Nelson Rivera (ALN).- Mientras Cala trabajó en CNN en Español, los televidentes le vieron fustigando el populismo de políticos y presidentes de América Latina. Ahora el oficio de @cala es otro: un orador motivacional. Pero, ¿no hay en él semejanzas con los métodos de Chávez, Correa, Evo, Castro y demás? Vamos a comenzar comentando un tuit de @cala del 20 de marzo, que el lector encontrará más adelante.
La primera frase es, ni más ni menos, un combo de falacias. La primera, que la felicidad no cuesta nada, en un mundo donde todo está mercantilizado, incluyendo las conferencias del propio Ismael Cala (alguien podría responderme que hay una felicidad que proviene de lo que no tiene costo). La segunda, que la infelicidad de cada quien es una búsqueda, una situación o una realidad que las personas buscan por sí mismas. La tercera, la afirmación más irresponsable: que la búsqueda de infelicidad se ejecuta como resultado de buscar “cientos de excusas”. De acuerdo a esta hipótesis de Cala, las causas de la infelicidad planetaria son meros engaños que los ciudadanos se proveen a sí mismos. En otras palabras: nos engañamos para pasarla mal. No hay realidades que justifiquen el malestar de las personas. Nos inventamos simulaciones, coartadas, pretextos que nos hagan desgraciados. Tres falacias en 17 palabras: excelente promedio.
Pero hay más: el tuit que comento trae atado este vídeo de 38 segundos de duración:
https://twitter.com/cala/status/843959552584417282
Como pueden ver, aquí aparece el mismísimo Ismael Cala, en su versión más amplia: la sonrisa como una máscara, la pronunciación impecable y apurada, la agitación nerviosa de brazos y manos. Dice el entusiasta:
“Mis líderes, hoy es el Día Internacional de la Felicidad, y Miami, durante toda la semana anterior, por cuatro días se convirtió en el epicentro de la felicidad a nivel mundial, con la Cumbre Internacional de la Felicidad, de la que fuimos parte. Y la verdad, póngase a pensar, para ser felices no necesitaríamos razones, porque ser felices está en nuestra propia naturaleza al nacer. Sin embargo, los seres humanos, cuando crecemos, mientras más años tenemos, más razones nos inventamos para ser in-fe-li-ces. ¿Estás feliz tú hoy? ¿Por qué? ¿Qué te hace feliz? Compártelo”.
La técnica de Cala es la hipérbole. La afirmación pirueta sin escrúpulo ni matización alguna
Estas 94 palabras son todo un ramillete. Me hacen pensar en los distintos estilos de la autoayuda: están los que no aconsejan sino que posan y exhiben frases en actitud de pensamiento profundo, como Paulo Coelho; están los que dan consejos asociados a situaciones concretas, como el grueso recetario de Walter Riso para romper con la pareja, o los de Bernardo Stamateas, el gurú que nos aconseja alejarnos de las múltiples variantes de personas a las que él llama “tóxicas”. La técnica de Cala es la hipérbole. La afirmación pirueta sin escrúpulo ni matización alguna.
¿Qué clase de frase es la que afirma que Miami se convirtió por cuatro días, “en el epicentro de la felicidad a nivel mundial”? Pues una desmesura. Un ditirambo. Frase sin sustancia, fraseología que no es más que una cáscara, propaganda barata y artificiosa. Como eso de llamar a quienes le escuchen, “mis líderes”.
Eslogan de venta
Desde hace algunos días, Cala repite en su tuit esta frase:
https://twitter.com/cala/status/844696495882424320
Se trata de un eslogan de venta, del más reciente libro de Cala, que lleva por título Despierta con Cala. Inspiraciones para una vida en equilibrio. Esta altisonancia no es menuda: pretende hacer uso de la hazaña de Philippe Petit, que en 1974 cruzó de una torre a otra el World Trade Center, a más de 400 metros de altura, caminando sobre un cable de acero. Quien haya leído su libro Alcanzar las nubes, traducido a nuestra lengua en 2007, sabe que el uso propagandístico que Cala hace del radical experimento del artista francés es simplemente abusivo. Extrapola a su territorio de afirmaciones abultadas y facilonas, el que puede ser el más concentrado y sobrehumano performance de toda la modernidad. Cala es un signo de nuestro tiempo: el engreimiento de que todo se puede. De que todo es lo mismo. De que todo es comparable. De que todo puede relativizarse. A lo que voy: que todo puede comercializarse.
Cala es un signo de nuestro tiempo: el engreimiento de que todo se puede
Quiero añadir a modo de cierre: mientras Cala se dedicó al periodismo, como entrevistador de un espacio estelar en el canal CNN en Español, a menudo los televidentes le vieron fustigando el populismo de políticos y presidentes de América Latina. Entonces no le gustaban las distorsiones ni los disparates con los que se pretendía engañar a los pueblos de América Latina. Ahora el oficio de Cala es otro: un orador motivacional. Pero he aquí una paradoja en la que cabría profundizar: ¿Hay en Cala, y también en otros de estos oradores motivacionales, modos de afirmar y mentir, de construir falacias, que guarden semejanzas con los métodos de los populistas como Chávez, Correa, Evo, Castro y demás? ¿Acaso la proclama en contra de la in-fe-li-ci-dad no es una flor del más puro populismo?