(EFE).- Los desastres naturales causan hasta 2,3 billones de dólares en pérdidas económicas reales, diez veces más de lo que se calcula como costes directos por los efectos multiplicadores que tienen y los daños que provocan a los ecosistemas, revela un informe producido por Naciones Unidas y hecho público este martes.
El estudio alerta de que estos costos seguirán creciendo a medida que se intensifique la crisis climática y que los países en desarrollo cargarán con la peor parte, entre otras razones por la deuda que deben contraer para sufragar los gastos de respuesta y rehabilitación en los que tienen que incurrir luego de cada catástrofe.
Asimismo, se muestra cómo las decisiones que se tomen ahora, especialmente en cuanto a planificación territorial, inversiones y modelo energético, determinarán la exposición de las poblaciones a futuros riesgos.
Uno de los ejemplos más alarmantes que se menciona es el rápido derretimiento del glaciar Thwaites (Antártida), que podría provocar un aumento del nivel del mar de más de medio metro, lo que a su vez amenazaría infraestructuras costeras que tienen un valor superior a los 1,8 billones de dólares.
Además, tal situación afectaría gravemente a estados insulares como Kiribati y las Islas Marshall, así como a megaciudades costeras como Nueva York o Yakarta, indica el informe.
Otro efecto del aumento en la frecuencia e intensidad de los desastres naturales es el aumento de los costes de las primas de seguros, la disminución de las coberturas y que las compañías de seguros empiecen a retirarse de ciertos lugares porque no les resulta rentable seguir ofreciendo seguros allí.
Inundaciones
Un ejemplo de ello está ocurriendo en Australia, donde más de medio millón de viviendas podrían quedar sin seguro en 2030 por el importante riesgo de inundaciones.
Frente a este escenario, el informe evidencia que los recursos aún se destinan mayoritariamente a la respuesta de emergencia: el 96% de los 137.000 millones de dólares destinados a la asistencia para el desarrollo relacionada con desastres entre 2005 y 2017 se uso en socorro, reconstrucción y rehabilitación.
Solo el 4 % (unos 5.200 millones) se invirtió en prevención y preparación, precisa el informe.
Entre las mayores desigualdades que exhibe el informe llama la atención que las pérdidas directas de 69.570 millones de dólares sufridas en 2023 por desastres en Norteamérica representaba solo el 0,23 % de su PIB, mientras que las pérdidas de 4.300 millones registradas en Micronesia equivalían ese mismo año al 46,1% de su PIB.
«Esto demuestra el enorme peso relativo de los desastres en las economías pequeñas y vulnerables», advierte la ONU.
Las conclusiones de este informe serán debatidas en una reunión que mantendrá en junio en Ginebra la Plataforma Global para la Reducción del Riesgo de Desastres para definir estrategias que impulsen inversiones eficaces en prevención y adaptación a desastres.