Zenaida Amador (ALN).- 10 años atrás las casas de bolsa venezolanas dejaron de comercializar bonos del gobierno o títulos valores en dólares, luego de ser acusadas por las autoridades de propiciar ilícitos cambiarios y de estimular el mercado negro de divisas en medio del férreo control de cambio impuesto por Hugo Chávez. Hoy, en una nueva muestra del giro pragmático que ha dado el chavismo, el régimen venezolano decidió desmontar este cerco y darles luz verde a las empresas privadas para que emitan títulos de deuda en moneda extranjera para financiarse través del mercado de valores.
Son los tiempos del “mercado en funcionamiento” y de la “autorregulación de la economía” que pregona Nicolás Maduro, donde “cada sector debe tener su mapa de soluciones”. Es el momento en que la apuesta del régimen venezolano es a sobrevivir gracias al esfuerzo de los diversos actores de la economía, tras dos décadas de persecución y estrangulamiento de la actividad privada.
Con este nuevo espíritu la Superintendencia Nacional de Valores emitió una providencia con las normas relativas a la oferta pública, colocación y negociación de valores emitidos por el sector privado en moneda extranjera en Venezuela. La decisión llega a un mercado carente de opciones.
Por una parte, el crédito bancario está prácticamente paralizado por decisión de las mismas autoridades que obligan a las instituciones financieras a mantener congelada una elevada porción de las captaciones a través del encaje legal; y, por la otra, el gobierno estimuló un esquema de indexación de los créditos comerciales que dejaba sin opciones a las empresas que facturan en bolívares. De esta manera se secó el financiamiento en bolívares.
Maduro ha intentado impulsar la asignación de créditos en petros, que es una moneda digital creada por su administración, pero que está sancionada por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos y que no despierta confianza en el mercado; por lo que tampoco ha funcionado para atender las necesidades de la economía.
El problema de fondo es que el bolívar como moneda prácticamente ha desaparecido por el efecto corrosivo de la devaluación y de dos años severos de hiperinflación, por lo que la economía se ha ido desplazando de forma desordenada hacia una dinámica dolarizada bajo la anuencia del régimen de Nicolás Maduro.
Su intención es dejar hacer y dejar pasar mientras otros sectores asumen el costo de sostener la oferta mínima requerida por una economía que es hoy un tercio de lo que fue en 2012, tras una abismal contracción que ha pulverizado al sector productivo en general, el cual ya venía golpeado por las duras políticas de regulaciones, intervenciones y estatizaciones estimuladas por Hugo Chávez.
“Estamos en una economía de resistencia que se ha venido autorregulando y en la autorregulación se han generado nuevas oportunidades de negocios, fundamentalmente en dólares. Estoy atento a todos los fenómenos del surgimiento de la dolarización, todos los dólares que aportaba el Estado en la economía rentista petrolera ahora los aporta la economía privada y ante la opción reprimo o permito, yo tomé la opción lo permito y ha sido correcta, es una opción en medio de una guerra que ha permitido que la economía respire”, señaló Maduro hace dos semanas.
Sin embargo, la “dolarización” sigue siendo un proceso irregular y no todas las empresas tienen un modelo de negocio fácilmente adaptable. Muchas siguen atadas al bolívar para operar y la opción de levantar un financiamiento en dólares a través de una emisión de papeles, implica igualmente pagarlo en dólares.
Se podría esperar que algunas empresas, en especial aquellas que pueden encontrar en la exportación una válvula de escape, recurran a esta vía para oxigenarse. Además, tomando en cuenta la misma precariedad del mercado, no se esperarían cuantiosas emisiones en esta etapa inicial de actividades.
Esta apertura es un reconocimiento de Maduro a las oportunidades que brindan el mercado de renta fija y el mercado de renta variable a la economía, los cuales en los últimos tiempos venían brindando cobertura contra la devaluación y la hiperinflación dentro de su reducido margen de operaciones. Sin embargo, nadie pierde de vista que 10 años atrás las casas de bolsa fueron cerradas y varios de sus directivos apresados. La inestabilidad y la confianza no son atributos propios del chavismo.