Oscar Medina (ALN).- Más allá del simple hecho de pintarrajear una pared, el arte callejero evoluciona favorablemente en Latinoamérica. Y en la capital colombiana lo hace con una fuerza especial. Tanto que el Museo de Arte Contemporáneo organizó la muestra Trez, en la que Gleo, Pésimo y Yeye, importantes figuras de esta corriente, exponen parte de su trabajo y técnicas.
El Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá, creado en 1966, se ha convertido con el paso del tiempo en una referencia del arte callejero o Street-art. Y lo demuestra una vez más con la exposición Trez, inaugurada el 21 de junio y abierta al público hasta el próximo 19 de julio.
Allí, se muestra el trabajo de un trío de destacados exponentes de esta corriente: Gleo, Pésimo y Yeye. ¿Grafiteros en la sala del museo? Son más que eso: “El MAC tiene la oportunidad de reunir a tres grandes artistas de Colombia y Perú, que se han encargado por medio del arte urbano de divulgar sus raíces, cosmogonía, historia, raza, costumbres, idiosincrasia e identidad Latinoamericana”, explica la web de la institución colombiana.
“Me gustaría convertir Lima en una ciudad como Bogotá, con una movida enorme y que se vuelva una importante capital del grafiti”, dice Torres
Asimismo, agregan que “el objetivo principal de esta muestra es la circulación del trabajo que realizan en las calles de cada ciudad latina y europea que vistan, dejando marca. Su trayectoria de más de 10 años en las calles, pintadas en callejones, plazas, festivales, bares, galerías y museos, son un claro ejemplo de como el espacio público y privado se convierte en reacción, en resistencia desde diferentes lenguajes”. Esta exposición une tres temas que se perciben desde la mente: las raíces, la familia, el ser y el yo y el camino.
Los de casa
Nathalia Gallego, alias Gleo, nació en Bogotá y creció en Cali, a donde fue a parar con su familia forzados por la violencia de la ciudad: “Pasé de gozar de toda la comodidad a no tener nada. A los nueve años no entendía. Pero ese episodio de mi vida me volvió consciente de la realidad: no tenía nada y me gustaba ya el arte, pero no era accesible para mí el mundo de las galerías; por eso preferí salir a la calle a pintar y que todos vieran lo que hacía”, contó en una entrevista para murostreetart.com.
Comenzó su expresión artística impulsada por el efecto del mar y fue, sin embargo, en Ciudad de México donde pudo desarrollar todo su potencial. Eso mismo ha hecho que sea una invitada frecuente a festivales y eventos relacionados con el arte urbano en Latinoamérica y Europa.
“Mi trabajo ha tomado una perspectiva diferente de acuerdo con mi evolución personal. Pinto en la calle desde los 15 años. En esa época pintaba formas marinas muy caricaturescas, unos peces raros, y los empezaba a mutar. Siempre me ha gustado mucho el mar, está en mí. Mi familia me llevaba al mar cada tres meses. Tengo un vínculo con él. Después empecé a explorar texturas y colores. Como tenía muchos amigos grafiteros y pintaban muy rápido, mi afán era pintar también muy rápido con el vinilo. Empecé a generar estrategias para hacerlo, quitando colores, pintando de tal forma, usando plastas”, contó en la misma entrevista.
Después empezó a trabajar con más texturas y colores. “Me empezó a gustar mucho el tema de los mandalas (símbolos espirituales de las religiones indias), la sensación de los colores, etcétera. Mi gráfica comenzó a tener contenido más geométrico. En mi carrera, que es artes visuales, vemos mucho la historia del arte latinoamericano: el mexicano, el peruano, el colombiano… y eso influyó mucho en mí”.
Yeye Torres es el otro artista colombiano de la exposición. Oriundo de Bogotá, ha pasado 10 de sus 34 años trabajando como muralista y ha estado muy involucrado en proyectos dentro de las comunidades de la ciudad y en esquemas como las industrias creativas y culturales, mejor conocidas como “economía naranja”.
Así describe su obra: “El universo de la gráfica es para mí de gran interés, me deleito en el dibujo desbordándolo hasta la pintura, el collage y la instalación. Tiendo a construir imaginarios paradójicos donde se halla presente cierto tipo de sorpresa poética. Dentro de mi hacer como artista visual, el dibujo y la pintura se han convertido en grandes herramientas de comunicación, jugando con los formatos desde lo más pequeño esbozado en un cuadernillo, hasta grandes murales llenos de líneas vibrantes y color”.
El de afuera
A Edwin Higuchi se le reconoce como “el impulsor del graffiti en Lima”, según el diario El Comercio. Su obra, en todo caso, trasciende el mero hecho de garabatear en una pared. Lo suyo es arte.
Creció en una familia de artistas y fue casi inevitable que emprendiera su propio camino teniendo el spray como herramienta: “El grafiti me enamoró desde la primera vez que lo vi”, contó a El Comercio: “Fue una forma de hacer algo diferente al arte que hacía mi familia. Estar en la calle era una manera de pintar sin que nadie me viera. Me ayudaba a individualizarme”.
A lo largo de sus 20 años de carrera y bajo el nombre de Pésimo, ha tenido la oportunidad de plasmar su obra en paredes de más de 40 ciudades: Tokio, Sao Paulo, Buenos Aires, Ciudad de México, Hamburgo, Viena, Barcelona y Madrid se cuentan entre ellas.
También le ha puesto mucho empeño en impulsar el Street-art en Lima, lo que ha representado una dura tarea para derribar los criterios del convencionalismo: “Ir cambiando la mentalidad de la gente es una de las cosas más gratificantes que tiene mi trabajo. Me gustaría convertir Lima en una ciudad como Bogotá, con una movida enorme y que se vuelva una importante capital del grafiti”.
Y en Bogotá, precisamente, ha obtenido una buena dosis de reconocimiento. Es el invitado en Trez y su obra –ocho ilustraciones y 13 lienzos en acrílico y spray- se muestra en el segundo piso del Museo de Arte Contemporáneo de la capital colombiana, donde el arte de la calle ha encontrado un refugio.