María Rodríguez (ALN).- El sociólogo Tomás Páez, autor de ‘La Voz de la Diáspora Venezolana’, considera que la Venezuela del futuro ganará con los frutos del éxodo masivo que sufre el país. De los “más de dos millones” que están fuera, “el 20% son empresarios”, matiza el experto. Prefiere calificar esta oleada como “nuevo exilio” y afirma que es especialmente doloroso que el Gobierno silencie las cifras migratorias.
Tomás Páez es sociólogo y autor de La voz de la Diáspora Venezolana, un estudio que forma parte del primer Observatorio que identifica en qué países residen los “más de dos millones de venezolanos que hoy están fuera”, según apunta el experto en una entrevista con el diario ALnavío. Pero la labor de cuantificar y ubicar geográficamente a los venezolanos no es tan sencilla y más después de que el éxodo masivo se ha intensificado en las últimas semanas, antes y después de la celebración de la Asamblea Nacional Constituyente de Nicolás Maduro. Solo un dato: cerca de 560.000 ciudadanos venezolanos han solicitado recientemente una tarjeta fronteriza (TMF) para entrar en Colombia, según informaron las autoridades de ese país.
Esta situación ha movilizado a los Gobiernos de América Latina, que estudian y plantean medidas para hacer frente a una oleada migratoria que se estima que siga creciendo. Como en Colombia, Argentina y Brasil, por poner solo unos ejemplos. En este sentido, Christian Kruger, director general de Migración de Colombia, afirmó días antes de la votación de la Constituyente que las autoridades colombianas están en alerta y preparadas para asistir a una llegada masiva de venezolanos, tal como publicó El Nuevo Herald. Por su parte, Argentina ha prometido seguir con los privilegios migratorios que viene concediendo a los venezolanos a pesar de la suspensión indefinida de Venezuela de Mercosur. Y en el Estado brasileño de Roraima, fronterizo con el país que gobierna Maduro, la Justicia Federal pidió que se elimine el cobro de tasas a los venezolanos que buscan residencia temporal huyendo de la “crisis” humanitaria”, según recogió AFP.
“Terminamos hablando de la diáspora, porque Venezuela es un país que se desparramó por todo el mundo”
Toda esta oleada migratoria “impresiona mucho”, sostiene Páez. Por ello, los datos del Observatorio los actualizan “hasta donde nos permite la realidad, que anda a un ritmo muy distinto”.
– ¿Le convence la denominación de “éxodo venezolano” para calificar la crisis migratoria del país?
– No. Cuando terminamos el estudio [de La Voz de la Diáspora Venezolana] empezamos a discutir si era éxodo, nuevo exilio… y al final terminamos hablando de la diáspora, porque es un país que se desparramó por todo el mundo. La última oleada migratoria [de los últimos dos años] pudiera dar la sensación de éxodo, pero seguimos siendo partidarios de diáspora. Quizá nos guste más nuevo exilio que éxodo, por ser precisamente una nueva modalidad de exilio [en esta definición también se incluye la acepción de “expatriación, generalmente por motivos políticos”].
– ¿A qué riesgos se enfrentan los países que están recibiendo esta oleada migratoria de venezolanos?
– No veo que haya riesgos para el país de acogida; al contrario, creo que hay beneficios y un aporte enorme: primero trabajo, después consumo, una nueva cultura, un nuevo punto de vista y nuevos conocimientos. Por ejemplo, Venezuela, como uno de los países que más ha crecido a lo largo de su historia, recibió una poderosísima inmigración de España, Italia, Portugal, Colombia, Argentina, Brasil… que la enriqueció en todos los sentidos, tanto en la capacidad de trabajo como en áreas donde Venezuela no tenía tanto desarrollo.
“Los países latinoamericanos le están devolviendo a Venezuela y a los venezolanos los gestos que este país tuvo para con ellos”
– En las últimas semanas se ha intensificado la migración venezolana a los países limítrofes. Los gobiernos de estas naciones receptoras muestran su preocupación y estudian soluciones [mantener los privilegios migratorios, tasas gratuitas, etc]. ¿Son acertadas las medidas que están tomando?
– Venezuela recibió con los brazos abiertos siempre a toda la emigración del mundo y a la latinoamericana en particular, como por ejemplo en los golpes de Estado del Cono Sur en Argentina, Chile y Uruguay, que se tradujeron en un proceso migratorio. Hoy, en estas horas tan tristes, los países latinoamericanos le están devolviendo a Venezuela y a los venezolanos los gestos que este país tuvo para con ellos, como un espacio siempre abierto.
– ¿Las motivaciones para emigrar antes y ahora son, en el fondo, las mismas?
– Sí. Las dos razones por las cuales la gente se va del país son la inseguridad y la impunidad. Es muy grave cuando pierdes el más importante derecho de propiedad, que es sobre la vida misma. Lo cierto del caso es que nosotros tenemos tantos muertos como ha tenido la guerra de Siria en siete años: 400.000 muertos en la guerra de Siria, y en Venezuela en 17 años más de 350.000 homicidios, que se dice pronto cuando no hay una guerra declarada.
La tercera razón, que también se ha agravado, es el acelerado deterioro económico. Tenemos la inflación más grande del mundo: un profesor universitario hoy, equivalente a catedrático en España, que es mi caso, devenga un salario al cambio de 20 dólares (17 euros). Y a ello se suma la inmensa escasez de absolutamente todo.
– ¿En qué se basan los venezolanos a la hora de elegir el país de acogida?
– En la década de los 60 llegamos a tener un 15% de la población inmigrante en primera generación. Entonces, tienes nexos familiares que te permiten desandar el paso que dieron padres y abuelos. En las primeras oleadas de emigración tuvieron la ventaja de tener la doble nacionalidad.
