Ysrrael Camero (ALN).- La victoria del Partido Socialista Obrero Español, y de Pedro Sánchez, en las elecciones generales del 28 de abril, ha sido clara. Este es el cierre exitoso de una jugada estratégica de Sánchez para volver a convertir al PSOE en el centro del poder en España, y catapultarse él a la jefatura de gobierno.
La victoria del Partido Socialista Obrero Español, y de Pedro Sánchez, en las elecciones generales del 28 de abril, ha sido clara, duplicando en número de escaños a su más cercano competidor, y ganando en todas las comunidades autónomas, excepto Cataluña, el País Vasco y Navarra.
Las características de esta victoria le otorgan al PSOE, además, el control del Senado, lo que podría facilitar reformas institucionales para desbloquear el conflicto territorial y para darle el aprobado a los presupuestos.
Este es el cierre exitoso de una jugada estratégica de Pedro Sánchez para volver a convertir al PSOE en el centro del poder en España, y catapultarse él a la jefatura de gobierno.
¿Cómo llegamos aquí?
Hasta hace menos de un año muchos desahuciaban al PSOE como opción política. Desangrado desde la izquierda por Podemos y teniendo su peor resultado histórico en 2016 parecía que lo que les quedaba a los socialistas era una larga agonía mientras los populares disfrutarían de una dilatada estadía en La Moncloa.
Paradójicamente, contó Sánchez con la ayuda de sus adversarios, quienes optaron por huir a todo galope del centro político. La selección de Pablo Casado como cabeza del PP en julio de 2008 inició un desplazamiento de esta organización hacia la derecha que ha sido castigado por los españoles en las urnas este 28 de abril.
Pero tras la moción de censura contra Mariano Rajoy todo empezó a moverse en una dirección distinta. Pedro Sánchez alejó al PSOE del PP, colocándolo nuevamente en el centro de la izquierda española, deteniendo la hemorragia de votos que se iban hacia Podemos.
Con una base política muy endeble, y con una coalición repleta de contradicciones, Pedro Sánchez entró a gobernar en La Moncloa. Ya en el gobierno presentó un gabinete lleno de figuras nuevas que mostraba una imagen renovada, femenina, progresista, y técnicamente sólida. Promovió una agenda de reformas con profundo contenido social, que implicaba mayor protección a sectores vulnerables que habían sido afectados por la crisis de 2008 y por la política de recortes desarrollada por el gobierno del PP.
Sabía que cualquier iniciativa de cambio presupuestario naufragaría en el Senado dominado por el PP, pero presentó la agenda completa para marcar la diferencia con el gobierno precedente, y construir un horizonte hacia el cual dirigir la campaña.
Paradójicamente, contó Sánchez con la ayuda de sus adversarios, quienes optaron por huir a todo galope del centro político. La selección de Pablo Casado como cabeza del PP en julio de 2008 inició un desplazamiento de esta organización hacia la derecha que ha sido castigado por los españoles en las urnas este 28 de abril.
La irrupción de Vox en el escenario político, en el período que va entre el mitin de Vistalegre en octubre de 2018 y las elecciones andaluzas, aceleró el desplazamiento del PP y de Ciudadanos hacia la derecha. Es una paradoja que la más pequeña de las tres organizaciones terminó fijando la agenda y la narrativa del posicionamiento político de todo el bloque de la derecha. La famosa, e infame, foto de Santiago Abascal, Casado y Albert Rivera en la manifestación de la Plaza Colón de febrero quedó como una mancha indeleble. Vox había arrastrado al PP y a Ciudadanos a su terreno, y de allí ya no podrían salir.
Este cúmulo de errores dejó el centro vacío para que el PSOE pudiera tomarlo a lo largo y ancho. Pedro Sánchez ocupó el centro del espectro político sin abandonar la izquierda, impulsando un nuevo desplazamiento, el de Podemos. La tolda morada fue absorbida por el abrazo del oso del PSOE, quien lo metió en su política, sistémica, moderada y moderadora.
Los debates terminaron de aclarar el campo de juego de las elecciones generales. Los líderes del PP y de Ciudadanos enfocaron todas sus baterías en atacar sin piedad a Pedro Sánchez, pretendiendo anular a Pablo Iglesias. Sánchez sobrevivió y Pablo Iglesias terminó de volcarse en el centro, mostrando un perfil moderado y constitucional.
Victorias y derrotas
En las elecciones generales del 28 de abril de 2019 los españoles premiaron a quienes supieron posicionarse en el centro del espectro político, y castigaron a aquellas fuerzas y líderes que lo abandonaron. Fue un voto contra el extremismo y el maximalismo.
Acá se cierra un ciclo para Pedro Sánchez quien, luego de este triunfo, es el líder indiscutible del PSOE y de la centroizquierda española. Con esto deja atrás las disputas internas que podían quedar alrededor de su liderazgo.
