Leticia Núñez (ALN).- Ha sido un año de anticorreísmo. De transición en Ecuador. De romper con los fantasmas del pasado. De poner fin a los intentos de perpetuarse en el poder. Sin generar mucho ruido, Lenín Moreno ha promovido la apertura. Ha incentivado la lucha contra la corrupción. No le tembló el pulso para destituir al vicepresidente Jorge Glas. Tampoco para acusar a Correa de autoritario. “Moreno ha sido un respiro”, concluyen expertos consultados por ALnavío.
Lenín Moreno es el presidente del cambio sin ruido. Sin estridencias. Sin alboroto. Llegó a la Presidencia de Ecuador como el rostro conciliador del correísmo. Pero pronto bajó los decibelios en los que se había instalado Rafael Correa. Este jueves se cumple su primer año de mandato y dicen los expertos que ahora la situación es más cómoda. Y el aire más respirable. Que hay apertura. Moreno se desmarcó del correísmo, terminó con la reelección indefinida a la que aspiraba el expresidente y dio vía libre para perseguir la corrupción del anterior Ejecutivo. Ahí está la destitución del exvicepresidente Jorge Glas, condenado a seis años de prisión por haber recibido 13,5 millones de dólares en sobornos para favorecer a Odebrecht.
Nadie esperaba que tan sólo 365 días después de que Correa le impusiera la banda presidencial, prácticamente ninguno de los emblemas correístas del Ejecutivo se mantuviera. Tampoco que el exmandatario ya no forme parte de Alianza País, el partido que él mismo fundó. “No había ninguna posibilidad de empezar la lucha contra la corrupción y de acercarse a las puertas de la transición si estaba el espectro de Correa”, sostiene Luis Verdesoto, catedrático de Ciencia Política en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) en Ecuador, en declaraciones al diario ALnavío.
Precisamente la corrupción marcó “el punto de incisión” entre ambos. Así lo sostiene la politóloga ecuatoriana Angélica Abad Cisneros, profesora en la Universidad de Cuenca. En su opinión, “la actitud de Moreno ha significado un respiro”. Dice que esperaba un distanciamiento, pero la duda era cuándo y sobre qué. Un año después esas dos incógnitas están despejadas.
El cuándo fue poco después de asumir la Presidencia. No se habían cumplido 100 días del mandato de Moreno y el divorcio era prácticamente un hecho. Una ruptura que para Abad se explica por el hecho de contar con “una opinión pública favorable a la lucha contra la corrupción”. Verdesoto también comparte este punto de vista: “Moreno se está acercando a lo que la sociedad desea, que es poner la llave en la cerradura que permita abrir un proceso de transición”.
Moreno ha pasado de una aprobación de 77% en agosto a 46% este mes
El qué también lo marcó la corrupción. Por un lado, la condena a Glas, que llevó a Correa a llamar “traidor” a Moreno. Y, por otro, el referéndum que promovió el presidente para prohibir la reelección indefinida. “Claramente lo más significativo fue la consulta popular que ha permitido abrir el cerrojo que había puesto el populismo con la reelección”, señala el docente.
Moreno fue implacable en este asunto. En la visita oficial que realizó a Madrid el pasado diciembre sentenció: “El poder es una droga que embriaga en exceso a la gente y hace que se vuelvan más autoritarios” (Ver más: La corrupción es el factor que determina la ruptura entre Moreno y Correa).
Con el paso de los meses, el gabinete presidencial con el que Moreno comenzó a gobernar también ha cambiado. Y aquí también se ha distanciado de Correa. Primero confió el Ministerio de Economía a Carlos de la Torre y después a María Elsa Viteri, figuras cercanas al correísmo. Pero esta semana el mandatario realizó un nuevo cambio antes de arrancar su segundo año de gestión. El empresario Richard Martínez, defensor de políticas económicas de corte liberal, asumió la cartera de Economía y Finanzas.
