Pedro Benítez (ALN).- En Venezuela no ha habido mucho margen para evaluar los resultados de las primarias opositoras para elegir sus candidatos a gobernadores de estado, pues a menos de 24 horas de su realización el Consejo Nacional Electoral fijó para el 15 octubre el día de la elección oficial. Así, los candidatos de la Mesa de la Unidad Democrática entran en una carrera contra el tiempo, contra la abstención y contra el ventajismo del Gobierno, en una consulta que Nicolás Maduro considera crítica para mantenerse en el poder.
Según dicta la Constitución vigente en Venezuela el mandato de los gobernadores y Parlamentos regionales venció en enero pasado. Por lo tanto, un mes antes debían realizarse elecciones para renovar esos cargos; no obstante, el Consejo Nacional Electoral (CNE) retardó 10 meses la convocatoria con el objetivo bastante claro de que las elecciones se hicieran en un momento político conveniente para Nicolás Maduro.
El ocupante del Palacio Presidencial de Miraflores en Caracas considera que ese momento ha llegado. El CNE esperó la consulta entre los partidos de la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) para fijar la fecha apostando a las dificultades que los candidatos van a enfrentar. Estas dificultades son fundamentalmente tres: la persecución política, la abstención y el tiempo.
En el camino han quedado líderes opositores inhabilitados como los excandidatos presidenciales Henrique Capriles y Manuel Rosales; alcaldes y dirigentes regionales destituidos, presos y exiliados como Antonio Ledezma, Daniel Ceballos, Enzo Scarano, Warner Jiménez, Delson Guárate, Ramón Muchacho, Alfredo Ramos, Gustavo Marcano, Carlos García y David Smolansky, entre otros. En su mayoría con claras opciones de victoria si hubiesen tenido la oportunidad de competir en las justas electorales regionales o municipales, estas últimas también por convocarse. Esto ha distorsionado la realidad política en varias regiones del país, complicando la concreción de los acuerdos políticos unitarios.
En el camino han quedado líderes opositores inhabilitados como los excandidatos presidenciales Henrique Capriles y Manuel Rosales
A lo anterior hay que agregar la amenaza de la abstención. El grueso de la base opositora esperó un cambio político definitivo durante los meses de las protestas, o al menos una derrota política muy clara para Maduro. Al no acontecer ninguna de las dos ha ocurrido un lógico reflujo en la movilización y una caída de las expectativas. Puede que esto se haya visto reflejado en los resultados de las primarias, aun cuando estos procesos no suelen convocar a muchos votantes.
Por otra parte, la actitud bastante descarada, por decir lo menos, por parte del CNE en favor del Gobierno ha hecho renacer con cierta fuerza la desconfianza hacia la utilidad del voto. Además, manejar la transición del discurso de los días previos a la cuestionada consulta constituyente del 30 de julio pasado a justificar la participación en estas elecciones regionales se le ha complicado a la vocería opositora.
En ese sentido, el secretario general de Acción Democrática (AD) y expresidente de la Asamblea Nacional (AN), Henry Ramos Allup ha sido el más hábil en mover a su organización a ese terreno. Cuenta con la ventaja de que su partido (predominante en el país hasta 1998) sigue siendo el movimiento político con más amplio arraigo geográfico y social, el de mayor trayectoria y con una militancia de cultura de participación electoral. El alto perfil público de Ramos Allup en los últimos dos años ha despertado entre sus militantes lo que el expresidente venezolano y fundador de AD Rómulo Betancourt denominaba “vocación de poder”. Esto se ha combinado para darle un impulso a ese partido que le ha otorgado la mayoría de las victorias en esta disputa dentro de la MUD.
Por su parte, Voluntad Popular (VP) el movimiento de Leopoldo López, si bien no alcanzó todas las victorias que esperaba, va con candidatos en dos de los estados más poblados del país, Carabobo (por acuerdo) y Aragua (por primarias), y en otros dos relevantes más por su simbolismo que por su peso electoral: Barinas, tierra natal de Hugo Chávez, y Monagas, feudo del vicepresidente del partido oficial, Diosdado Cabello.
Es la organización que ha sobrellevado la peor parte de la represión de los últimos tres años, con el mayor número de dirigentes presos y perseguidos, y esto lo podrían utilizar a su favor para atraer a los votantes opositores más críticos.
Primero Justicia, cuyos principales dirigentes son Julio Borges, actual presidente de la AN y el excandidato presidencial Henrique Capriles, también ha pagado el costo político de su compromiso durante las protestas pasadas, pero ha conservado su bastión del estado Miranda en el centro del país, al que se ha agregado el estado Zulia, el más poblado de Venezuela, que en dura disputa le arrancó a Un Nuevo Tiempo (UNT), movimiento del también excandidato presidencial y exgobernador de ese estado Manuel Rosales.
Lo que está en juego
Pero ahora viene la confrontación real contra los candidatos de Nicolás Maduro, donde éste se juega más que el control de las gobernaciones de estado. Porque si sus candidatos son derrotados en una mayoría significativa de las regiones, eso se interpretará como una evidencia adicional de que la elección de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) fue una farsa, precisamente cuando voces dentro del chavismo plantean la posibilidad incluso de disolverla por no haber llenado las expectativas previamente creadas.
Una de las ventajas de los candidatos opositores para esta elección es que la capacidad clientelar de los gobernadores oficialistas ha disminuido notablemente. Muy lejos de la época de las vacas gordas petroleras del expresidente Chávez.
Pero ahora viene la confrontación real contra los candidatos de Nicolás Maduro, donde éste se juega más que el control de las gobernaciones de estado
Consciente de esta posibilidad Maduro ya ha tomado medidas de control de daños. Por ejemplo, en Venezuela, como en el resto del continente, los gobernadores de estado son elegidos directamente por el pueblo al mismo tiempo que los Parlamentos regionales. Pero para esta ocasión el CNE no ha convocado (sin ninguna justificación) estas últimas, en una evidente maniobra mediante la cual los consejos legislativos elegidos en 2012 y mayoritariamente controlados por el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) mediaticen a los nuevos gobernadores.
Como se ve, el chavismo no sólo ha distorsionado la vida económica venezolana. También lo hace lo propio con la política.
Un buen resultado para Maduro en estas elecciones de gobernadores le daría todavía mayor margen de maniobra y pondría su eventual salida del poder más lejos. Si por el contrario los candidatos de la MUD obtienen una amplia ventaja, el heredero de Hugo Chávez no saldrá de la Presidencia al día siguiente, pero la esperanza opositora de su reemplazo estará más cerca.