Pedro Benítez (ALN).- Hay una pregunta que le da vueltas a la Venezuela. La pregunta que el exministro de Energía y Petróleo, expresidente de PDVSA, y por años el segundo hombre más importante del chavismo, Rafael Ramírez, formula ante la televisión alemana es la confesión del colosal fracaso del chavismo en su paso por el poder en Venezuela. A confesión de parte, relevo de pruebas. Esa pregunta, además, es también una señal de la descomposición del régimen por dentro. Una caída por etapas.
Las dictaduras caen cuando se fracturan por dentro. Cuando se dividen. Es lo que pasó con Nicolae Ceaușescu hace 30 años en Rumania, al final del día fue lo que aconteció con la superpoderosa Unión Soviética y con todos aquellos regímenes autoritarios de diverso tipo que colapsaron luego de negarse a la reforma o la apertura.
En ese sentido la declaración de Rafael Ramírez que recoge un reportaje de la televisión alemana DW no sólo es un recordatorio. Es una señal.
En el mismo Ramírez admite que en su estimación el Estado venezolano recibió unos 700.000 millones de dólares en ingresos fiscales, sólo durante el tiempo que él estuvo al frente de la industria petrolera (2004-2014). Ese es el contenido de esa breve intervención. Allí no dice expresamente que ese dinero fue robado o se perdió. Se puede colidir eso, pero no lo afirma. En cambió hace una pregunta demoledora: ¿Qué se hizo con todo ese dinero?
Si como decía Marshall McLuhan “el medio es el mensaje”, con Ramírez de cara a la Venezuela opositora y descontenta hay un problema. Él es corresponsable del desastre. No tiene como evadirse de ese hecho. Así, por ejemplo, la larga crisis eléctrica que padece el país empezó bajo su gestión, puesto que como ministro de Energía y Petróleo era su responsabilidad garantizar las inversiones, tanto públicas como privadas, en el sector. Pero no lo hizo. Cuando hace una década comenzaron a generalizarse los apagones eléctricos el expresidente Hugo Chávez creó un ministerio de Energía Eléctrica aparte del despacho de Ramírez, para (entre otras cosas) protegerlo a él.
Y está documentado que los esquemas de corrupción generalizados de la Venezuela chavista empezaron desde la propia PDVSA y no, como pretende hacer creer Ramírez hoy, luego de los aportes de la industria al Estado. A su primo Diego Salazar le asignó a dedo multimillonarios contratos de seguros de la estatal petrolera, y como presidente de la misma manejó el Fonden y diversos “programas” como importaciones de alimentos manchados desde el inicio por el despilfarro y el desfalco. Para no mencionar las triangulaciones de petróleo por “servicios” con Cuba de las cuales él era principalísimo operador.
Todo eso (y más) fue denunciado en su momento, pero Ramírez siempre contó con la protección de Chávez… y luego de Nicolás Maduro, quien hasta 2017 bloqueó toda investigación que la Asamblea Nacional inició sobre su gestión.
Por lo tanto son naturales las reacciones de indignación ante su actitud de pretender separar a Chávez de Maduro (y a sí mismo) como quien separa la paja del trigo. Eso es imposible. Los tres son parte del mismo régimen y del mismo proyecto, Rafael Ramírez es la prueba viviente de ello.
“Mis estimaciones han sido 700.000 millones de dólares en 10 años. En los míos, porque es la cuenta que yo tengo. 480.000 millones de dólares del tema de ingreso fiscal, más los ingresos propios de PDVSA, podríamos llegar a 700.000 millones. Como sea, la gran pregunta es: ¿Qué hizo el Estado venezolano con esa cantidad de dinero? Es la gran pregunta.”
Rafael Ramírez
Esto también lo sabe la estructura político-militar del poder chavista, y lo que tal vez sea más importante, las bases chavistas que aún existen.
¿Qué hizo con esos 700.000 millones de dólares? Es una pregunta para la que el chavismo no tiene ni tendrá respuesta. Es la condena de su proyecto. Con 13.000 millones de dólares (equivalentes al Plan Marshall) comenzó la reconstrucción europea luego de la Segunda Guerra Mundial. Ajústese la inflación de 1948 a hoy día. Sigue siendo pequeña comparada con la inmensa cantidad que el fortuito boom petrolero le entregó al régimen chavista.
Con una fracción de esos recursos sociedades como Taiwán o Corea del Sur pasaron de la miseria al desarrollo casi en el mismo tiempo que Chávez y Maduro han ocupado el poder.
