Redacción (ALN).- En Afganistán, cada año decenas de niños son comprados a sus familias pobres para ejercer de «bailarines» y entretener a los hombres adultos, pero, en realidad, los «bacha bazi», como se conoce a estos niños víctimas, son forzados a practicar todo tipo de actos sexuales que ordenen sus «compradores».
Es una red de explotación sexual a niños que el sistema decide dejar impune al disfrazarlo como una «tradición».
Se trata de un sistema de prostitución de menores que no es para nada desconocido en el país. Tal y como explican desde la red de organizaciones no gubernamentales que velan por el cuidado de los niños en los conflictos armados, War Child International, los adultos adinerados o con poder se aprovechan de aquellos menores que, obligados por su familia o situación precaria, se ven forzados a salir a la calle en busca de comida o dinero.
VESTIDOS Y MAQUILLADOS COMO MUJERES
Así es como algunos se valen de su vulnerabilidad para ofrecerles dinero a cambio de que los chicos bailen para ellos. Esta proposición que, en cierto modo, podría parecer hasta inocente, esconde en realidad una práctica de esclavitud sexual y violaciones continuadas. Los «boy play» -como se les conoce en inglés- que acceden a estos servicios suelen acudir a eventos sociales especiales como las bodas, donde bailan ante un círculo de hombres vestidos y maquillados como mujeres.
Después de los bailes, muchos de menores son forzados a hacer algún tipo de práctica sexual a sus «dueños».
No fue hasta el año 2017 cuando el nuevo Código Penal del país puso fin a la legitimización de estas prácticas, o casi. Concretamente, los artículos 579 a 586 del capítulo cinco de esta norma protegen a los niños del abuso sexual y penaliza muchas prácticas de violencia contra los niños, incluidos aquellos que son usados como mero entretenimiento de adultos y por las Fuerzas de Seguridad Nacional de Afganistán (ANSF).