Leticia Núñez (ALN).- El presidente de Ecuador recibe a 30 empresas extranjeras interesadas en la construcción de la Refinería del Pacífico, ahora de Manabí. Les ofrece reglas claras, dice que respetará los contratos y advierte que “la corrupción no está permitida”. Unas promesas con las que Moreno pretende dar un lavado de imagen total al que fue el proyecto estrella del expresidente Rafael Correa. Ahora ya no queda ni el nombre.
Bienvenidos a la Refinería de Manabí (antes del Pacífico). El proyecto estrella del expresidente Rafael Correa ya no conserva ni el nombre. De eso se ha ocupado Lenín Moreno, volcado en captar inversión internacional para sacar adelante una infraestructura a la que Correa y el venezolano Hugo Chávez pusieron la primera piedra en 2008, pero que hoy sigue sin construirse. Hacen falta unos 13.000 millones de dólares de financiación y está manchada por el caso Odebrecht. Ya se sabe que los malos recuerdos suelen ser más fuertes que los buenos, así que el Gobierno ecuatoriano está decidido a hacer borrón y cuenta nueva.
El presidente ecuatoriano parece haber eliminado de su vocabulario la palabra Pacífico. Prefiere Manabí, la provincia que acogerá la obra. No es para menos. Este miércoles recibió la visita de 30 empresas de Japón, Corea del Sur, China, Estados Unidos, España, Reino Unido, Francia, México y Rusia interesadas en la construcción de la planta, que procesará 300.000 barriles de petróleo diarios. Es una oportunidad de oro para que una década después la refinería pueda ser una realidad.
Una oportunidad única para espantar los fantasmas del pasado. En Ecuador los sectores público y privado estuvieron una década enfrentados. Fue durante el mandato de Correa. Pero ahora, con la llegada de Moreno a la Presidencia en mayo del año pasado, la palabra que más se escucha es apertura. Apertura también para la Refinería del Pacífico, o mejor dicho, de Manabí.
El presidente de Ecuador ofreció un discurso lleno de matices de principio a fin. El antes y el después. Lo que hizo Correa y lo que hará él. La refinería del Pacífico y la de Manabí. La sospecha de corrupción frente a la transparencia. Dos mundos. Y eso que Moreno llegó a Carondelet como el candidato de Correa.
“Tengan ustedes plena garantía que al hacer negocios con nosotros tendrán completa seguridad jurídica”
“Gracias por venir”, dijo en primer lugar Moreno a los empresarios. “Gracias por creer en este pueblo del centro del planeta, un país que lo tiene todo: mar, ríos, nieves perpetuas, cordilleras, valles, selva y, ante todo, gente honesta y trabajadora”, agregó.
Hechos los agradecimientos, Moreno entró en faena. Lo primero era ofrecer seguridad jurídica. “Tengan ustedes plena garantía, amigos queridos, que al hacer negocios con nosotros tendrán completa seguridad jurídica. Aquí, la corrupción no está permitida”, espetó, marcando distancias. El pasado agosto, la fiscal Diana Salazar imputó a Alexis Arellano, exgerente de Petróleos de Venezuela (PDVSA) en Ecuador, y a Freddy Salas, responsable de la Refinería del Pacífico, por la trama de sobornos que tejió la constructora brasileña Odebrecht.
En la Refinería del Pacífico, a la que Correa llegó a catalogar como “el gran salto a la industrialización” del país, Odebrecht habría sido beneficiada con dos contratos por 500 millones de dólares cada uno (Leer más: La refinería de Rafael Correa y Hugo Chávez donde ha ocurrido de todo).
Seguridad jurídica a la que Moreno suma transparencia. “Tenemos reglas claras para nuestras alianzas público-privadas y para todo el que desee invertir en el país. Respetamos los contratos. Fomentamos la transparencia, precautelamos siempre los intereses del Estado ecuatoriano, pero al mismo tiempo los de ustedes. ¡Si ustedes ganan, nosotros ganamos también! ¡Gana el país, gana el bienestar de su gente! ¡Somos el mejor escenario para que sus negocios sean exitosos!”, proclamó el mandatario.
Ecuador prevé adjudicar el proyecto a través de una licitación alrededor del 24 de mayo
Sólo faltaba un elemento: los incentivos fiscales. Sobre ello también se pronunció: “El Gobierno está dispuesto a darles toda la seguridad jurídica para que puedan realizar sus inversiones. Y muchísimos beneficios tributarios para los inversionistas, nacionales o extranjeros”.
Lo cierto es que la industria de los hidrocarburos “no es nueva para el país”, tal como destacó el ministro de Hidrocarburos, Carlos Pérez. Cuenta con una trayectoria de un siglo y “es madura, cada vez hacemos las cosas mejor y de manera sustentable con la sociedad y el medio ambiente”.
Concesión por 20 años
La iniciativa del Ejecutivo ecuatoriano consiste en licitar el proyecto bajo la modalidad “Construcción-Operación-Transferir” (BOT por sus siglas en inglés). “Ecuador propone que el tiempo de concesión sea por 20 años. Al finalizar este lapso la empresa privada transferirá la propiedad al Estado ecuatoriano sin costos adicionales”, señaló la Presidencia en una nota de prensa.
Los planes del Gobierno incluyen la construcción de una planta de alta conversión para refinar crudo pesado reduciendo los impactos ambientales. El petróleo provendrá principalmente del Bloque 43-ITT, desarrollado en la actualidad por la estatal Petroamazonas en el Parque Nacional Yasuní.
El objetivo es producir combustible con calidad Norma Euro 5 para “generar un valor positivo para el país”. Según el comunicado, “fortalecerá la balanza de pagos, generará empleo en la provincia de Manabí y abrirá paso al desarrollo de otras industrias como la petroquímica, que también contribuye a reducir importaciones al procesar estos insumos en el país”.
Vistos los detalles, llegó el turno de hablar de plazos. El ministro de Comercio Exterior, Pablo Campana, sostuvo que prevén adjudicar el proyecto a través de una licitación alrededor del 24 de mayo. Según Campana, buscarán la mejor oferta en las conversaciones que se mantendrán hasta este jueves con los ejecutivos de las distintas empresas que visitan estos días Ecuador. “Estamos abiertos a escuchar propuestas, si el proyecto sale en 5.000, 8.000 o 12.000 millones de dólares es un tema de responsabilidad de los inversionistas. El proyecto retornará en 20 años, no la estamos vendiendo, es un acuerdo de pago por el procesamiento de crudo”, concluyó el ministro.