Juan Carlos Zapata (ALN).- La mejor noticia es que la negociación sigue. Queda así confirmado el adelanto que hizo el diario ALnavío la mañana de este jueves. No sólo es que continúan. Es que hubo avances. Queda entredicho en el comunicado del gobierno de Noruega.
Lo adelantó el diario ALnavío y lo confirmó el gobierno de Noruega. La negociación entre Juan Guaidó y Nicolás Maduro sigue. Hay que precisar que Noruega habla de “negociación”, el ministro y miembro del equipo de Maduro, Jorge Rodríguez, de “diálogo”, y Stalin González, vicepresidente de la Asamblea Nacional y miembro del equipo de Guaidó, no usa ninguno de los dos términos, pero al ratificar, en un tuit, el contenido del comunicado del gobierno de Noruega, se entiende que prefiere “negociación”.
Esto no es un matiz. Es política. Es plan. Es estrategia. Jorge Rodríguez se cuida y sigue la línea de Maduro –que siempre habla de diálogo- y de Diosdado Cabello. Este, que es el número 2 del chavismo, insiste en la misma dirección cada vez que se refiere a la iniciativa noruega. Señala que se puede dialogar con la oposición pero no negociar, pues no hay nada que negociar.
Pero la verdad es que se está negociando un acuerdo. Se está negociando una salida a la crisis política. Se está negociando más allá de los seis puntos evidentes, que incluyen elecciones presidenciales y sanciones. Se está entrando en el terreno de las garantías, y los garantes, y la vigilancia de los acuerdos. Porque la solución y el esquema no pueden ser posibles sin la ruta de lo que seguirá después.
De modo que lo que está a la vista no se puede ocultar. Hay una “negociación” en marcha. Y después de varios meses de consultas indirectas, y encuentros directos en Oslo y Barbados, y una cumbre mundial en Estocolmo, lo otro evidente es que la presión hacia las partes es envolvente. La presión que llega desde todos los puntos del planeta, pues esto involucra a Europa, a Rusia, China, los Estados Unidos, América Latina, el Vaticano, Japón.
La presión europea logra que avance la negociación entre Guaidó y Maduro
A la internacional se suma la presión doméstica en Venezuela. La de los militares. La presión de la burguesía tradicional. La presión de la boliburguesía, los ricos que se formaron con el chavismo. La presión de los partidos políticos, incluyendo la dirigencia del PSUV, así Diosdado Cabello se manifieste en contra. Un dirigente del PSUV, que a su vez ocupa un alto cargo en el régimen de Maduro, comentaba al diario ALnavío que hay un clamor de pacto, de acuerdo, de solución negociada, en el PSUV, el partido chavista. Dice que ya es tiempo de normalizar la política y establecer las bases de convivencia. Y este es un clamor compartido por los partidos de la oposición y los empresarios. Los empresarios que dicen estar agotados, que no aguantan más.
Pero la verdad es que se está negociando un acuerdo. Se está negociando una salida a la crisis política. Se está negociando más allá de los seis puntos evidentes, que incluyen elecciones presidenciales y sanciones. Se está entrando en el terreno de las garantías, y los garantes, y la vigilancia de los acuerdos. Porque la solución y el esquema no pueden ser posibles sin la ruta de lo que seguirá después.
Importa la posición de este dirigente del PSUV porque hace caso omiso a la advertencia de Diosdado Cabello de que los dirigentes chavistas no pueden dejarse confundir, siguiéndole el juego a la “derecha”. Como arma de persuasión Cabello coloca como ejemplo lo que ha pasado con Lula en Brasil, con Cristina Fernández en Argentina y Rafael Correa en Ecuador. Cabello es de los que todavía juran que la oposición no volverá a ser gobierno y descarta la alternabilidad como fórmula de gobierno.
Este dirigente chavista señala que Diosdado Cabello “quemó las naves”, “destruyó su activo”, el activo que lo pudo haber convertido en líder de la transición. No le creen fuera del PSUV ni del régimen de Maduro. Y dentro de PSUV y del régimen, más le temen que otra cosa. Este dirigente chavista se considera leal a Maduro, es amigo de Maduro y de Cilia Flores, la esposa de Maduro, pero al mismo tiempo reconoce que Maduro debe irse, y que “todo el mundo” quiere que “esto acabe por las buenas”. Y el por las buenas se llama negociación.
El comunicado de Noruega precisa dos aspectos importantes:
Primero: Insiste en que quienes negocian son los actores políticos “principales” de Venezuela. Con lo cual pone una línea roja hacia otros actores como a los Diosdado Cabello, en el chavismo, y a las María Corina Machado, en la oposición.
Segundo: Cuando dice que “Por el bien de las negociaciones es importante que se les dé a las partes el espacio necesario para avanzar en un ambiente constructivo”, pone un cortafuego a la arremetida en contra que llega desde los extremos, tanto del chavismo como de la oposición.
Hay una negociación en marcha. Quién lo duda. Y crecen las expectativas en torno a ella. Luego de tres días de alta tensión por lo que ocurrió en Barbados y fuera de Barbados dados los pronunciamientos de la Unión Europea, la Eurocámara y Mercosur invocando mayores presiones contra el régimen de Maduro, los equipos de Guaidó y Maduro, han vuelto a consultas para otra vez el lunes reiniciar otra ronda, y ya esto es ganancia. Cuando el comunicado de Noruega insiste en la mesa continua y expedita y en la precaución y confidencialidad, está admitiendo que se avanza. Y esto también es ganancia.