Pedro Benítez (ALN).- Un nuevo personaje irrumpe en la vida política venezolana; se trata del excelentísimo señor embajador de la República de Colombia en Caracas, el periodista y ex presidente del Congreso de ese país, Armando Benedetti Villaneda. Su pasó por Venezuela luce prometedor y no dejará a nadie indiferente.
Oriundo de Barranquilla (detalle importante para su misión en Caracas), comenzó su carrera política en el centenario Partido Liberal. Fue miembro de la Cámara de Representantes y luego del Senado en el Congreso colombiano en las filas del uribismo (sí, del uribismo), época en la cual se pasó al Partido de la U, que a inicios de su gobierno el ex presidente Juan Manuel Santos le quitaría a su antecesor y ex jefe político Álvaro Uribe Vélez. En la pelea entre estos dos personajes (disputa que dividió a Colombia en dos bandos) el hoy flamante embajador Benedetti se cuadró Santos y se convirtió en uno de sus más fieles y eficaces alfiles.
De esa época son los sonados escándalos (algunos no aclarados) que engrosan su biografía; la parapolítica (que salpicó a Uribe), Odebrecht (que salpicó a Santos) y por un presunto desfalco al magisterio en Córdoba (en el que lo implicaron). Célebre fue en la hermana república su pelea abierta con el ex Fiscal General colombiano Néstor Humberto Martínez. Como hemos dicho más arriba nuestro personaje promete.
Como él muy bien lo expresó a su arribo a la ciudad natal del Libertador, el embajador Benedetti no es un diplomático, es un político. Si algo le vamos a agradecer será su transparencia, porque el presidente Gustavo Petro lo envía a Caracas precisamente por tratarse de un político. De un político que, por cierto, es de su más estrecha confianza como lo fue del expresidente Santos.
Como botón de muestra de su transparencia al momento de decir las cosas tenemos el titular de la primera entrevista que concedió al diario El Tiempo como embajador: “El toro más grande para Gustavo Petro será Venezuela”. Los conocedores del lenguaje de la tauromaquia lo podrán explicar mejor porque no queda claro si la afirmación es un halago o un agravio.
En cualquier caso el embajador Benedetti ha recordado lo que por evidente parece olvidarse; para el Gobierno de Petro su principal problema, su reto más grande no es el narcotráfico, no es la violencia, no es el eventual proceso de paz con el ELN, tampoco las disidencias de la FARC, ni el desempleo, ni el incremento de la deuda pública, el tratado de libre comercio con Estados Unidos o el cambio climático. Su problema es grande es el vecino. Varios de los problemas más sensibles en Colombia pasan por allí.
Al respecto Gustavo Petro, que no ha estado dando puntadas sin dedal, parece tener una serie de objetivos muy concretos. Cuenta a su favor con la ventaja de haber sido simpatizante y parte de la familia política continental de la que ha sido actor central el Gobierno venezolano. Su relación con el chavismo es histórica. Sin embargo, esto también le deja un flanco abierto por donde ya lo empieza atacar la oposición colombiana. No sabemos si en lo más recóndito de su corazón sigue vinculado al “proceso bolivariano”, pero sí parece tener claro la magnitud de lo enfrenta al otro lado de los 2.219 kilómetros de la frontera colombo/venezolana.
En ese sentido, el primer objetivo concreto del nuevo embajador luego de los abrazos, sonrisas y el reconocimiento internacional que tanto esperaba Nicolás Maduro, es que Colombia vuelva a tener el control mayoritario de Monómeros.
Petro quiere resolver ese tema rápido. No desea verse involucrado en toda la diatriba venezolana por el manejo de la empresa binacional ubicada en Barranquilla. Que eso lo resuelvan los venezolanos y que lo investigue la Fiscalía colombiana si acaso.
Para ese fin ya comenzó la operación de opinión pública en Colombia. Dos influyentes periodistas de ese país, María Jimena Duzán y Daniel Coronell lanzaron la primicia sobre las intenciones del Gobierno Petro, responsabilizando al expresidente Uribe por haber dejado que el entonces mandatario venezolano Hugo Chávez adquiriera la propiedad total de la empresa en 2006 por 56 millones de dólares.
La información periodística es insistente en recordar que Monómeros produce más de un tercio de todos los fertilizantes que se usan en Colombia y es estratégica en un momento en el cual suben los precios de los alimentos en todo el mundo. Otro detalle es que para exportar la empresa necesita una certificación del Gobierno de Estados Unidos. Allí la cuestión se enreda.
En el primer encuentro de Benedetti con empresarios colombianos y venezolanos la semana pasada en Cúcuta el tema fue Monómeros.
Para Petro este es un tema fundamental. Retomar la propiedad de esa empresa sería otro tanto a su favor. Pero eso depende de Maduro.
No obstante, aunque es el primer tema en la lista no es el más espinoso. Le sigue la presencia de los grupos armados colombianos (o binacionales) que todos saben que operan en territorio venezolano desde hace años. En particular el ELN, que Petro desea se desmovilice antes de culminar su mandato siguiendo el modelo del polémico Acuerdo de Paz con las FARC.
Obsérvese que una de las reuniones del nuevo embajador colombiano en su primer día en Caracas fue con el ministro de la Defensa Vladimir Padrino. Sin perder tiempo. Está preparando el camino para otro personaje que será parte del nuevo capítulo en la historia de las dos naciones: el veterano dirigente conservador, ex ministro con Belisario Betancourt y hoy canciller Álvaro Leyva Durán. Un peso pesado de la política colombiana emparentado con el prócer Atanasio Girardot.
Leyva Durán será el arquitecto del nuevo proceso paz, el cual dependerá en mucho de los vecinos venezolanos cuya capacidad de resolver sus propios problemas está, por decirlo amablemente, en serias dudas.
Pero, desde el punto de vista de Bogotá, no queda de otra. Petro y Benedetti tienen prisa.
Sin embargo, todavía tienen al frente problemas como la migración y la recuperación económica venezolana cuya magnitud sencillamente no tienen cómo enfrentar porque escapa de sus manos. Eso sin mencionar las particularidades propias del grupo gobernante en Caracas. Sin lugar a dudas, el toro más grande y complicado de lidiar.
@Pedrobenitezf