Antonio José Chinchetru (ALN).- Con la retirada del TPP, Estados Unidos no solo se cierra a importantes mercados, sino que además pierde influencia en Asia y el Pacífico. China es el gran ganador, pero tiene asignaturas pendientes si quiere que su actual defensa del libre comercio resulte creíble. Durante los últimos años, el eje económico mundial se ha ido trasladando paulatinamente del Atlántico al Pacífico. Estados Unidos se mantiene como uno de los componentes del centro de gravedad del comercio mundial, mientras Europa estaba siendo sustituida por el oriente asiático como el otro elemento primordial. La firma del Acuerdo Transpacífico de Cooperación (TPP, por sus siglas en inglés) en febrero de 2016 vino a confirmar, y afianzar, esta tendencia.
Los doce países firmantes del acuerdo que ha decidido romper Donald Trump tienen una población conjunta de 800 millones de habitantes. Representan el 30% de las exportaciones y el 25% de las importaciones mundiales y, más importante aún, el 40% de la economía mundial. Además de Estados Unidos, el TPP incluye a naciones americanas como Canadá, México, Chile y Perú, asiáticas como Japón, Vietnam, Brunei, Malasia y Singapur, y a los dos mayores Estados de Oceanía: Australia y Nueva Zelanda.
Un instrumento de Obama contra China
China no forma parte de este acuerdo. El motivo principal es que el TPP era un proyecto del ex presidente Barack Obama para reducir la creciente influencia del gigante asiático en la región. Sin embargo, con el abandono de Estados Unidos las cosas han cambiado. Los gobiernos de Nueva Zelanda y Australia ya han expresado su interés en mantener lo firmado entre el resto de Estados signatarios, e incluso sumar a nuevos países. En concreto, el primer ministro australiano, Malcolm Turnbull, ha expresado su interés en que China sea uno de los que estampen su firma.
El TPP era un proyecto de Obama para reducir la creciente influencia de China en la región
Resulta, sin embargo, complicado que las aspiraciones de Turnbull se vean colmadas. En la reciente cumbre del Foro de Davos el presidente chino, Xi Jinping, hizo un alegato a favor del libre comercio y contra el proteccionismo. Al margen de la contradicción de ver a un gobernante comunista hacer este tipo de llamamientos, sus declaraciones responden más a mera propaganda que a pura realidad.
La vía que va a tratar de explorar el Gobierno chino será firmar acuerdos bilaterales y otros con grupos de países de la región al margen del TPP. Este último le obligaría a armonizar gran parte de su regulación económica con los demás Estados signatarios y a poner fin a muchas de las restricciones a la actividad inversora extranjera en su territorio. Esto se debe a que, en contra del discurso oficial, este tipo de tratados no son tan liberalizadores del comercio internacional como se pretende, sino que incluyen una gran cantidad de puntos referidos a normativa. En ocasiones esto supone una restricción real de muchos aspectos de la actividad comercial, si bien en lo referido a China implicaría lo contrario.
Restricciones chinas a la inversión extranjera
Esto se debe a que la economía china dista mucho de estar abierta al mundo. En numerosos sectores clave existen fuertes restricciones a la inversión extranjera. Uno de ellos es el de la banca, dominado por cuatro entidades bajo control estatal, cuya actividad de financiación a empresas se limita prácticamente a las compañías públicas. El Gobierno chino ha anunciado que abrirá este sector, pero en realidad no ha explicado hasta qué punto ni qué medidas concretas piensa tomar.
En numerosos sectores clave existen fuertes restricciones a la inversión extranjera en China
Otros sectores con restricciones a la inversión extranjera son transporte, telecomunicaciones, internet o la educación. También en estos casos China ha anunciado una paulatina apertura, pero ha matizado que será de manera “ordenada” y no ha dado más detalles. De hecho, y pese al anuncio, ha dado pasos en sentido contrario.
Por ejemplo, días antes del alegato de Xi Jinping contra el proteccionismo, China aprobó nuevos aranceles a las fibras ópticas fabricadas en Corea del Sur. Oficialmente esta medida es antidumping, si bien podría tratarse de una represalia por la instalación de un sistema antimisiles estadounidense en territorio surcoreano.
Antonio José Chinchetru es periodista en Madrid.
El Gobierno chino no es más partidario del libre comercio que Donald Trump. Si cabe, lo es todavía menos. China va a ser la gran beneficiada por la salida de Estados Unidos del TPP, lo que resulta llamativo debido a que el inquilino de la Casa Blanca mantiene un duro discurso contra ese país. Sin embargo, seguirá sin apostar de verdad por una liberalización económica real. El daño a la economía del Pacífico será un hecho. Y, mientras tanto, es posible que Europa pueda recuperar parte del protagonismo perdido en las últimas décadas.