La última migración, de estos dos años, es más bien por desesperanza, por salir corriendo a buscar en Colombia o Curazao los alimentos y medicinas para familiares. Es otro tipo de migración, que no tiene las mismas condiciones. Pero el hecho de que Unasur haya estado jugando con fronteras más abiertas, que permiten una mayor movilidad, ha hecho posible que hoy tengamos algo insólito, como más de 30.000 venezolanos en Argentina y otros 20.000 en Chile.
– El venezolano que ahora se marcha del país, ¿tiene en mente la idea de regresar algún día?
– Cuando hicimos el estudio preguntamos la disposición a retornar al país y la respuesta de los venezolanos fue: Si las condiciones por las que me fui persisten, ‘no voy a regresar’, en un 80% de los casos. Si las condiciones cambiasen, ese porcentaje va disminuyendo, pero ‘me tendrían que garantizar la seguridad’, que no se hace de un día para otro. Después se sumaría ‘desmontar toda la actividad que he desarrollado en el país de destino’, y que hace que resulte muy difícil el retorno a corto plazo.
– ¿Qué aportan los países de destino a los emigrantes venezolanos?
– Efectivamente no solo quien emigra aporta al país sus capacidades. Recibe del país de acogida muchísimas cosas. Por ejemplo, cuando llegas a España y ves todo lo que ha logrado en transporte público, la limpieza de las ciudades… La España de hoy no es la del año 80. Es una España que han construido los ciudadanos españoles y todos los emigrantes, de respeto, de desarrollo, con los errores que pueda haber. Eso lo recibe también el emigrante. Y en algunos casos el emigrante recibe muchísimo más, por ejemplo, la capacidad tecnológica del país al que emigra. Nuestra gente está estudiando hoy medicina con las nuevas tecnologías desarrolladas en Estados Unidos, país que le está ofreciendo unas condiciones de trabajo y de desarrollo tecnológico que permiten a la persona crecer.
– ¿También es beneficiosa la emigración para el país de origen?
– Claro. Venezuela está ganando hoy un inmenso capital humano. En Venezuela ha habido un deterioro acelerado. Hoy el 60% del parque industrial y el 40% del empresarial han desaparecido. Afortunadamente, los venezolanos que emigran pueden trabajar e investigar en el país receptor y cuando las cosas cambien, esas personas, sin necesidad de retornar a Venezuela, pueden contribuir al desarrollo del país con las nuevas redes sociales y empresariales construidas. Es decir, aprovechar esa red de venezolanos que están fuera para, junto a inversionistas, instituciones y universidades de los países de origen, participar en alianzas estratégicas en el desarrollo de Venezuela.
“En Venezuela en 17 años ha habido más de 350.000 homicidios, que se dice pronto cuando no hay una guerra declarada”
– Entonces, con esta oleada de emigración, ¿Venezuela gana de cara al futuro?
– Claro. En Venezuela, hoy siete de cada 10 venezolanos están entre la informalidad y el desempleo. No hay inversión ni desarrollo tecnológico. Las universidades están absolutamente asediadas y constreñidas escasamente a dar clase. Y cada vez que un profesor puede dictar fuera un curso en Ecuador, por ejemplo, formando a doctores, lo hace, y es impresionante el número de casos así.
Por eso, de cara al futuro, ese venezolano que está en EEUU tiene nuevas redes, puede participar en nuevos proyectos de investigación, conoce nueva gente que va a ser un tremendo aporte. Venezuela está ganando en know-how de manera impresionante. Eso le va a permitir, cuando las condiciones cambien, producir un salto cuántico en el desarrollo. El estudio de la Diáspora fue concebido precisamente como primera etapa de este proyecto, el de una plataforma para articular a esos más de dos millones de venezolanos que están fuera y a sus nuevas relaciones. Esas redes van a ser vitales para el desarrollo del país.
– De los más de dos millones de venezolanos que están fuera, ¿qué porcentaje son empresarios y dónde están ubicados?
– Son el 20% y sabemos que tienen inversiones en todo el mundo, en Nueva York, en Florida, en Madrid, en Barcelona… Quizás el país que tenga un poco más de porcentaje es Panamá, por ser un centro comercial muy importante de distribución.
– ¿Y en qué áreas ejercen como empresarios?
– En medios de comunicación, consultoría gerencial, informática, telecomunicaciones, en las ingenierías en general, en salud…
– “No existimos en las estadísticas nacionales”, ha afirmado en alguna ocasión. ¿Este punto es especialmente doloroso para los emigrantes venezolanos?
– Sí, porque la estadística es un bien público de la democracia y de la sociedad. Cuando se afecta o se niega el derecho a tener información sobre un fenómeno de esa magnitud, que representa hoy a más del 8% de la población, hay que ser descarado. El Estado venezolano posee la información de los movimientos migratorios en puertos y aeropuertos y también de quiénes son sus pensionados, a los que tiene que pagar y no les está pagando, por cierto [Más de 9.000 jubilados en España llevan 20 meses sin cobrar las pensiones de Venezuela].
Por eso, cuando el silencio es deliberado y consciente indigna más porque es una negación del hecho. Es querer decir que en Venezuela no hay un proceso migratorio cuando obviamente todo el mundo lo sabe.
– ¿Cuál debe ser el papel de los venezolanos en la diáspora?
– Ya se está ejerciendo en muchos terrenos, como en el envío de remesas y de medicinas. Otro elemento es la propia denuncia de la situación en Venezuela en el terreno político. También se está viendo en los medios de comunicación que han tejido redes entre comunicadores venezolanos y no venezolanos y en el desarrollo de liderazgos locales y regionales, que se están formando en Europa y EEUU. Este es el papel del emigrante venezolano en la reconstrucción de Venezuela.