Sergio Dahbar (ALN).- En un libro reciente la periodista canadiense Judi Rever desmonta la versión de los vencedores sobre el genocidio de los años 90, que acabó con la vida de un millón de personas en Ruanda.
Los grandes acontecimientos de la historia construyen su narrativa con el tiempo, a medida que nuevas investigaciones y trazos de la memoria de los hechos ocurridos comienzan a decantar la verdad. Cada episodio acumula una biblioteca de testimonios, tesis de grado, trabajos académicos, reportajes periodísticos, versiones de las víctimas y victimarios…
Ruanda no podía ser una excepción. Cuando se van a cumplir 25 años de uno de los genocidios más atroces del planeta, la periodista canadiense Judi Rever publica su aporte a esta particular biblioteca de babel del horror africano. Se llama In Praise of Blood: The Crimes of the Rwandan Patriotic Front, y ha aparecido en Estados Unidos y Europa bajo el sello Penguin Random House.
Esta inquieta y obsesiva reportera, fogueada en agencias de noticias internacionales (AFP) y la radio francesa (RFI), así como en medios de comunicación impresos canadienses (The Globe and Mail) descubrió en 1996 la región africana de Los Grandes Lagos, a partir de una lógica de violencia que no parece tener fin.
Cuando se van a cumplir 25 años de uno de los genocidios más atroces del planeta, la periodista canadiense Judi Rever publica su aporte a esta particular biblioteca de babel del horror africano
Cuando Rever se internó en la selva de Zaire (actual República Democrática del Congo) no sabía que el tema la cautivaría de tal manera que pasaría 20 años tras unos rastros que al principio resultaban elusivos pero que finalmente construían un rompecabezas más complejo de esa realidad de lo que había podido imaginar.
Lo que entendió esta periodista es que la versión oficial del genocidio tenía demasiados huecos por donde se escapaba la verdad: al lugar común de que existían unos buenos y unos malos lo combatió con investigación pura y dura, con horas de conversaciones con testigos, víctimas, sobrevivientes. Así comenzó a aparecer un cuadro grotesco del horror vivido en Ruanda en aquellos años y de la complicidad de las grandes naciones, que primero no hicieron nada por evitar la matanza de gente inocente y luego intentaron que se olvidara la forma en que había sido derrotada la humanidad en ese rincón del planeta.
Ya lo dije: hay numerosos libros que permiten acercarse al infierno de un lugar que tiene nombre de mil colinas. David Rieff y Roy Gutman editaron Crímenes de guerra (Debate); Samantha Power desarrolló una investigación exhaustiva, Problema infernal, Estados Unidos en la era del genocidio (Fondo de Cultura Económica); John Carlin conversó con sobrevivientes a los que les habían asesinado la esposa o los hijos, o los habían obligado a matarlos en Heroica tierra cruel (Planeta); John Herzfeld construyó una crónica del horror en Una temporada de machetes (Anagrama); y Philip Gourevitch, periodista de The New Yorker y editor de The Paris Review, armó quizás el libro más impresionante y logrado de todos los que han estudiado este caso, Queremos informarle que mañana seremos asesinados junto con nuestras familias (Destino).
Hay otros acercamientos, más académicos. Africa’s World War es el más ambicioso de varios libros notables, que reexaminan la desmedida tragedia del Congo y de África Central, a partir del genocidio de Ruanda en 1994.
Junto a The Dynamics of Violence in Central Africa, de Rene Lemarchand, y The Congo Wars: Conflict, Myth and Reality, de Thomas Turner, Africa’s World War, de Gerald Prunier, explora argumentos que han circulado por años entre estudiosos del África subsahariana. Prunier también ha escrito The Rwanda Crisis: History of a Genocide. Andrew Wallis estudió la participación de Francia en el conflicto, Silent Accomplice: The Untold Story of France’s Role in Rwandan Genocide.
Otros testimonios resultan invalorables: Shake Hands with the Devil: The Failure of Humanity in Rwanda, de Roméo Dallaire, con un epílogo de Samantha Power. Dallaire era uno de los comandantes de los cascos azules que vio el horror pasar frente a sus ojos. An Ordinary Man: An Autobiography de Paul Rusesabagina, es la voz recuperada del gerente del Hotel Mil Colinas donde se pudieron refugiar algunas de las personas que sobrevivieron al exterminio, que hoy vive en Bélgica y anuncia que quizás se lance a las próximas elecciones para buscar la Presidencia de Ruanda.
Un libro abrumador
Entre tantos libros acuciosos que ponen de manifiesto diferentes aspectos del genocidio y la historia de Ruanda, ¿por qué hay que leer a Judi Rever? Rever, que recorrió el país de punta a punta, afirma tener documentos confidenciales, entre otros papeles filtraciones del Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR), que demuestran que el actual presidente Paul Kagame (“su clan, su estirpe, su primer círculo, su ejército, sus aliados y sus apoyos”) no es un salvador de Ruanda como alega la versión oficial de los hechos y como él mismo quiere ser visto, sino que fue uno de los actores fundamentales del genocidio.
Judi Rever apunta con absoluta puntería en sus páginas. Nunca niega el genocidio tutsi de Ruanda, pero sostiene que “antes (crímenes contra la paz), durante (crímenes de guerra) y después (masacre de los hutus) del genocidio, Paul Kagame fue el responsable y culpable de numerosos asesinatos, entre los cuales, algunos son claramente crímenes contra la humanidad”.
Rever afirma tener documentos confidenciales que demuestran que el actual presidente Paul Kagame no es un salvador de Ruanda, sino que fue uno de los actores fundamentales del genocidio
Es contundente en sus revelaciones: “Si resulta que el Frente Patriótico Ruandés fue quien estuvo detrás del asesinato del presidente hutu Juvénal Habyarimana (ocurrido el 6 de abril de 1994) debe estudiarse de nuevo la historia del genocidio”. Sus palabras resultan un eco de las mencionadas por la jurista suiza Carla Del Ponte, que debió renunciar al Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR) por acusar a Kagame de ser parte activa del genocidio.
Rever cita al abogado de la Fiscalía del TPIR, Douglas Marks Moore, quien señala que hubo “dos genocidios diferentes: uno pequeño y otro grande, uno conocido y otro desconocido”. De esta manera coincide con la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la sudafricana Navanethem Pillay, en el informe de las Naciones Unidas, Mapping Report, de 2009-2010.
El libro de Rever resulta abrumador: sobre todo porque aparecen cómplices que defienden el gobierno de Paul Kagame, como Estados Unidos en diferentes administraciones, que parecieran ocultar bajo la alfombra la deuda que tiene Occidente con un genocidio que jamás debió ocurrir. Al acompañar a Kagame en su búsqueda por dejar atrás el pasado, y de esa manera ocultar su propia culpabilidad en miles de muertes, colaboran con una herida que se mantiene abierta.