Leticia Núñez (ALN).- Industriales visionarios, filántropos o protagonistas de algunos de los negocios más relevantes de las últimas décadas fallecieron el año pasado. Entre los que dijeron adiós, Juan Celaya, Roger Agnelli, Antonino Fernández, Máximo Cuñado o Carlos Bulgheroni. El año 2016 empezó con la muerte de Roger Agnelli. Era uno de los empresarios más destacados de Brasil: convirtió la compañía Vale en la segunda minera de todo el mundo y en la mayor productora de hierro y níquel del planeta. El destino, sin embargo, le guardaba un cruel desenlace. El 22 de marzo, poco después de despegar en Sao Paulo, la aeronave en la que viajaba junto a su esposa, sus hijos y las parejas de éstos se estrelló contra un edificio. Murieron todos sus ocupantes. Tenía 56 años.
Agnelli dirigió Vale desde 2001, cuando la compañía tenía un valor de mercado de 10.000 millones de dólares, hasta 2011. El brasileño diversificó el negocio, entró en 30 países y 10 años después, la empresa disparó su valor hasta los 180.000 millones. Conocido como “el hombre de hierro” por su enfoque tenaz hacia los negocios, cuenta la agencia Reuters que en una ocasión viajó con el pie roto a una reunión con funcionarios del Gobierno y que solo después de ese encuentro acudió al hospital.
En 2013, fue nombrado como el cuarto mejor CEO del mundo por la revista Harvard Business Review, sólo por detrás de Steve Jobs (Apple), Jeff Bezos (Amazon) y Yun Jong-Yong (Samsung). Tras su paso por el gigante de publicidad WPP, se encontraba trabajando en el lanzamiento de una nueva compañía minera.
El legado del creador de la cerveza Coronita será recordado como uno de los más exitosos en ambos lados del Atlántico
Agosto tampoco fue un buen mes para el mundo empresarial. Juan Celaya, presidente ejecutivo de Cegasa, Tuboplast e Hidronor, murió a los 95 años a causa de una larga enfermedad. Estudió ingeniería industrial en Bilbao y fue en 1959 cuando tomó las riendas de la firma familiar Cegasa, creada hacía 25 años con el apoyo de un pariente vasco-chileno. Mecenas de la cultura y del deporte vascos, estuvo muy vinculado personal y familiarmente a la diáspora vasco-americana tras pasar una parte de su vida entre Europa y América. “Yo mismo me considero uno más de los vascos de la diáspora”, declaró en más de una ocasión. Sus empresas se expandieron por Francia, Inglaterra, Portugal, Argentina y México.
Adiós al creador de la Coronita
Apenas 20 días después, México y España lloraban la muerte de Antonino Fernández a los 98 años. Se marchó un empresario visionario. El alma de uno de los imperios cerveceros más grandes del mundo, el Grupo Modelo, creador de la famosa Coronita. Leonés de nacimiento y mexicano por adopción, Fernández dejó Cerezales del Condado en 1949 para trasladarse a tierras mexicanas junto a su mujer, Cinia González Díez. El undécimo de una familia de 13 hijos comenzó a trabajar en los almacenes de la cervecera hasta terminar en lo más alto del grupo.
En 1971, Don Antonino, como se le conocía cariñosamente, sustituyó a Pablo Díez como presidente del Consejo de Administración y director general de Modelo, puestos que ocupó hasta 2005 y 1997, respectivamente. Aprovechó esta nueva etapa para fundar varias empresas, entre las que destacan Nueva Fábrica Nacional de Vidrio, Cebadas y Maltas, Inamex de Cerveza y Malta, Compañía Cervecera del Trópico e Industria Vidriera del Potosí. En 1985, exportó sus bebidas a Japón, Nueva Zelanda o Australia. Hoy, su insignia, la cerveza Corona, se toma en 170 países.
