Daniel Gómez (ALN).- A Steve Wozniak, cofundador de Apple, le robaron siete bitcoins a través de una transferencia falsa. Esto no es nada si se compara con los seis millones de dólares que dos empresarios captaron en una subasta de criptomonedas que resultó ser falsa. Y mucho menos en relación con los 500 millones que se llevaron los piratas informáticos del portal Checkcoin.
Para el hombre más rico del mundo, Bill Gates, informático y cofundador de Microsoft, las criptomonedas son mortales. “En este momento, las criptomonedas se utilizan para comprar Fentanyl y otro tipo de drogas, por lo que estamos ante una tecnología rara que ha causado muertes de manera bastante directa”, dijo en un reciente foro de Reddit.
El argumento de Gates es el anonimato. “No es bueno”, sentenció. “La capacidad de los gobiernos de detectar el lavado de dinero, la evasión de impuestos y el financiamiento del terrorismo sí es algo bueno”.
La vinculación de las criptomonedas con el crimen viene en serie. Gates es sólo otra de las muchas personalidades que lo ponen de relieve. Por su parte, los defensores de las criptomonedas apuntan que el dinero físico es igual de delictivo y anónimo.
Pero lo que ocurre con las divisas digitales es que no sólo son un método para comprar drogas y armas. Han creado nuevas formas de estafar. O, mejor dicho, los fraudes tradicionales se han adaptado a este nuevo entorno.
Aparte del anonimato, cuentan con otras características igual de apetitosas. La gran rentabilidad es un filón para cautivar compradores y luego darse a la fuga con el dinero. Luego están las ofertas iniciales de monedas (ICO, por sus siglas en inglés), que pueden funcionar como estafa piramidal.
Por último, existen los mal llamados hackers. Se trata de los delincuentes de la informática. Si bien las criptomonedas son un activo sellado y casi imposible de rastrear, las casas de cambio y carteras digitales donde se confían no tienen tal nivel de seguridad. De ahí que los robos más sonados se hayan producido en este tipo de sistemas.
El robo más grande de la historia
Lo califican como el robo más grande de la historia en el universo de las criptomonedas. 530 millones de dólares que le arrebataron a Checkcoin, uno de los mayores centros de divisas digitales de Japón. El caso salió a la luz el 28 de enero de 2018.
La empresa, que devolvió todo el dinero arrebatado a los inversores, está investigando el robo junto a las autoridades niponas. Las pistas sitúan a los piratas informáticos en Vancouver, Canadá, pero todavía no hay datos concluyentes.
Este robo supera en más de 100 millones de dólares a los bitcoins sustraídos en 2014, un ataque que se llevó 400 millones de dólares de la firma estadounidense MT Gox.
Al cofundador de Apple le birlaron siete bitcoins
Nadie esperaría que toda una eminencia tecnológica como Steve Wozniak, fundador de Apple junto a Steve Jobs, pudiera ser víctima del cibercrimen. Pero ni siquiera él se ha librado. Aunque contó la anécdota la semana pasada, ocurrió hace varios años, cuando el bitcoin apenas valía 700 dólares. Tenía siete bitcoins en la cartera y aceptó transferirlos a un comprador que resultó ser otra cosa.
“Alguien me compró los bitcoins por internet con una tarjeta de crédito y después canceló el pago. Fue así de fácil. Y fue con un número de tarjeta de crédito robado, por lo que nunca pude recuperarlos”, dijo Wozniak al diario Economic Times of India.
Entonces perdió 4.900 euros por culpa de ese ladrón. Si el robo hubiera ocurrido hoy, le habrían robado 80.000 dólares. Por eso contó la anécdota con una sonrisa.
El empresario español acusado de robar 5,6 millones de dólares
Es la estafa más sonada en España. Se descubrió después de que un grupo de inversores presentara una querella en los tribunales este enero. La denuncia era contra Miguel Juan Pavón Besalú, director del fondo de inversión Bitcoin Investors Trust.
Los clientes le acusan de presunto fraude por apropiación indebida de 5,6 millones de dólares. El diario El Confidencial asegura que existe al menos una decena de afectados. Pudo hablar con tres de ellos y el relato de todos coincide en una cosa: “Me impiden extraer todo lo que invertí”.
Pavón Besalú, que aún mantiene activo Bitcoin Investors Trust, ideó una plataforma que poco tiene de confiable. Cautivó a los inversores y no reembolsó el dinero. Prometía rentabilidades de 10%.
La estafa que acabó con múltiples familias en Ecuador
Todo el mundo sueña con ser rico. Por eso, las promesas con criptomonedas ilusionan. A amas de casa, obreros, comerciantes y artesanos en Ecuador les prometieron altos intereses si invertían en criptomonedas.
El anzuelo fue la palabra de Dios. El resultado: más de 1.500 defraudados, según el Movimiento Indígena y Campesino de Cotopaxi. Como aseguraron desde la asociación al diario ALnavío, muchos sufren problemas mentales y estrés agudo a causa de la estafa. Eso por no hablar de las familias destrozadas.
Las supuestas ganancias prometidas nunca llegaron y el dinero se esfumó. Algunos de ellos confiaron todos los ahorros que poseían (Leer más: La estafa de las criptomonedas que rompió múltiples familias indígenas en Ecuador).
Cuidado con las ICOs
Jordan Belfort, más conocido como el lobo de Wall Street, es el estafador por excelencia. Sabe de fraudes como el que más, y por eso alerta sobre las ofertas iniciales de monedas, más conocidas como ICOs. “Probablemente el 85% de las personas no tiene malas intenciones [con las ICO], pero el problema es que, si 5% o 10% intentan estafarte, es un maldito desastre”, dijo en una reciente conferencia.
“El 85% de las personas no tiene malas intenciones, pero si el 5-10% intentan estafarte, es un maldito desastre”
Las ICOs son una forma de financiación que nació gracias a las criptomonedas. Los creadores de una empresa liberan su propia divisa y los inversores adquieren los derechos digitales de esa divisa, los llamados tokens. Se parece a una Oferta Pública de Venta (OPV) pero sin regulación. Un entorno totalmente liberado que, sobre el papel, es positivo ya que permite captar inversores de cualquier lugar y que estos multipliquen sus dividendos de manera rápida.
Lo que ocurre es que no todas las ICOs están respaldadas por buenos propósitos. Generar confianza, cautivar inversores y luego desaparecer es una práctica ya común entre los ciberdelincuentes. Un tipo de fraude que por ejemplo en Estados Unidos, ascendió a seis millones de dólares.
Por suerte, los creadores no fueron muy sutiles y se gastaron el dinero de los inversores en viajes, joyas y mansiones. Por eso, la Commodity Futures Trading Commission dio con los supuestos estafadores, Randall Crater y Mark Gillespie, y los llevó a los tribunales este enero.