En menos de un mes España se enfrentará a una nueva fecha electoral. El 26 de mayo se realizarán elecciones europeas, autonómicas y municipales, y Pedro Sánchez necesita consolidar la coalición que lo ha llevado a este triunfo sin meterle el ruido de un desvío hacia la derecha. Podría perder lo que ha avanzado.
El Partido Popular es el gran derrotado. Tras perder la mitad de sus diputados y el control del Senado la figura de Pablo Casado queda deslucida, y con ella la política de José María Aznar. Seguramente Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría han de tener algo preparado para Casado y su equipo. El gran riesgo del PP es dejar de ser la referencia alternativa al PSOE.
Ciudadanos se encuentra frente a su gran oportunidad. Como ha ocurrido en ocasiones previas, sus resultados se encuentran por debajo de sus expectativas. Chapotear con Vox y el PP en el espacio de la derecha conservadora, en vez de continuar en el centro, fue un error. Pero este resultado puede convertir a Cs en “la oposición” a Sánchez y al PSOE, sólo si Rivera, Inés Arrimadas y demás dirigentes deciden dar la pelea por el centro político donde antes se movían con soltura.
Con estupor y sorpresa la España progresista, así como la Europa más moderna, han mirado la irrupción parlamentaria del otro gran triunfador de la jornada: el partido de ultraderecha Vox. Haciendo un uso inteligente de las redes sociales, así como de miedos y prejuicios generalizados, construyó un marco que arrastró al resto de la derecha. Obtuvo apenas 24 diputados, siendo castigado por la ley electoral, pero su política de confrontación y polarización, típicamente populista, dará mucho que hablar en el Congreso.
El balance de Podemos es más difícil de establecer. Efectivamente, una pérdida importante de diputados, quedando reducido a 43 escaños, pero lo más seguro es que deba incorporar a alguno de sus dirigentes a labores de gobierno, lo que puede ser una oportunidad en más de un sentido. Como derrotado tiene una gran diferencia con Casado, el liderazgo de Pablo Iglesias, luego de las purgas internas previamente realizadas, no se encuentra en disputa, por lo que es posible que tenga manos libres para el desarrollo de los pactos posteriores.
La política de pactos
Acá hemos de reflexionar sobre los pactos que han de venir para poder formar gobierno. A pesar de su victoria el PSOE no tiene mayoría absoluta, por lo que está obligado a pactar para gobernar.
A pesar de que muchos han acariciado la idea de una coalición entre el PSOE y Ciudadanos esta opción podría ser negativa para ambas organizaciones. Efectivamente, Ciudadanos estaría desperdiciando la oportunidad de convertirse en la referencia alternativa al PSOE, trabajando en un perfil de centroderecha liberal que termine de desplazar al PP. Es un mal negocio para Cs.
Pero también es una apuesta arriesgada para Pedro Sánchez y el PSOE. En menos de un mes España se enfrentará a una nueva fecha electoral. El 26 de mayo se realizarán elecciones europeas, autonómicas y municipales, y Pedro Sánchez necesita consolidar la coalición que lo ha llevado a este triunfo sin meterle el ruido de un desvío hacia la derecha. Podría perder lo que ha avanzado.
Es allí donde se abre paso la coalición con Podemos y ERC. Podemos ha terminado siendo un aliado leal a Pedro Sánchez en medio de las convulsiones de los últimos meses. Y es normal que Pablo Iglesias considere incorporar fichas en el gobierno. El caso de ERC es particularmente interesante, por lo que podría facilitar para desescalar el conflicto catalán. Dentro de la coalición independentista ERC ha venido marcando distancia respecto al catalanismo conservador, lo que puede incluso derivar en un cambio en las prioridades de la agenda. Un pacto que incorpore a una ERC más moderada en una coalición de izquierda, quizás podría ser lo necesario para encauzar el tema catalán hacia un cierre pacífico y negociado, sobre todo tomando en cuenta que el PSOE ahora tiene mayoría en el Senado.
Y ahora Europa…
Lo que nos lleva al último elemento del análisis: las elecciones europeas. Podemos estar a las puertas de una nueva escalada de Pedro Sánchez. La socialdemocracia no se encuentra en su mejor momento en Europa. El Partido Socialista francés ha descendido a 6% en su popularidad. El SPD alemán, que llegó a ser el movimiento socialdemócrata más fuerte del mundo y núcleo de la socialdemocracia europea, está pasando por malos momentos. El laborismo británico está atrapado dentro del difícil divorcio del Brexit. En este escenario el PSOE puede convertirse en el Partido Socialista más importante de Europa.
Esto tiene otras implicaciones, que se relacionan con Pedro Sánchez. La salida de Angela Merkel del poder en Alemania, los problemas a los que está sometido Emmanuel Macrón en Francia, el Brexit, estén dejando un vacío en el liderazgo europeo frente a los retos que plantean Vladimir Putin, Donald Trump y Xi Jing Ping. España puede estar jugando un papel relevante a mediano plazo, y Pedro Sánchez podría ser una clave emergente.