José Miguel Farías (ALN/Rendivalores).- Durante las recesiones económicas, los bancos centrales generalmente reaccionan reduciendo las tasas de interés en un intento de estimular el crecimiento. Su esperanza es que unas tasas más bajas hagan que los préstamos sean más atractivos, lo que alentará la inversión, impulsará la demanda y conducirá a un crecimiento económico sostenido. Otra herramienta que generalmente han utilizado los países ha sido la de depreciar su propia moneda y, por lo tanto, hacer que sus exportaciones sean más competitivas.
Durante la crisis de 2008, los bancos centrales no sólo redujeron sus tasas de interés a prácticamente cero, sino que también experimentaron con otras herramientas monetarias no convencionales conocidas como flexibilización cuantitativa. Estos esfuerzos por inundar los mercados con liquidez ciertamente ayudaron a reducir la crisis. Sin embargo, el crecimiento económico en muchas partes del mundo se ha mantenido muy por debajo de la tendencia, ya que ciertos países se han visto afectados por una inflación baja o negativa y un desempleo persistente.
En 2012, las preocupaciones sobre una moneda sobrevalorada y la posibilidad de otra recesión económica obligaron al Danmarks Nationalbank (Banco Central de Dinamarca) a bajar las tasas de interés por debajo de cero. Desde entonces, otros cuatro bancos centrales (el Banco Central Europeo y sus instituciones hermanas en Suiza, Suecia y Japón) han seguido su ejemplo.
Dado el escenario macroeconómico actual de desaceleración del crecimiento e inflaciones bajas, la mayoría de los bancos centrales probablemente tendrán dificultades para aumentar las tasas de interés pronto. Asimismo, y debido al estancamiento económico reciente, es más probable que los bancos centrales tengan que proporcionar un estímulo adicional en forma de nuevos recortes de tasas para mantener el crecimiento encaminado. Como resultado, sería una buena práctica por parte de los inversores apostar a que las tasas de interés negativas persistan por algún tiempo.
La nueva norma: tasas de interés por debajo de cero
Los bancos comerciales y otras instituciones de crédito almacenan una parte de sus depósitos en el banco central. Luego, el banco central paga intereses sobre estos depósitos a una tasa que se basa en su política monetaria. Una vez que un banco central reduce esta tasa a menos de cero, en lugar de pagar intereses a estos depositantes, los bancos centrales comienzan a cobrarles por colocar el dinero allí. La esperanza es que esta “tarifa” desaliente el ahorro excesivo y fomente los préstamos e inversiones, estimulando así la economía y levantando la inflación. Cierta inflación, después de todo, es buena para una economía.
La política de mantener tasas negativas ha tenido un amplio impacto desde una perspectiva práctica. El rendimiento de un bono suele ser una combinación de dos factores: la tasa de interés impuesta por el banco central y el riesgo del prestatario. Inicialmente, cuando las tasas del banco central se vuelven negativas, algunos bonos del gobierno a corto plazo comienzan a negociarse con rendimientos negativos. En este caso, el comprador de un bono está pagando intereses al emisor en lugar de recibirlo.
Esa incursión inicial en rendimientos negativos se ha convertido en una tendencia, ya que alrededor de 13 trillones de dólares de los 55 trillones estimados en bonos globales en circulación se transan con rendimientos negativos. Además de los prestatarios de alta calidad como el gobierno alemán o el japonés, muchas corporaciones (por ejemplo, Nestlé y HSBC) también han visto caer el rendimiento de sus bonos por debajo de cero.
Las tasas de interés muy bajas no implican retornos de inversión negativos
Si bien el efecto de las tasas negativas en la economía real ha sido mixto (se han mantenido niveles de empleo más altos pero un crecimiento económico modesto y una inflación baja), su impacto en los ahorradores e inversores ha sido profundo. Considere a los jubilados alemanes a quienes les gustaría obtener un retorno seguro pero positivo de sus inversiones. La única forma de lograrlo es invertir en bonos con vencimiento en 20 años o más, o estar dispuesto a asumir un riesgo crediticio significativo (alrededor del 2% del mercado europeo de alto rendimiento negocia con rendimientos negativos). Sin embargo, las tasas de interés negativas o muy bajas no se traducen automáticamente en retornos de inversión negativos.
Al emplear un enfoque de gestión activa de la cartera, los inversores aún pueden obtener fuertes rendimientos positivos sin correr riesgos excesivos. Las estrategias de inversión flexibles pueden aprovechar las ineficiencias estructurales de los bonos e identificar oportunidades atractivas en diferentes sectores, mercados y curvas de rendimiento. Una cartera de renta fija bien diversificada que invierte en diferentes segmentos del mercado de bonos puede proporcionar un mayor potencial para altos ingresos, mitigación de riesgos y un rendimiento total positivo.