“Había cierta continuidad de Correa”, explica Verdesoto, agregando que el presidente transitó de una idea inicial “de correísmo sin Correa hasta el diálogo”. Algo que, a su juicio, denota “un enorme grado de sensibilidad” por parte de Moreno. De hecho, de los 35 ministros con los que el mandatario inició su gestión, un año después únicamente 14 continúan ejerciendo dicha labor.
También hubo un cambio en el Ministerio de Defensa. El general Oswaldo Jarrín juró el cargo a principios de mayo, lo que Verdesoto valora como positivo por ser un sujeto con relación institucional con el Ejército y conocedor del tema. La importancia va más allá. El experto recuerda que “la relación de Correa con las Fuerzas Armadas fue tortuosa” puesto que “intentó reprimirlas, pero en ningún caso logró destruirlas”. Ahora tienen a su cargo un tema muy importante: reestablecer las condiciones de seguridad “en un país atractivo para el narcotráfico”, apunta Verdesoto.
Otro aspecto positivo del primer año de Moreno es la política energética puesta en marcha. Destaca especialmente el caso de la Refinería del Pacífico, el proyecto estrella que Correa emprendió junto con el venezolano Hugo Chávez en 2008 pero que una década después sigue sin construirse a falta de 13.000 millones de dólares de financiación. Según informó el Ministerio de Comercio Exterior e Inversiones en enero, empresas de Reino Unido, Estados Unidos, Rusia, Japón, China, Corea del Sur y Emiratos Árabes Unidos están interesadas en la refinería. “Hay un avance técnico, honesto, de depuración de la gestión anterior”, subraya Verdesoto.
“Es un buen síntoma de la apertura”
El presidente también ha avanzado en su relación con los medios de comunicación. Cesó los ataques a la prensa. No ha insultado a ningún periodista. Se ha comprometido a cerrar la Superintendencia de Comunicación, el principal organismo de censura contra los medios. Y ha anunciado que quiere modificar la legislación para garantizar la libertad de expresión. “Este es un buen síntoma de profundización de la apertura. Eliminar esta superintendencia represora es un punto muy importante. Ha habido una sensibilidad fuerte por parte del Gobierno”, asegura el profesor.
“No había ninguna posibilidad de empezar la lucha contra la corrupción si estaba el espectro de Correa”
No obstante, la gestión de Moreno ha sufrido un desgaste en el camino. Ha pasado de una aprobación de 77% en agosto a 46% este mes. “La tarea es tan grande que la insatisfacción es grande. La insatisfacción no es por lo que ha hecho sino por lo que no ha hecho”, explica el catedrático de Flacso, agregando que Moreno recibió un país “inundado de corrupción, en el que las instituciones actúan contra la democracia. Es muy difícil salir de 10 años de oscurantismo”.
¿Qué le queda por hacer?
Para Verdesoto, lo básico es definir un programa económico. Correa se fue con la economía en rojo. En declive desde junio de 2015, la economía ecuatoriana sufrió la caída más fuerte a principios de 2016 al registrar un descenso de 4,1% de enero a marzo. Pero 2017 cerró con un crecimiento de 3%, según el Banco Central de Ecuador, y para 2018 el Fondo Monetario Internacional proyecta un aumento de 2,5% (Ver más: Con 8 jugadas maestras Moreno derrotó a Correa).
Luego, dice el catedrático, está el tema de reemplazar autoridades del correísmo por nuevas autoridades “más abiertas a la representatividad”. Esto, a su juicio, “es la tarea más difícil porque podría implicar una segunda constituyente”.
A ello se suma la reinserción internacional de Ecuador. “Todavía no termina de salir de la vieja etapa. Hay una zona muy gris que tiene que aclararse. Falta por saber a dónde va el país”, expone. A la pregunta de hacia dónde debería caminar Ecuador, Verdesoto lo tiene claro: “Debe tener una buena relación internacional. No puede reinsertarse de la mano de Nicolás Maduro, es una barbaridad. La reinserción internacional es clave”, concluye (Leer más: “Ecuador tiene que sacudirse de la relación con Maduro”).