Ayrton Salamanca (ALN-KonZapata.com).- Son varios los logros de la administración Macri que quizás no se destacan pues para el común quedan subordinados al tema de la recesión económica, el costo en desempleo, inflación, pérdida de consumo; en general los efectos colaterales en términos de sacrificios en el corto plazo que hay que realizar para crecer y crear bienestar en el largo plazo. Se cumple un año del gobierno de Mauricio Macri en Argentina y los sectores comienzan a desesperarse porque la anunciada recuperación económica no ha llegado y la economía cerrará 2016 con una caída del PIB en torno al 2%.
El ajuste económico tiene su costo pero es necesario para corregir las distorsiones y evitar que se profundicen y que ese costo no sea mayor en la medida que se difiere el ajuste.
Una economía con problemas estructurales contundentes y los cuales se venían agudizando precisamente por la ausencia de medidas correctas, no tiene viabilidad en el largo plazo. El colapso y, en consecuencia, las medidas a tomar son más traumáticas.
La propia Argentina tiene su historia. Basta tan solo recordar el episodio ocurrido a principios de siglo cuando el modelo de “la caja de conversión” se convirtió en una camisa de fuerza para aplicar políticas cambiarias y monetarias correctas y el colapso desembocó en el traumático y doloroso “corralito bancario” que aún revolotea en la mente de los argentinos.
Desde el 2010 se empezaron a notar las debilidades del modelo desarrollado por el kirchnerismo con la presencia de los llamados déficit gemelos: en las cuentas fiscales y en el comercio internacional. Y como está registrado en la literatura económica, la presencia de estos factores y la falta de una política económica para corregirlos envían una señal negativa a los agentes económicos: que el modelo no es sostenible. Y éstos buscan refugio en el dólar y es cuando se inicia la salida de capitales. La respuesta del Gobierno no fue corregir las causas del déficit fiscal y la balanza comercial negativa, sino aplicar un control de cambios. La respuesta fue crearle más distorsiones a la economía, restricciones y obstáculos al crecimiento futuro. O esperar la versión II del boom de los commodities y con las retenciones (impuesto a las ventas) a los exportadores de soya seguir con el modelo populista y mantener “contenta” a la población. Pero el boom nunca volvió y había que tomar medidas.
Las exportaciones cayeron más de 26.000 millones de dólares. De un total de 82.981 millones de dólares en 2011 a 56.788 millones de dólares al cierre de 2015. Y como el gasto público no se ajustó, el resultado primario fiscal pasó a ser negativo a partir de 2010, de -0,4%, agudizándose hasta alcanzar -5,2% del PIB al cierre de 2015. Las reservas internacionales pasaron de un pico de 46.000 millones de dólares en 2011 a 25.000 millones de dólares en 2015.
Pero el régimen populista no tomó las medidas por el costo político que significaba y fue acentuando las distorsiones que sin duda conllevarían al colapso del modelo con un mayor costo en términos de bienestar social, que es lo que supone posponer el ajuste.
Por el contrario, además del control de cambios con todas las distorsiones que genera (véase el caso actual de Venezuela), aplicó otras medidas que acentúan las distorsiones, crean más restricciones y discrecionalidad y en consecuencia afectan el crecimiento económico. En este sentido, se aplicaron alcabalas a las importaciones de ciertos bienes que afectaron el comercio y, por supuesto, no corrigieron el déficit en el sector externo.
Pero fueron más allá. Estatizaron la petrolera YPF propiedad de la petrolera española Repsol, con el argumento de que «no hacía las inversiones necesarias” para aumentar la producción y en consecuencia corregir el déficit energético, una de las principales causas del déficit en el sector externo. Por supuesto, la estatización no corrigió el déficit y los argentinos ahora pagan más por los combustibles, incluso con la baja del petróleo incluida.
Vale destacar que la eliminación de los controles cambiarios y la unificación del mercado se produjeron sin sobresaltos.
