Zenaida Amador (ALN).- A un mes de finalizar el mandato presidencial para el que fue electo y de la fecha fijada -el 10 de enero- para asumir un segundo período aun con la amenaza del desconocimiento masivo internacional, Maduro acelera sus tácticas para garantizar su permanencia en el poder apalancándose en tres grandes ejes: bienestar cosmético, control social y alianzas estratégicas de supervivencia.
Es clara la decisión de Nicolás Maduro de sostenerse en el poder a cualquier costo. No importa la magnitud de la crisis, ni el alto nivel de descontento de la población venezolana, ni el aislamiento internacional al que ha sido sometido al separarse del camino democrático.
A un mes de finalizar el mandato presidencial para el que fue electo y de la fecha fijada -el 10 de enero- para asumir un segundo período aun con la amenaza del desconocimiento masivo internacional, Maduro acelera las tácticas para garantizar su permanencia en el poder apalancándose en tres grandes ejes: bienestar cosmético, control social y alianzas estratégicas de supervivencia.
I.
Atizando la profundización de los problemas de fondo que destruyen el aparato productivo y que llevan a la economía venezolana a una crisis de magnitudes históricas, Nicolás Maduro gestiona políticamente esa misma crisis a su favor colocando a la población en condiciones límite, potenciando su dependencia del Gobierno. Todas las medidas económicas apuntan en esta dirección.
La agenda internacional de Maduro se ha enfocado en consolidar alianzas estratégicas con los pocos países que le siguen dando una mano, que lo podrían auxiliar financieramente y abrirle canales comerciales en medio de las sanciones a cambio de tratos de interés
Sin que la nación genere mayores ingresos y sin que la actividad productiva repunte, Maduro decreta aumentos salariales, incrementos en las becas y ayudas sociales mensuales que reparte, y hasta promete completar el pago de la nómina de las empresas privadas. Estas inyecciones de recursos, sostenidas en la emisión monetaria, tienen un efecto positivo efímero sobre la población, pues el ciclo hiperinflacionario que vive el país se come el poder de compra a una velocidad de vértigo mientras se destruyen las fuentes de empleo por el efecto mismo de la crisis, más el impacto de los costos laborales.
Con cada uno de estos aumentos Maduro logra recorrer un trecho adicional y, en cada oportunidad, hace que más venezolanos necesiten la ayuda del Gobierno para subsistir. En la actualidad un 63% de la población recibe las “ayudas” del Gobierno a través de las llamadas Misiones, según la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) 2018, y en 2014 solo era el 8%. Según la firma consultora Ecoanalítica, solamente entre 10% y 20% de la población “vive de su trabajo en el sector privado”.
II.
Para la elección de concejales de este 9 de diciembre, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) hizo un nuevo despliegue de su plataforma para medir solidaridades. Esta estructura, que suele solaparse con la que emplea el Gobierno para la entrega de las ayudas sociales, usa tales beneficios como mecanismo para estimular el voto a favor del chavismo.
Para esta ocasión se desplegaron las llamadas Redes de Articulación y Acción Socio-Política (RAAS), que operan en cada comunidad, donde a su vez lo hacen los llamados Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), que son los que coordinan la entrega periódica de bolsas de alimentos a quienes se registran en el sistema creado por el Gobierno. Como parte de la estrategia las redes debían verificar qué vecino se podía catalogar como voto duro del chavismo, cuál como voto blando, y cuál como opositor.
Según Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, las RAAS hacían un registro en aras de obtener la “caracterización sociopolítica de cada habitante y así organizarlos y darles el conocimiento necesario para vencer al enemigo”.
En las comunidades este registro fue visto como un censo que pone en riesgo la recepción de las bolsas CLAP y de las demás becas y ayudas que el Gobierno entrega con el Carnet de la Patria si alguien es etiquetado como opositor.
III.
La presión internacional crece, así como el aislamiento. Además, luce inminente que el Gobierno será desconocido por al menos 20 países a partir del 10 de enero, lo que traerá consigo sanciones de diverso tipo, como consulares, políticas y económicas. Ante esto la agenda internacional de Nicolás Maduro se ha enfocado en consolidar alianzas estratégicas con los pocos países que le siguen dando una mano, que lo podrían auxiliar financieramente y abrirle canales comerciales en medio de las sanciones a cambio de tratos de interés.
En su reciente visita a Venezuela, el mandatario turco Recep Tayyip Erdoğan reiteró su apoyo a Maduro y criticó las sanciones internacionales contra su gestión que, entre otras cosas, limitan las ventas de oro que el Gobierno venezolano viene realizando sin aprobación del Parlamento y sin rendir cuentas a la nación y que mayoritariamente incluyen a Turquía como destino. Luego del gesto de amistad, se firmaron acuerdos de cooperación en varias áreas, incluyendo petróleo y minería, que montan a 4.000 millones de euros.
De inmediato Maduro emprendió viaje a Moscú para reunirse con Vladimir Putin a la espera de cosechar nuevas ayudas financieras, acuerdos comerciales, petroleros y mineros, además de su respaldo público.
Al club de Rusia, Turquía y China, los grandes aliados a los que Maduro apuesta la supervivencia, se sumó Corea del Norte. En Latinoamérica le quedan Cuba y Bolivia, pilares del socialismo regional. Recién se abrió una ventana en México y Maduro se apresuró a decir presente en la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador para tender puentes, pese al rechazo y los abucheos.
Como bien señala el presidente del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela en el exilio, Miguel Ángel Martín, al evaluar el curso que tomaron miles de millones de dólares malversados durante la gestión del chavismo: una parte se la llevan los ‘boliburgueses’ y ‘bolichicos’ “para su disfrute”, pero otra se ha usado “para conquistar el poder político”.
Ya no existe la petrochequera milmillonaria de la que dispuso Hugo Chávez para sumar solidaridades y cerrar alianzas, pero Venezuela sigue contando con un potencial valioso y estratégico que es tentador para muchos y que Maduro está dispuesto a usar para sostenerse en el poder.