Daniel Gómez (ALN).- No le quedaba otra a Lenín Moreno, dice al diario ALnavío el investigador Rogelio Núñez. Las medidas económicas del presidente eran necesarias para la supervivencia de Ecuador. Aunque como agrega la experta Anna Ayuso, quizá le faltó mano izquierda. Es obvio que las medidas molestaron a la población. Va ya una semana de protestas, y se esperan movilizaciones masivas en Quito este martes. Y esto es un riesgo en un país en el que más de un mandatario ha caído ante revoluciones ciudadanas. ¿Está la Presidencia de Moreno en riesgo? De momento el presidente tiene algo a su favor, y es que no existe una alternativa clara a su liderazgo.
En autobuses, camionetas, a pie… Hasta 7.000 indígenas ingresaron a Quito este lunes para participar en las movilizaciones contra las medidas de ajuste del presidente Lenín Moreno. Protestas masivas, que pueden superar las 20.000 personas, dicen los organizadores.
La polémica estalló por la eliminación del subsidio a los combustibles con el objetivo, dice Moreno, de ahorrarle 1.300 millones de dólares anuales a Ecuador, un país debilitado económicamente desde la recesión de 2015.
El caso es que Quito será este martes un hervidero. Por eso el presidente mudó la sede del gobierno a Guayaquil de forma temporal. Allí también se esperan manifestaciones, pero no tan intensas como las de la capital. Como explica Ayuso, “Guayaquil es la ciudad de contrapeso a Quito, más afín a Correa, con muchos asentamientos críticos al giro que ha dado Lenín Moreno”.
Se sabía que la medida sería impopular. “Aunque quizá a Moreno le faltó mano izquierda”, advierte Anna Ayuso, investigadora principal para América Latina del Centro de Información y Documentación Internacional de Barcelona, al diario ALnavío.
“No entiendo por qué ha aplicado estas medidas de forma tan agresiva. Porque ahora lo que está sucediendo se lo podía esperar. Ecuador fue un país en el que, si a la población no le gustaban los presidentes y sus medidas, estos se echaban”, explica la experta.
La de los 90 fue una década convulsa en Ecuador, con golpes de Estado, revoluciones indígenas y procesos de destitución en el Parlamento contra los mandatarios. Los casos más recientes son los del expresidente Abdalá Bucaram, destituido en 1997 por el Congreso luego de un plan de reformas que incendió a la población; y el del expresidente Jamil Mahuad, quien en un intento de rescatar a los bancos privados de la crisis se enemistó con los indígenas y el Ejército y estos le sacaron del poder en el 2000.
Analizando las reformas económicas impuestas Moreno, Rogelio Núñez, investigador de Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Alcalá de Henares en Madrid, concluye que “a Moreno no le quedaba otra”.
“Es lo que había que hacer. De hecho, lo lógico es que aplicara las medidas a principios de 2018. La situación financiera de Ecuador es inmanejable. No puede salir a los mercados. Su única fuente de financiación era el FMI [Fondo Monetario Internacional] y a él acudió. Moreno trató de postergar la situación, pero no pudo aguantar más”, agrega Núñez a este diario.
Ecuador es un país polarizado políticamente. Moreno llegó a la Presidencia en mayo de 2017 apuntalado por el exmandatario Rafael Correa. Eran del mismo partido, defendían los mismos ideales, la izquierda, pero de repente, Moreno rompió con su legado, marcado por la sombra de la corrupción. De hecho, hoy Correa reside en Bélgica porque la Justicia de Ecuador tiene dos peticiones de cárcel contra él.
Quizá por lo anterior Moreno se mantiene firme. Cuenta con el respaldo de la Fuerza Armada y con el apoyo del FMI para ejecutar las medidas y de momento, no ha emergido ninguna alternativa que le pueda sacar del poder. Correa podría ser la única opción, pero está incapacitado.
“La suerte para él es que en este momento no hay una opción clara en Ecuador para sucederle. Correa podría ser el caso, pero si regresa, antes tendría que enfrentarse a la Justicia. La solución ahora pasa por negociar. No creo que retire la reforma de los combustibles, pero sí que compense a las comunidades afectadas con otro tipo de ayudas”, apunta la investigadora.
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Aunque los analistas coinciden en que la situación económica de Ecuador es consecuencia de los excesos de Correa, lo cierto es que todavía conserva apoyo. “Es cierto que, para sorpresas de muchos, Moreno consiguió romper políticamente con Correa. En febrero de 2018, por así decirlo, ya podía gobernar con independencia. Pero el correísmo sigue vivo”, indica Núñez.
Sigue tan vivo que según Lenín Moreno, las protestas, a las que califica como “golpe de Estado”, han sido instigadas por Correa con el apoyo del “sátrapa” Nicolás Maduro. Moreno les acusa directamente de tejer “un plan de desestabilización”.
Es cierto que tanto Correa como Maduro, desde el minuto uno que comenzaron las protestas, se pusieron del lado de los manifestantes, pero: ¿hasta el punto de armar un golpe de Estado en su contra? Los analistas lo descartan.
“Parece que los indígenas se desmarcaron de Correa. Hay que recordar que este tuvo algunos problemas con ellos cuando gobernó”, dice Ayuso. “Los indígenas tuvieron sus diferencias con Correa. Ahora les une esta causa común. Pero no creo que sea un plan organizado por Correa”, agrega Núñez.
Este investigador sí apunta que los sectores correístas que instigan las protestas están movidos por el odio. “No es una simple oposición a Moreno. Es una oposición contra alguien que denominan un traidor”. El propio Correa suele llamar a Moreno de esta forma: traidor.
El caso es que Quito será este martes un hervidero. Por eso el presidente mudó la sede del gobierno a Guayaquil de forma temporal. Allí también se esperan manifestaciones, pero no tan intensas como las de la capital. Como explica Ayuso, “Guayaquil es la ciudad de contrapeso a Quito, más afín a Correa, con muchos asentamientos críticos al giro que ha dado Lenín Moreno”.
La semana pasada Moreno decretó el estado de excepción en Ecuador por dos meses. Las protestas, que cumplen siete días, han dejado más de 470 detenidos. Las carreteras han estado paralizadas, aunque de momento el gobierno ha apaciguado a los transportistas. Ahora el foco está sobre las comunidades indígenas. Está el problema en Quito, pero también en la Amazonía. Este lunes el Ministerio de Energía suspendió tres campos petroleros por miedo a un posible sabotaje.