Orlando Zamora (ALN).- El presidente de Argentina, Mauricio Macri, propone un gran proyecto nacional, consistente en un cambio cultural y económico completo, que despeje las trabas al crecimiento, que permita exportar más, reducir el actual déficit fiscal del 4% del PIB, crear 200.000 empleos formales y bajar la inflación a un dígito.
El prematuro despegue de la futura República Argentina asombra a cualquier observador extranjero. Ya desde el año 1580 se registra el primer plano de la futura Buenos Aires, junto al desarrollo inicial de vacunos y siembra de trigo, enmarcado bajo instituciones firmes como el Cabildo español.
Argentina es una nación concebida y planificada en grande por jerarcas visionarios, que desde mediados del siglo XIX diseñan una nueva Europa, instalada en tierras suramericanas paradisiacas con el concurso de cuatro millones de inmigrantes (52% de la población total).
La nación surgida de una gran obra histórica, ahora se moderniza. Pero encara el dilema político de enfrentar el inevitable gran futuro, lógicamente asociado con políticas competitivas, abiertas, de mercado, con el atraso de sesgo populista y viejas barreras impositivas de corte proteccionista.
Es un país provisto de todos los elementos para lograr un desarrollo que lo inserte en el primer mundo. No obstante, se encuentra todavía prisionero de las posiciones populistas apuntaladas especialmente en los sectores más empobrecidos.
El secuestro institucional se percibe al constatar la diaria acción del andamiaje político y publicitario del peronismo
52 años de asonadas militares, unidos a los 27 años de peronismo en sus tres vertientes: la neoliberal, la guerrillera y la populista de izquierda, han torpedeado por igual los avances hacia la modernidad y hacia los mercados productivos. También contribuyó mucho el radicalismo corrupto.
Argentina vivió bajo el militarismo pretoriano y su variante anticomunista liderada por el expresidente Juan Domingo Perón. Modalidad posteriormente convertida en oportunismo izquierdista, mediante el abusivo expediente populista. Factores todos que en el pasado se alternaban completando así un terrible círculo vicioso.
El peronismo como sistema de control ciudadano e institucional
A pesar de la pérdida de dos elecciones vitales y de la revelación de la trama de corrupción ubicada al mayor nivel del gobierno de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, la maquinaria creada por Perón aún permite que subsista con gran peso el llamado justicialismo peronista.
Perón fue un líder que, a partir de nacionalizaciones de industrias, del sistema ferroviario inglés, de la injerencia pública en la actividad económica, propició un Estado inmenso, burocrático y clientelar. Nacido de la hegemonía del justicialismo que pretendió siempre y sobre todas las cosas concentrar y retener el poder.
El secuestro institucional se percibe al constatar la diaria acción del andamiaje político y publicitario del peronismo. Se nota desde el discurso sencillo de muchos guías turísticos que destacan sin disimulo “el acceso social posibilitado por la gestión pública de Perón”.
Sindicatos y entes partidarios de diversa naturaleza que buscan bloquear los necesarios cambios y sacrificios inevitables, detienen el transporte o servicios para impedir la acción de gobierno.
Se comprueba la hegemonía en las múltiples estatuas, plazas, restaurantes, fotos en kioscos, incluyendo el mural de 10 pisos en las cercanías del Obelisco de Eva Duarte de Perón, elementos que decoran como algo natural la rutina de la gigantesca ciudad de Buenos Aires.
Macri enfrenta un gran obstáculo: el excesivo subsidio al transporte, los servicios públicos, las jubilaciones anticipadas
Igualmente, grandes locales de las Madres de la Plaza de Mayo, de sindicatos identificados con Perón, como la poderosa y ultraperonista Confederación General del Trabajo (CGT), que desde 1946 es un ente partidario muy activo, el enorme Centro Cultural Kirchner, decenas de sedes de la formula “K” bajo la imagen de Cristina Fernández de Kirchner.