Una respuesta a la pregunta de Ramírez la adelantó el hoy olvidado Jorge Giordani en una carta pública que hizo circular en 2014. En ese texto Giordani apuntaba los cañones contra Maduro. A diferencia de Ramírez hoy, Giordani sí acusaba claramente de corrupción al régimen y daba incluso una cifra: 60.000 millones de dólares desfalcados.
Esto lo aseguraba el asesor de más confianza de Chávez. El autor intelectual de la mayoría de sus desacertadas políticas. Poco después, junto a otros exministros que fueron del círculo cercano de Chávez, como Héctor Navarro y Ana Elisa Osorio, las cifras del saqueo se elevaron a 256.000 millones de dólares.
Números para la historia. Nada proveniente de los radicales antichavistas. Todo aportado por ministros de la más cercana confianza del instaurador del régimen. A confesión de parte, relevo de pruebas.
Si Giordani fue el asesor más cercano en lo personal a Chávez, Rafael Ramírez fue el segundo más poderoso de su gobierno.
Por supuesto, ellos pretenden salvar sus respectivas responsabilidades achacándole todo a Nicolás Maduro. Sin embargo, el problema desde Giordani a Ramírez es que no pueden evadirse al hecho de que Maduro está allí porque Chávez así lo decidido. Y ellos colaboraron para que así fuera. Además, Maduro ha continuado las mismas políticas pero sin dinero.
De modo que el chavismo es la historia de un colosal fracaso. Eso lo saben propios y extraños al extremo que ya ni defienden su gestión. Todavía hoy en Venezuela perezjimenistas y adecos defienden y reivindican las obras físicas de gobiernos de hace 50 o 60 años. ¿Qué obra defienden los chavistas?
Como vemos los distintos ministros de Chávez han venido confirmando por boca propia lo que el periodismo de investigación venezolano ha revelado con el paso de los años: el chavismo es básicamente una cleptocracia.
Esto nos lleva a un punto: El chavismo sabe que es un proyecto fracasado sin remedio. Sin futuro. ¿Eso es importante hoy en Venezuela? Sí. Porque ningún proyecto humano se sostiene indefinidamente si los que están llamados a hacerlo han dejado de creer en él. De ahí al sálvese quien pueda el trecho es cortísimo.
Estos son los chavistas que están bajo la lupa en Estados Unidos, España, Andorra y Costa Rica
La Iglesia Católica sigue en pie porque los cardenales y obispos (más allá de los millones que sostienen esa fe) creen con absoluta sinceridad en el Credo Apostólico y la obediencia al Papa. Los Estados Unidos siguen en pie porque luego de 240 años todavía la mayoría de los senadores, representantes, jueces, fiscales y periodistas (más allá de la confianza que tienen millones de ciudadanos de ese país) siguen creyendo en su sistema. Hasta el último momento hubo nazis convencidos dispuestos a matar y morir por Hitler.
El político socialdemócrata alemán Egon Bahr recordó varios años después de una visita oficial a Moscú en 1972, en la que acompañó al canciller Willy Brandt, cómo le llamó la atención el cinismo de los dirigentes de la Unión Soviética con respecto a su propio sistema. Habían dejado de creer en el socialismo.
El chavismo, el régimen instaurado por Hugo Chávez en Venezuela entre 1999 y 2009, está en proceso de autodestrucción entre otras cosas por eso. Rafael Ramírez no es el único que se pregunta dónde están esos 700.000 millones de dólares. Esa pregunta también se la formulan lo más cercanos y aparentemente más leales a Maduro.
No obstante, eso no significa que su caída del poder sea inminente. No tiene fecha de desenlace. Es por etapas y es un proceso. Pero tal como ha señalado el escritor salvadoreño Joaquín Villalobos es un proceso de carácter irreversible. Increíblemente doloroso para los venezolanos y terriblemente destructivo. Eso también es parte del proceso.
Ningún dictador se sostiene solo en el poder. Necesita de una red de cómplices y de creyentes. Por esa la ideología es útil. Por eso la potencia del comunismo en el siglo XX. Cuando se pierde todo rasgo de fe en el proyecto se agudizan las conspiraciones y el miedo del propio dictador.
¿Quién es el próximo Rafael Ramírez? ¿La próxima Luisa Ortega Díaz? ¿El siguiente Miguel Rodríguez Torres?
¿Que ninguna de estas defecciones ha sacado a Maduro del poder? Es cierto. Y sin embargo, él se hace esa pregunta todos los días. No puede confiar en nadie. Porque las únicas cosas que hoy unen a su entramado de poder son el miedo y el dinero.