Y no sólo eso. Fernández fue también un filántropo generoso. En su León natal estableció una empresa que da trabajo a jóvenes discapacitados. Asimismo, dotó a su pueblo -de unos 29 vecinos en invierno- de una red de tuberías nueva, arregló el cementerio y la carretera, urbanizó la plaza y restauró la iglesia y la ermita. El rey Juan Carlos I le nombró Caballero de Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica y la ciudad de León le concedió en 2005 su medalla de oro. El legado de Don Antonino será recordado como uno de los más exitosos en ambos lados del Atlántico.
Argentina despide a su hombre más rico
Solo cuatro días después, el mundo de las finanzas decía adiós al audaz Carlos Bulgheroni, uno de los hombres más ricos e influyentes de Argentina y protagonista del negocio petrolero de las últimas décadas junto a su hermano mayor Alejandro a través del holding familiar Bridas, fundado por su padre. Un cáncer le ganó la batalla a los 71 años.
Mientras Alejandro se ocupaba del día a día de la compañía, Carlos se dedicó a las relaciones con los distintos gobiernos que ocuparon la Casa Rosada. Según el periódico Clarín, supo ser uno de los capitales de la industria de Raúl Alfonsín y compañero de ruta de Carlos Menem. Finalmente, multiplicó su presencia y patrimonio con el matrimonio Kirchner. De hecho, explotó uno de los yacimientos más ricos del continente, Cerro Dragón, durante 40 años.
En 2010, los Bulgheroni, nietos de inmigrantes italianos, vendieron el 50% de la Corporación Bridas al gigante chino CNOOC por 3.100 millones de dólares. Algo que, poco después, les permitió comprar la totalidad de Pan American Energy a British Petroleum por alrededor de 7.000 millones. En 2012, compraron la filial argentina de Esso, que ahora explotan con la marca Axion. En julio había anunciado al presidente Mauricio Macri que invertiría 1.400 millones de dólares en tareas de exploración y producción de hidrocarburos convencionales y no convencionales.
2016 despidió al empresario Juan Celaya, muy vinculado personal y familiarmente a la diáspora vasco-americana
Según la revista Forbes, Carlos y su hermano Alejandro eran los argentinos más adinerados con una fortuna de 5.100 millones de dólares mientras que en el ranking mundial de 2016 ocupan el puesto 324.
Un burgalés, el primer industrial internacional
Con 2016 también se marchó Máximo Cuñado. De su grupo de tubería industrial salieron las planchas de titanio del Museo Guggenheim, placas para el fuselaje de los Airbus o los arcos de acero inoxidable que decoran la madrileña Avenida de la Ilustración. El empresario burgalés falleció el 20 de septiembre poniendo fin a una carrera de 85 años en la que expandió su negocio por México, Chile, Perú, Venezuela, Ecuador, Estados Unidos, Canadá, Corea del Sur, China, Alemania, Francia o Turquía. Fue uno de los primeros industriales españoles que se internacionalizaron por iniciativa propia.
Visionario y persistente, hizo carrera en un negocio de saneamientos, donde obtuvo excelentes resultados comerciales que le permitieron llevar una vida desahogada. Su esposa le animó a montar su propio negocio, que empezó con media docena de empleados. Hoy Grupo Cuñado factura unos 600 millones de euros y dispone en la actualidad de la mayor red del sector en España, EEUU y Latinoamérica, con más de 265.000 metros cuadrados de almacén y oficinas y 58.000 referencias en su catálogo. Su hijo Carlos David es desde 2010 el presidente de la firma. En 2014, Máximo Cuñado recibió la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo.
2016 ha sido, en definitiva, un año de grandes pérdidas. No sólo se fueron Agnelli, Celaya, Fernández, Cuñado y Bulgheroni, también Guillermo Zambrano, Epifanio Campo, Waldo Fernández, Rafael Ybarra e Higinio Raventós, entre otros muchos. Grandes figuras que han dejado un vacío de más de 400 años de experiencia.