Pedro Benítez (ALN).- Luego de cinco años de desastres económicos, con millones de emigrados y miles de fallecidos por desnutrición o enfermedades curables, Nicolás Maduro parece empezar a comprender que la inflación la provoca la emisión monetaria y el déficit fiscal. También arroja por la borda el nefasto control de cambios impuesto por Hugo Chávez hace 15 años. No obstante, lanza a continuación una bomba atómica hiperinflacionaria sobre lo que queda de la economía venezolana. Ha entrado en la etapa del ensayo y el error con terribles consecuencias humanas.
¿Lo bueno?
Al fin Nicolás Maduro admite, luego de un lustro de sistemática destrucción económica, que el déficit fiscal y la emisión de dinero sin respaldo son la causa de la continua subida de precios en Venezuela y no la ficticia “guerra económica”.
También acepta, sin decirlo abiertamente, el fracaso de la política de restricción cambiaria sostenida desde 2003. Legaliza el mercado paralelo del dólar al establecer un cambio único en seis millones de bolívares por la divisa norteamericana para fijar el precio inicial de la unidad de cuenta que denomina petro. Más o menos la misma cotización que ofrecen las tan cuestionadas páginas web a las que los venezolanos han recurrido por años para darse una idea del valor de cambio internacional del bolívar, huyendo así de los cambios oficiales.
Si estuviésemos hablando de un adicto (en este caso a la ideología) podríamos decir que está dando un primer paso para admitir su problema.
¿Lo malo?
Pero hasta allí llegan los buenos deseos, porque luego de prometer eliminar el déficit fiscal y la emisión de dinero inorgánico, aprueba aumentar los impuestos sobre una economía que cada vez produce menos y a la que cada vez le cuesta más producir, incluso petróleo. El Impuesto al Valor Agregado (IVA) pasa de 10% a 16% para bienes suntuarios (no se especifica cuáles), cambia la periodicidad de la recaudación de quincenal a semanal, establece anticipos al Impuesto Sobre la Renta (ISLR) de 1% y 2% mensual y un Impuesto para Transacciones Financieras hasta 2% para contribuyentes especiales.
Todo esto acompañado de su propuesta estrella: anclar los precios y salarios al fantasmagórico petro en el que Maduro ha puesto mucha fe. Esta es la primera criptomoneda emitida por un Estado y respaldada por parte de las reservas de petróleo sin explotar (Leer más: Por qué la criptomoneda de Nicolás Maduro no vale nada).
Según se entiende de la explicación ofrecida por Maduro, el petro funcionaría como una unidad de cuenta. Una referencia a la cual el bolívar soberano, la nueva moneda que está por entrar en circulación, quedaría atada.
Estas propuestas las ha resumido en una consigna: “Ellos dolarizan los precios, nosotros petrolizamos el salario”.
Este grupo de medidas concretas nos indica que Maduro y sus asesores o no son conscientes de la magnitud del desastre económico que han provocado o no dan con las medidas adecuadas para revertirlo. En cualquier caso siguen anclados por la ideología.
¿Lo aterrador?
Pero esto es lo malo, lo que sigue puede ser aterrador porque a continuación decreta un incremento del salario mínimo de cinco millones a 180 millones de bolívares fuertes (1.800 bolívares soberanos). De uno a 30 dólares mensuales.
Maduro y sus asesores o no son conscientes de la magnitud del desastre económico que han provocado o no dan con las medidas adecuadas para revertirlo
En la actual crisis ese incremento es la liquidación de lo que queda del sector privado venezolano. Consciente de esto el Gobierno ofrece asumir todo ese incremento por los próximos 90 días. ¿De dónde obtendrá los recursos para cubrir toda la nómina del sector privado, más la ya de por sí pesada de la administración pública con millones de empleados, justo cuando los ingresos petroleros se contraen?
Exactamente. Haciendo lo contrario de lo que se compromete a no seguir haciendo: emitiendo más dinero sin respaldo. Sin producción nacional y sin más ingresos en los odiados dólares (por inversiones o préstamos) no le queda otra opción.
Junto con el resto de la izquierda mundial sigue sin entender que los salarios de los trabajadores son consecuencia de la productividad de la economía.
Con esto se asegura que Venezuela va a tener este mismo año la mayor inflación conocida en el continente americano. Maduro le lanza nuevamente más gasolina al incendio hiperinflacionario. En cuestión de semanas el nuevo bolívar soberano no valdrá nada.
En este punto es pertinente recordar algo: En los cinco años de gobierno de Maduro Venezuela ha sido el país con más incrementos de salarios por decreto y, al mismo tiempo, el país en el que el poder de compra real de los mismos más ha caído.
De paso, este no beneficia a la mayoría de la población en edad de trabajar que sobrevive en la economía informal. Es un alivio muy temporal (realmente muy temporal) a los trabajadores con empleos fijos, en particular aquellos que en las últimas semanas habían salido a protestar a la calle exigiendo mejores salarios. Por lo tanto es una medida política-económica. Muy en el estilo del chavismo.
Maduro le lanza nuevamente más gasolina al incendio hiperinflacionario. En cuestión de semanas el nuevo bolívar soberano no valdrá nada
Luego queda una interrogante en el aire: ¿Al asumir la nómina de las empresas privadas el Gobierno asumirá el control?
Todo parece indicar que Maduro y su gobierno entran en la misma dinámica por la cual pasaron otros gobiernos latinoamericanos en los años 80 y 90 del siglo pasado y de Europa oriental luego de 1989: ir a tientas, aprendiendo por ensayo y error.
Desde Raúl Alfonsín con su Plan Austral en Argentina en 1986 hasta Boris Yeltsin en Rusia con sucesivos planes en los 90, muchos de estos gobiernos se fueron percatando de la necesidad de atajar la inflación y levantar la producción nacional, pero no sabían cómo. En el medio dejaron economías devastadas.
Lo que estas medidas reflejan es la división que hay dentro del gobierno de Maduro, entre los partidarios de ensayar un capitalismo a la rusa encabezados por el exvicepresidente ejecutivo Tarek El Aissami y los dogmáticos de izquierda, entre los se encuentran exministros como Luis Salas, Pascualina Curcio y el podemita español Alfredo Serrano Mancilla.
En el medio un hombre escucha a unos y a otros, sin comprender el problema y sus soluciones. Este será, con toda probabilidad, uno de los procesos de aprendizaje económicos más costos de la historia humana.
Una situación particularmente lamentable, porque si un país cuenta con un grupo de profesionales en ciencias económicas bien calificado ese es precisamente Venezuela.