En fin, el pasado 10 de diciembre se cumplió un año de la asunción de Mauricio Macri en el gobierno y en resumen son varios los logros de esta administración que quizás no se destacan pues para el común, quedan subordinados al tema de la recesión económica, el costo en desempleo, inflación, pérdida de consumo; en general los efectos colaterales en términos de sacrificios en el corto plazo que hay que realizar para crecer y crear bienestar en el largo plazo.
Y es en lo que ha insistido Mauricio Macri en su campaña comunicacional: que «a partir de 2017 llega el crecimiento por lo menos por 20 años consecutivos”.
En resumen, hay que destacar la remoción de algunas de las distorsiones que afectaban el desempeño económico:
-Liberalización del mercado cambiario.
-Fin del default-arreglo con los holdouts.
-Eliminación de las barreras arancelarias.
-Eliminación y reducción de las retenciones a los exportadores.
-Fin de las regulaciones a las tasas de interés en el sistema financiero.
-Regularización de las estadísticas oficiales y del INDEC.
Vale destacar que la eliminación de los controles cambiarios y la unificación del mercado se produjeron sin sobresaltos. En efecto, el tipo de cambio se estabilizó alrededor de 13 pesos por dólar, por debajo del valor que registraba el mercado paralelo. Y la normalización del mercado cambiario fortaleció la posición de reservas internacionales en poder del Banco Central, pues no solo dejaron de caer, sino que se incrementaron como resultado de la combinación de préstamos de bancos internacionales que pusieron en evidencia la confianza en la nueva administración, y también por el ingreso de divisas al país como producto del mayor endeudamiento público y privado, resultado de la salida del default, y más recientemente por la medida del blanqueo y la amnistía fiscal.
Así que, en el último año, las reservas internacionales se incrementaron más del 50% hasta alcanzar 37.000 millones de dólares. Sin duda, este es un buen termómetro de la situación y signo de confianza en las medidas.
A nivel institucional, el nuevo Gobierno ha realizado esfuerzos para normalizar instituciones intervenidas por la anterior administración y que actuaban de manera discrecional y poco transparente como es el caso del Instituto Nacional de Estadísticas (INDEC), así como restablecer y ordenar los vínculos con algunos países, bloques comerciales y organismos e instituciones internacionales. De hecho, esto permitió la publicación del capítulo IV del FMI sobre la economía argentina, basado en esas nuevas relaciones y cifras más confiables. Y precisamente, las proyecciones del FMI son que Argentina retome el crecimiento en 2017 con una tasa del 3%, la inflación baje de 40% en 2016 a 20% en 2017 y siga bajando gradualmente hasta alcanzar un dígito en los próximos años. Muchos analistas coinciden con estas tendencias.
En general, esto refleja que las medidas fueron bienvenidas por los mercados y el clima de negocios volvió a posicionar a Argentina en los mercados internacionales. No obstante, la economía aún no repunta por las expectativas de reformas pendientes y el resultado de las elecciones de medio término (legislativas).
Macri ha hecho parte del trabajo, y se lo ha comunicado al sector empresarial que también entiende. Falta que los políticos apoyen más el programa de ajuste, y logren concretar un consenso que soporte su viabilidad en el largo plazo y en definitiva el crecimiento sea constante por 20 años como señala Macri. Pensamos que hay condiciones para lograrlo.
Argentina no es Venezuela. Ni la Venezuela del “Gran Viraje”, el programa de ajuste económico que impulsó Carlos Andrés Perez en 1989, que tuvo su costo, como lo tiene ahora Argentina, pero que hizo que en el año 90 la economía creciera en 5,5% y en el 91 en 9,2%, un crecimiento sin precedentes.
Es historia para aprender. Muchos sectores no entendieron o no quisieron entender y como dicen algunos autores, “se suicidaron» y Venezuela entró en este despeñadero que conocemos.
No pasará en Argentina, a pesar del desespero por el costo del ajuste y la recuperación que aún no llega, no se van a suicidar.