La propaganda peronista es hábil en aprovechar los conflictos más diversos como el Mapuche, o explotar con irresponsabilidad la muerte de Santiago Maldonado. Tratan de frenar cualquier medida dirigida a reestablecer desequilibrios macroeconómicos severos.
Macri intenta conquistar la modernidad extraviada
El peronismo se resiste a perder su ahora debilitada hegemonía política, debido a sus fracasos y a las revelaciones comprobadas de los elevados niveles de corrupción en la denominada “Década K” que tocan los talones de la propia Cristina.
El presidente Mauricio Macri propone un gran proyecto nacional, consistente en un cambio cultural y económico completo, que despeje las trabas al crecimiento, que permita exportar más, reducir el actual déficit fiscal del 4% del PIB, crear 200.000 empleos formales y bajar la inflación a un dígito.
Macri enfrenta un gran obstáculo: el excesivo subsidio al transporte, los servicios públicos, las jubilaciones anticipadas. La tarifa de tren de una hora a La Plata no cubre ni remotamente la altísima inversión realizada por Cristina y continuada por Macri en modernos trenes de fabricación china, la renovación de infraestructura en terminales y vías férreas.
A pesar de la inflación del 2017 cercana al 25%, Macri ha estimulado un crecimiento sostenido de la construcción de un 25% en el último trimestre, y el PIB creció hasta octubre en 3,8%.
Aumentó la exportación de vacunos y carne porcina congelada a China y se completó la fase previa para exportar carne en grande a Estados Unidos y Europa.
Macri ha estimulado un crecimiento sostenido de la construcción de un 25% en el último trimestre, y el PIB creció hasta octubre en 3,8%
Mientras, el país tiene varios obstáculos que superar, entre ellos su dependencia excesiva de las importaciones, en especial con Brasil. La balanza de pagos con su principal socio es desfavorable, se aproxima a los 1.000 millones de dólares.
La tarea de Macri no es nada fácil. Los argentinos, por obra y gracia de 27 años de peronismo, se resisten a renunciar a los “derechos” de servicios a bajos precios. El presidente de nuevo acomete ajustes progresivos de hasta un 70% de la electricidad, también ocurre con el gas y los impuestos sobre inmuebles. Medidas muy antipopulares pero necesarias.
Fue tan grave la política populista de Cristina Fernández de Kirchner que asumió el financiamiento de los derechos de trasmisión del fútbol local bajo el programa “Futbol para Todos”.
Le tocó a Mauricio Macri eliminar esa partida presupuestaria con toda la impopularidad que implica no transmitir fútbol en directo a ningún hogar argentino. Este tema reveló de paso otro escándalo más de dirigentes futbolistas cercanos al pasado gobierno.
Los nudos gordianos de la economía argentina
Tal vez un analista a primera vista perciba que pese a las dificultades el proyecto modernizador de Macri avanza. Con astucia se apoya en el plano de la equidad y justicia institucionalizada bajo un gran ejercicio democrático.
Pero no las tiene todas consigo. A pesar de estabilizar el tipo de cambio, existe el riesgo de sobrevalorarlo, al percibir importantes flujos de divisas por la vía del endeudamiento externo. Al no deslizar la tasa cambiaria no estimula la eficiente exportación de bienes argentinos.
Corrige así parcialmente el déficit fiscal con emisión de deuda externa, fortalece las reservas internacionales, pero no se concreta la esperada inversión internacional. La presión tributaria es alta para los empresarios argentinos, comprensivos del plan presidencial.
Los altos precios y el congelamiento de salarios y del gasto social, además del ajuste o “tarifazo” de los servicios públicos que funcionan de maravilla, no incentivan el consumo, el cual retrocede a nivel de los mayoristas en el presente año.
A pesar de este fugaz análisis, las apuestas son a favor del sólido pero accidentado proyecto de cambio cultural en la vieja visión de la economía, emprendido con tesón e inteligencia por Mauricio Macri, un héroe capaz de vencer al hasta hace poco indetenible y errático peronismo.