Patricia J. Garcinuño (ALN).- La inversión en fuentes limpias ascendió en 2015 a más de 15.260 millones de euros, una cifra récord en la región. Supone un aumento del 20% en los últimos cinco años. Las naciones latinoamericanas que más han apostado por este tipo de energía son Brasil, México, Chile y Uruguay. América Latina cuenta con recursos energéticos inmensos, tanto fósiles como renovables. Tras la época dorada del petróleo, la región apuesta notablemente por las energías limpias. De hecho, la reducción de los costos ligados a su producción hace que sean cada vez más competitivas y atractivas para la inversión.
Según la Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA por sus siglas en inglés), el precio normalizado de la electricidad en América Latina se ha reducido más de un 50% desde 2012 en el caso de la solar fotovoltaica. La hidroeléctrica y eólica terrestre experimentaron un descenso del 20% desde 2010, situándose entre los más bajos del mundo.
Se estima que América Latina necesitará invertir 485.000 millones de dólares en energías limpias en los próximos 20 años
Esto ha hecho que la inversión de Latinoamérica en energías renovables haya aumentado más de un 20% en el último lustro, sobre todo en Brasil, México, Chile y Uruguay. En 2015, se alcanzó la cifra récord de 16.400 millones de dólares (aproximadamente 15.261 millones de euros), según recoge el Análisis del Mercado de Energías Renovables de América Latina 2016.
Pero no solo eso. El aumento de la competitividad en la energía solar fotovoltaica ha contribuido a que se alcancen precios mínimos históricos en toda la región. Fue el caso de las subastas realizadas a principios de 2016 en México y Perú, donde se dieron importes de entre 36 y 48 dólares (entre 32 y 44 euros) por megavatio/hora, respectivamente. Están por debajo de los 64,9 dólares (60 euros) de un proyecto fotovoltaico adjudicado en Chile en 2015 y de los 80,2 dólares (74,22 euros) de otro en Panamá, según recoge la publicación especializada en energías limpias PV Magazine.
En total, las renovables representan un 30% de la energía primaria de América Latina, lo que la convierte en una de las zonas donde más uso de fuentes limpias se hace a nivel mundial. Se trata de un porcentaje nada desdeñable en comparación con el 9% del conjunto de países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), tal como cita la Agencia Internacional de la Energía (AIE).
La demanda de electricidad se duplicará en 2030
A la larga tradición de Latinoamérica en energía hidroeléctrica y bioenergía se han ido sumando las renovables no convencionales. Tanto es así que la AIE estima que la región necesitará una inversión en plantas de generación de 485.000 millones de dólares (456.000 millones de euros) para cubrir el aumento de la demanda que se producirá en el periodo comprendido entre 2014 y 2035.
En Chile, el sector privado tiene una gran participación en la inversión de renovables y se desarrollan en un contexto de libre competencia
Según las previsiones de varios estudios, la demanda se duplicará hacia 2030 y se triplicará en 2050, alcanzando presumiblemente unos 2.500 TWh en 2030 y alrededor de 3.500 TWh 20 años después. Crecimiento que supone un gran desafío para los países de la región en el ámbito financiero, tecnológico y de capacidades humanas, aunque también una oportunidad para redefinir el modelo energético.
Actualmente, cerca de dos millones de personas trabajan en el sector de las energías renovables en América Latina. Según el análisis de IRENA, el incremento de las fuentes limpias podría aumentar el PIB de países como Brasil y México más de un 1% en 2030, creando además una significativa cantidad de empleo neto.
Un contexto muy dispar
Sin embargo, algunos países latinoamericanos se han quedado muy rezagados en el desarrollo de este tipo de energías, dando lugar a un paisaje bastante heterogéneo. Entre los aspectos que han contribuido a que la implementación de las renovables sea tan desigual se encuentran los diferentes marcos regulatorios, así como determinados incentivos fiscales y otros mecanismos financieros estatales.
Los costos de la energía eólica y la hidroeléctrica de la región están entre los más bajos del mundo / Flickr: Acciona México
Chile y Brasil, que cuentan con distintos grados de liberalización del sector eléctrico, se sitúan entre los principales destinatarios de inversiones en energías limpias. Uruguay y Costa Rica, que también han obtenido buenos resultados, cuentan con compañías eléctricas verticalmente integradas y con una participación privada que sigue el modelo de productores independientes. Cada país tiene una estrategia distinta, pero en común tienen dos elementos imprescindibles, según el citado informe: estabilidad normativa y transparencia.
Asimismo, las instituciones financieras públicas juegan un importante papel en este ámbito. Desde hace años, estas entidades ofrecen líneas de crédito específicas, coberturas de riesgo de divisa y avales para promover la inversión en proyectos de energías renovables y mitigar los riesgos.
Por su parte, las instituciones financieras privadas, tanto nacionales como extranjeras, han mostrado últimamente una importante actividad en el sector renovable en América Latina. Esta inversión se ha concentrado, sobre todo, en las tecnologías y los mercados más maduros de la región, como Brasil, Chile y México. Para José Barbero, consultor de infraestructuras de la CAF -Banco de Desarrollo de América Latina-, el principal reto en los próximos años será asegurar el suministro y al mismo tiempo hacerlo asequible para los consumidores con bajos niveles de ingresos.
@PJGarcinuno