Pedro Benítez (ALN).- Dejando de lado el hecho de que en un país normal los factores políticos externos no deberían involucrarse en el proceso de electoral de una universidad pública nacional, lo cierto del caso es que la elección de representantes de los egresados para el cogobierno universitario de la Universidad Central de Venezuela (UCV), del período 2022 – 2024, terminó siendo una nueva medición de fuerzas entre las candidaturas respaldadas por el Gobierno/PSUV y los partidos políticos opositores.
En el actual contexto político venezolano esto no deja de tener su importancia y permite recapitular sobre algunas lecciones que pueden ser útiles a tener presentes en los próximos meses:
El caso de la UCV
1) La aparente desmovilización y despolitización de la sociedad venezolana motivada por la resignación, es exactamente eso, aparente. No faltará quien argumente que no se puede tomar como muestra un proceso electoral que involucró a unos pocos cientos de personas, muy politizadas, con educación universitaria, mejor informadas que la mayoría de los venezolanos y que además viven en Caracas.
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Sin embargo, es bueno recordar el caso de las elecciones efectuadas en el Barinas el pasado mes enero, donde ocurrió un fenómeno similar a las mencionadas elecciones universitarias del pasado miércoles. Eso por no irnos un poco más atrás, cuando en noviembre del 2021 candidaturas distintas al oficialismo se impusieron (pese a ir divididas) en 127 alcaldías, la mayoría de ellas con los votos de los venezolanos más pobres.
Hay un país deseoso de cambio en espera de una oportunidad para expresarlo.
¿Improvisación chavista?
2) El Gobierno/PSUV hizo en la UCV (como también en Barinas) todo lo posible para ganar. No participó en un simulacro, no es que quiso medirse o ir tomando espacios dentro de alguna alambicada estratagema de largo plazo. Jugó duro; hizo uso y abuso (como es su costumbre) de todos los recursos del Estado. Contactó y movilizó a sus electores, haciendo acto de presencia sus famosos puntos rojos; envió mensajes de texto por medio de Movilnet, e incluso diputados, altos cargos y algún gobernador se dejaron ver por los pasillos de la Universidad el día del proceso y no precisamente contemplado la obra de Carlos Raúl Villanueva.
Esta ha sido la versión universitaria de las elecciones de Barinas del pasado 8 de enero donde casi todo el Estado venezolano, literalmente, se involucró. Ministros, viceministros, gobernadores de otros estados, alcaldes y diputados recorrieron la entidad llanera durante los días de diciembre y año nuevo llamando a su gente a votar.
Además, hay razones para pensar que en el caso de la UCV no hubo improvisación por parte del oficialismo. Recordemos que a finales del 2020 el Gobierno nacional inició una serie de obras de recuperación de las instalaciones físicas de la Ciudad Universitaria y posteriormente designó una comisión especial con ese propósito, dándole toda la difusión posible. Es decir le metió dinero y bastante propaganda. Digamos que visto en perspectiva ha sido parte de la política general que alguien bautizó con eso de “Venezuela se arregló”.
El PSUV, la minoría mejor organizada
3) El Gobierno/PSUV es la primera minoría mejor organizada de Venezuela. Hay una parte del país que le vota, por las razones que sea. Nuevamente, usa y abusa de su control sobre los recursos públicos y financiamiento, obviamente, no le falta. Pero hay gente de carne y hueso que le apoya. El miércoles en la UCV no había ni “maquinitas” fabricando votos, ni un misterioso cable desde Cuba modificando resultados, ni estuvo presente el Consejo Nacional Electoral (CNE).
El oficialismo es una gigantesca estructura de clientelismo electoral bastante eficaz que no descansa ni un solo día. Sus dirigentes, a todos los niveles, hacen política. Buscan a su gente, le hacen seguimiento y la movilizan el día de las elecciones. En esto no hay misterio. No saben gobernar, pero de elecciones sí saben.
Eso explica que, más allá de las divisiones opositoras, el pasado miércoles ganara 5 de 49 escuelas y 1 de las 11 facultades de la UCV.
Lo que demuestra la elección en la UCV
4) Pese a todo lo anterior, una vez más quedó en evidencia, para el que lo quiera ver, que el Gobierno/PSUV es derrotable electoralmente. Voto a voto. Sí la oposición se organiza, tiene un mínimo de organización y se motiva le gana…como pasó en Barinas.
Aunque las circunstancias son difíciles, complicadas y todo luce cuesta arriba, el peor enemigo de la oposición no es el Gobierno/PSUV; es la propia oposición.
Para decirlo de otra manera y con más precisión: ha sido el sistemático discurso de desconfianza sobre el voto, que la dirigencia opositora (con bastante irresponsabilidad, por cierto) ha alimentado durante años, la causa fundamental de sus fracasos.
Ahora le toca recoger el agua derramada; en particular aquellos que empiezan (como ya hicieron una vez) a realizar piruetas retóricas para justificar llamar a votar mañana “con este CNE” y con “estas condiciones” que ayer consideraron inaceptables.
Ganar no es garantía
Por supuesto, ganar electoralmente no es garantía de que el Partido/Gobierno entregue el poder. Eso es sólo la primera parte de lo que debería ser una estrategia más amplia, en la cual muchos dirigentes opositores deben deponer sus aspiraciones (como no hicieron en 2018) en función de un objetivo superior apoyando al candidato adecuado para la tarea; pues, de todas maneras, para que puedan aspirar, primero tiene que restablecerse el ejercicio pleno de la democracia en Venezuela, sin que sobre la cabeza de nadie esté colgando esa espada de Damocles que son las inhabilitaciones. Cuestión de elemental sentido común.
Para que puedan aspirar, primero tiene que haber democracia. Porque, más allá de eso, debería privar el propósito supremo de conseguir el cambio pacífico y positivo que necesita Venezuela y que, en lo respecta a la oposición venezolana, pasa por el voto, aunque no sólo por el voto.