcelona, ingresó 121,4 millones de euros; el Real Madrid, 129 millones de euros, y finalmente el Atlético de Madrid, 36 millones de euros en el antiguo estadio Vicente Calderón.
Ahora bien, las nuevas ‘catedrales modernas’ no sólo deben suponer un beneficio rentable para las entidades deportivas que las gestionan, su objetivo debe ir más allá y convertirse en motores de la economía local, ese estandarte de prosperidad que todos esperan.
El O2 Arena, complejo multifuncional que fue sede de las competiciones de gimnasia y de la fase final de baloncesto de las Olimpiadas de Londres 2012, genera un gran beneficio a la capital inglesa. Según un estudio realizado por la consultora Why Not, encargado por el grupo AEG, la estructura genera unos 450 millones de euros anuales, atrayendo además cientos de miles de visitas al año, lo que repercute de manera directa e indirecta en la economía global, proporcionando un sinfín de oportunidades de crecimiento a la población de los alrededores del recinto. El O2 arena se convirtió en un motor de actividades económicas y laborales, según cifras oficiales genera unos 3.000 empleos en la localidad londinense.
El Wanda Metropolitano
En la ciudad de Madrid, se ha vivido recientemente la inauguración del nuevo estadio del club Atlético de Madrid (Wanda Metropolitano), lo que supone un gran salto para la economía del club, al igual que se espera que sea un revulsivo económico para la ciudad.
Y es que los primeros síntomas de estas mejorías empiezan a hacerse evidentes. El club ha aumentado la venta del merchandising, pasando de unos 67.000 euros en sus picos máximos en el antiguo estadio a unos 200.000 euros tan sólo en su primer día de ventas.
Hoy en día el negocio parece claro: no sólo se trata de construir equipos ganadores sino de construir estadios que generen ganancias
Esto puede suponer una pequeña antesala a lo que representará la nueva sede en términos económicos para el club Atlético de Madrid, aunque habrá que esperar el informe de Deloitte del año próximo para conocer las cifras exactas del impacto económico del nuevo estadio en los balances del club madrileño.
Para la ciudad el nuevo estadio representa una revalorización de los inmuebles en el este capitalino, y es que el mercado inmobiliario en los alrededores de la ubicación del Wanda Metropolitano se ha visto beneficiado, ya que es un valor añadido para la zona.
Según datos de urban Data Analytics (uDA) el alquiler de los pisos en los barrios colindantes ha subido entre 9% y 12% con respecto al año anterior. Además de esto, ya se sabe que el nuevo estadio acogerá la final de la UEFA Champions League para el año 2019, lo que representa un impacto económico aproximado de entre 50 y 60 millones de euros para la ciudad.
En definitiva, los recintos deportivos se han convertido en estandartes y símbolo de las ciudades en las que se encuentran, lugares visitados por miles de turistas y ciudadanos locales que desbordan pasión y fervor. Estructuras cada vez más impactantes por su tamaño, belleza arquitectónica y modernidad, tal como lo fueron en su época las antiguas catedrales. Como bien los define el profesor John Bale, “los estadios son las catedrales modernas”.